domingo, 27 de junio de 2010

Segundo capítulo de las ladronas celestiales.Jeanne y D'arc

Queridos lectores:
POR FIN, POR FIN, POR FIN!!!!!!
Estamos muy ilusionadas de poder decir esto al fin, pero... aquí os dejamos el esperado segundo capítulo de las ladronas celestiales.Jeanne y D'arc!!! pro que conste que solo es la primera parte ;P




II. Las Ladronas Fantasma
Parte I
Marta M despertó con el pequeño cuerpo cálido de Fann acurrucado en su regazo.
-Buenos días dormilona- Era Beatriz García, su madre, desde una silla cercana a la cama que le hablaba.
-Ma… ma… ¡mamá! ¿Cuánto tiempo llevas ahí?
-Lo suficiente como para saber que mi hija llama a una tal Fann en sueños y también que habla de algo de una reencarnación de Juana de Arco- dijo con una ceja levantada en señal de extrañeza- bueno, a lo que íbamos, te quería decir que te vas a tener que quedar sola ya sabes lo que hacer, te haces la comida y si quieres puedes traer a alguien a casa, bueno, me voy, te quiero.- le besó la frente con dulzura y salió apresuradamente por la puerta principal.
-Te quiero- dijo Marta mientras la puerta se cerraba, una lágrima se escurría por la comisura de sus ojos, normalmente ocurría este tipo de cosas, su familia estaba demasiado ocupada para pasar tiempo con ella.
Se limpió la lágrima y se levantó, dejando a Fann en la almohada.
“No me puedo permitir ser débil ahora que soy la reencarnación de Juana de Arco” pensó mientras se dirigía a la cocina, desperezándose como un gato, al llegar a la cocina se preparó el desayuno.
Con el desayuno en la mano se dirigió al comedor  y encendió la tele, con la mano libre cogió el teléfono marcó un número y lo dejo sonar…
-¿Diga?- respondió una voz dulce.- ¿Con quién hablo?
Marta M se tapó la nariz y comenzó a actuar:
-Buenos días- dijo con voz chillona y gangosa a causa de la nariz taponada- Llamo del IES Isabel de España, puedo hablar con la joven Marta García Herguedas, es sobre cierta expulsión.
-¿Marta?- preguntó la voz identificándola.- ¿¡Cómo que Marta G está expulsada!?- continuó escandalizada.
-¡Perdone! Yo me llamo Emilia Fernández Suárez, no Marta, ¿Quiere pasarme con Marta G?- dijo Marta M todavía actuando, haciendo que su voz sonara escandalizada.
-No, tú eres Marta M y yo soy Finn- dijo el ángel poniendo la voz como si le hablara a una loca, levantando la voz por si la joven no la había escuchado.
-¡Le he dicho que no!-gritó Marta- Se lo repito por última vez, no se quién es, pero como no me pase enseguida a Marta García…
-¡¡Está durmiendo y está gritando el nombre de un chico y diciéndole que no se vaya, que se lo va a comer!!- le gritó Finn ya harta de tanta tontería.
A Marta M se le escapó una carcajada sin poder evitarlo.
-Vale, OK, soy Marta, tírale un vaso de agua encima a la loca de mi parte.
-Si lo he intentado, pero al hacerlo dijo: “Menta, has corrompido al dulce chocolate creando un sabor mentolado”
-¡Para, por favor, que me muero de risa!- exclamó Marta desde el suelo, se había caído del sofá por culpa del ataque de risa que le había entrado.
-No, espera que todavía falta- continuó Finn- después de echarle el agua pensé en echarle leche, pero al hacerlo dijo: “Chocolate con leche, lo siento, te he engañado con tu amigo que engorda menos, el chocolate negro”
-Por favor para, que me muero, dile que he llamado cuando se despierte- dijo Marta M aún muerta de risa.
-OK- le dijo Finn.
Marta M colgó el teléfono y vio a Fann entrando en la habitación,  y desperezándose.
-¿Con quién hablabas?- preguntó bostezando.
-Con Finn, porque Marta G no estaba despierta, ahora, solo nos queda esperar a que llame.
… … … … … … … … …

-Marta, despierta- dijo Beatriz Herguedas, la madre de Marta G, sacudiéndole suavemente el hombro.
-No me apetece- dijo Marta G cubriéndose la cabeza con la manta.
-Vale, pues si no quieres me tendré que comer yo solla las tortitas con chocolate- dijo Beatriz incitándola.
Fiuuuuuu…
Tras decir las palabras tortitas y chocolate en la misma frase, un viento huracanado se arremolinó alrededor de Beatriz, era Marta G, que había recogido la camiseta, los vaqueros y las playeras y se dirigía al baño a toda velocidad.
-Tres, dos, uno…- Beatriz contaba los segundos que pasaban por reloj.
-¡Estoy lista!- exclamó Marta con una sonrisa de oreja a oreja, apareciendo por la puerta del baño a la velocidad del correcaminos.
-Venga, vamos a desayunar, además, te ha llamado tu amiga Marta, pero cuando fui a coger el teléfono, alguien ya lo había cogido, pensando que eras tu me acerqué, aunque lo que me encontré no fue lo que esperaba, sino que el auricular estaba suspendido en el aire- dijo su madre muy extrañada.
-Mamá… ¡estarías cansada y viste visiones!- improvisó Marta echándole una mirada a Finn que se podría traducir como: “Buena las has hecho bonita de cara”.
Cuando terminaron de desayunar, Marta se fue a lavar los dientes, y al acabar, le dijo a su madre:
-Mamá, voy a casa de Marta a hacer los deberes- le dijo mientras cogía el móvil.
-Vale, pero no molestes ni…
-Si mamá, lo se mamá- le cortó Marta mientras salía por la puerta.
Tras un rato caminando, Marta llegó a la parada de guaguas, se encontró con su profesora de matemáticas.
-¡Hola, Delia!- le saludó tocándole el hombro con suavidad. Al ver que no le respondía, que ni siquiera se giraba, decidió ponerse delante de ella para ver si así le hacía caso, pero cuando se puso delante de ella y la volvió a saludar, su fría mirada le produjo un escalofrío que le recorrió la columna vertebral, entonces ella la saludó:
-Hola Marta, disculpa, no te había visto- la voz que salió de su boca no era la misma a la que estaba acostumbrada a oír, era grave y cavernosa. Marta prefirió no dirigirle la palabra y alejarse lo más posible, cuando se sintió segura y se aseguró de que nadie la veía, sacó a Finn de la mochila.
-Finn, ¿no crees que mi profesora de matemáticas se está comportando de manera extraña?
-¡¡Marta, tu colgante está parpadeando!!- exclamó Finn entre susurros, señalando el colgante en forma de caballo de ajedrez blanco, cuyos ojos se habían vuelto rojos repentinamente.
-Si, ¿y qué pasa?- preguntó Marta sin inmutarse.
-Que significa que hay un demonio en las proximidades- continuó Finn entre susurros.
-¿No me digas?- dijo sin poder ocultar su emoción.
-Marta, ¿Estás contenta de que haya un demonio cerca?- le regañó Finn.
-Es que ya ha pasado una semana desde que accedimos a ser las reencarnaciones de Juana de Arco y aún no hemos entrado en acción- dijo uniendo los dos dedos índices unidos por las yemas, poniendo voz tímida.- Bueno, ¿y cómo encuentro al demonio?- preguntó con la voz normal de nuevo.
-Es simple, el colgante reacciona cuando está cerca del demonio en cuestión, y como aquí solo hay tres personas, con levantar el colgante en dirección a cada una de las personas y cuando empiece a parpadear, pues, será esa persona.
-Pero si no hace falta, si yo ya sé quien es el demonio- dijo del todo convencida.
-¿Quién?- preguntó Finn sorprendida por la rápida deducción de Marta.
-Fácil, Delia, mi profesora de mates- dijo poniendo voz de anormal.
-¿Cómo lo sabes?- le preguntó Finn sin poder creerse aún la rápida deducción de Marta.
-Prueba número uno, cuando hablé con ella tenía voz demoníaca, lo cual me causó un escalofrío.
-Tienes razón- le concedió Finn asintiendo.
-Y prueba  número dos, tras haber estado cerca de ella, el colgante comenzó a parpadear- terminó Marta con una sonrisa de oreja a oreja, orgullosa de si misma.
… … … … … … … … …
En otra parte de la ciudad…
Marta M se retorció a causa del escalofrío que le recorrió toda la columna vertebral.
-No es posible, menudo escalofrío me acaba de entrar, Marta G debe de haber dicho algo inteligente, porque sino, no me lo explico.

… … … … … … … … …
-Bueno, ahora tendremos que avisar a Marta M, ¿no?- preguntó Finn.
-Pero… ¡¡Yo no quiero estar en el mismo autobús que ese demonio!!- exclamó Marta entre susurros.
-Pues vete corriendo- dijo Finn como si hablara con una niña pequeña.
-Tengo una resistencia pésima- se quejo Marta con la voz al borde del llanto- en el examen saqué un dos con siete.
-Tranquila, al aceptar ser la reencarnación de Juana de Arco, has adquirido todas sus habilidades y se han aumentado las que ya poseías.
-Pues allá voy…- dijo Marta suspirando, tras esto, echó a correr en dirección a casa de Marta M.
A los cinco minutos, se encontraba en su destino, cuando normalmente habría tardado media hora o más.
-Bueno, ya hemos llegado- dijo tocando el timbre del telefonillo.
Cuando le abrieron, tomó el ascensor y pulsó el número de su piso. Cuando el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron, Marta salió al rellano y se dirigió a la puerta, al llegar se puso a llamar como una loca, ya que con el miedo y las prisas le había entrado ganas de hacer pis.
 Ding… dong… ding dong ding dong…
-¡Ya va, ya va!- gritó Marta M malhumorada, mientras se dirigía a la puerta a toda velocidad- ¡Qué me vas a fundir el timbre!
En el momento que se abrió la puerta, Marta G entró como un spútnik hacia el cuarto de baño.
-¡Se saluda ¿eh?- le gritó antes de asomarse para ver si algún vecino la había visto. Cerró la puerta  tras saludar a Finn, se dirigió al baño, donde la cisterna avisaba que Marta G había terminado.
-¡Ten más cuidado la próxima vez!- le espetó Marta M de mala manera- Recuerda que este es un barrio rico, si alguien te llega a ver corriendo de esa manera…
-Menos lobos, caperucita, que este barrio no es tan rico, solo un poco refinado- le contestó Marta G tratando de bajarle esos humos de superioridad que solía tener, sin llegar a conseguirlo.
-¡Eso es lo que tú te crees!- le espetó cabreada- ¡y cómo no tengas más cuidado, aquí no vuelvas!
-Lo siento, pero tenía muchísimas ganas de ir al baño, y no me podía aguantar, es que he venido desde la parada de mi casa hasta aquí corriendo y… ¡ah! Cierto, vine corriendo por que he encontrado a un demonio.
-Cierto, el demonio en el interior de Delia la de matemáticas ¿no?- dijo Marta M.
-¿Cómo lo sabías?- preguntó Finn extrañada.
-¡¡Se veía venir!!- exclamaron las dos jóvenes a voz en grito.
-Es una profesora estricta y además…- comenzó Marta G.
-¡No, de de estricta, es una amargada!- exclamó Marta M muy cabreada- ¿os podéis creer que una vez me puso un cuatro con novecientos noventa y nueve ¡y no le dio la gana de subírmelo a un cinco! ¡Fue humillante!
- Vale, se nota que la odiáis por todo eso, pero lo hizo por que tenía un demonio en su interior, pero tenemos que ayudarla- les rogó Finn- esta será vuestra primera misión- continuó, con intención de calmarlas.
-Si, si, seguro que fue por el demonio, seguro- le interrumpió Marta M sarcástica.
-Venga, Marta, por favor- le rogó Finn- te necesitamos Fann y yo, es más, te necesita el mismísimo Dios- continuó comprobando que no conseguía nada- si no cumplís esta misión, Fann y yo no lograremos ser ángeles puros y el Rey de los demonios se apoderará del mundo y todos desaparecerán- terminó con un tono triste en la voz.
-Te odio- masculló Marta M.
-Tomaré tu respuesta como un si- exclamó Finn alegremente.
-Bueno, y una pregunta más, ¿dónde está Fann?- preguntó Marta G.
-Tranquila, ha ido a mandar el aviso a vuestra profesora, para que cuando le vayáis a robar esté avisada- dijo Finn sin darle mucha importancia.
-Ah, vale… ¡¿cómo?!- gritó Marta M- ¿¡¡estamos locos o que nos pasa!!?
-Siempre se ha hecho así- dijo Finn.
-No me extraña que mataran a Juana de Arco- le dijo en voz baja Marta G a Marta M.
-No me extraña, ¡con esta MIERDA de método!- despotricó Marta M.
-No es verdad, es un método por el cual el demonio sabe que vamos a por él y se pondrá a la defensiva, haciéndonos saber en que objeto se ha escondido- les explicó Finn.
 -Y… ¡¿no conocéis una cosa llamada “factor sorpresa”?!- refunfuñó Marta M con gran sarcasmo.
-Pu puru pu- dijo Fann entrando por la ventana, imitando a una trompeta.- la cartera celestial se presenta ante vosotras.
-La que faltaba,- rumió Marta M al verla- la subnormal de turno.
-¡Subnormal tú!- le gritó Fann.
Marta G, viendo que se avecinaba una pelea, se metió en medio y gritó:
-¡Ni se os ocurra pelearos ahora!
-¡Que os pego!- exclamó Finn, intentando hacerse la dura.
-¡Tú no te metas!- le chillaron Marta M y Fann, sin siquiera mirarla.
Entonces Finn se echó a llorar.
-Buaaaaaaa- Finn sollozaba, pero gracias a eso dejaron de discutir.
-Tranquila Finn- le decía Marta G con voz tranquilizante, acariciándole la cabeza.
-Llorona- murmuraron Marta M y Fann mirando hacia otro lugar. Tras esto, ninguna pudo aguantarse y estallaron en carcajadas.
-Chócala- consiguió decir Marta M entre risas.
Chocaron las palmas y siguieron muertas de risa. En este momento, a Finn se le encendió su amor propio y dijo:
-¡Podéis seguir riéndoos mientras Dios se muere, así que centraos de una vez, hostias!
Marta G se quedó estupefacta, nunca había visto a la dulce Finn de esta manera. Marta M y Fann se miraron y… volvieron a estallar en carcajadas.
-Lo… siento…- dijo Marta M entre risas- ya nos centramos, ya nos centramos.
Respiraron hondo unas veinte veces y trataron de calmarse por todas las maneras, pero no pudieron.
-Me vas a matar de la risa- suspiró Fann- y eso que soy inmortal.
Siguieron así unos veinte minutos, tiradas en el suelo, hasta que consiguieron calmarse, a duras penas. Se levantaron con dificultad y se limpiaron las lágrimas.
-Ya está- dijo Marta M todavía riéndose un poquito.
Finn seguía mosqueada y le dijo a su hermana con un tono enfadado en la voz:
-¿Has averiguado algo? ¿Cuál es la hora a la que vamos a actuar?
Fann, a la que le había vuelto a entrar la risa, se giró y dijo:
-A las doce en el instituto, no habrá nadie.
-Claro que no, porque todo el mundo estará durmiendo a esa hora, cosa que nosotras también deberíamos hacer- dijo Marta M enfurruñada.
-Bueno, lo que haremos será ir a algún lugar para encontrarnos- dijo Marta G.
-¿Qué os parece la plaza del obelisco?- propuso Finn.
-Me parece bien- dijo Marta M con una seriedad poco común en ella.
… … … … … … … … …
24:00. Marta G miró su reloj y dijo:
-Ya es la hora
-Bueno, vamos a ver que tal lo hacéis- dijo Finn.
-Nosotras nos quedamos en la retaguardia y nos comunicamos con un auricular que tendréis cuando os transforméis.- dijo Fann seriamente.
-Bueno, Finn, vamos allá- dijo Marta G guillándole el ojo al ángel.
-OK- sonrió Finn. En ese momento la gema de la frente del ángel se iluminó y el caballo del colgante se convirtió en el rosario blanco, Finn dirigió la luz hacia la gema central del rosario, haciendo que esta comenzara a brillar.
Marta M la miró extrañada por su comportamiento, acostumbrada a una chica torpe, desordenada y muy insegura, que en estos momentos se comportaba de una manera totalmente contraria a la habitual.
Marta G hizo un salto hacia el obelisco y agarró el rosario contra su corazón, y antes de decir nada, alzó la vista al cielo, estaba precioso esa noche, pero como de costumbre, Marta M la sacó de sus ensoñaciones:
-Sube ya, ¡qué te pincho el culo!, so gorda.
-La gorda serás tú- le dijo, pero como no quería discutir con ella, continuó subiendo.
Marta G llegó a la parte alta del obelisco y le dijo a Marta M:
-¡Sube! Hay una vista fantástica desde aquí, además, se ve muy bien el instituto.
Finn subió volando y le dijo:
-Marta, déjate de vistas y no te entretengas.
Marta M subió al obelisco de un gran salto, miró seriamente a Marta G y le dijo:
-Menudas vistas.
Una fría brisa le azotó la cara y le apartó el pelo de la cara, mientras a Marta G le entraba un escalofrío.
“Gracias viento” pensó sonriendo, elevó la cabeza y miró pensativa al cielo.
-¿Por qué sonríes?- le preguntó Marta G.
-El viento me ha hablado- dijo Marta M cerrando los ojos, muy concentrada.
-Ya, pues espero que te haya dicho que estamos encima de un obelisco, a unos… veinte metros de altura- le dijo con los brazos en jarras.
-Nos desea suerte, y dice que va a estar de nuestra parte todo el rato- dijo Marta M como si estuviera en trance, con la sonrisa cada vez más ancha.
Pues espero que su suerte funcione- dijo Marta G y le guiñó el ojo a Fann en señal de “ilumínale el rosario que si no nos quedamos aquí hasta mañana.
Fann iluminó el colgante de Marta M y ocurrió lo mismo que en el de Marta G, Marta M que seguía concentrada no se dio cuenta de lo que había hecho Fann.
-¡Bien!- dijo Marta G entusiasmada, cogió la mano de Marta M y dijo:
Let’s go!- y saltó junto con Marta G.
En mitad de la caída Marta M abrió los ojos, unos ojos serenos, calmados, llenos de una determinación que ni Finn ni Fann habían visto desde la muerte de Juana de Arco. Se giró hacia Marta G y le dijo seriamente:
-No estaría mal que me avisaras antes de saltar.
-Es que… como estabas tan concentrada- dijo Marta G esperando el enfado de Marta M.
Pero Marta M no se enfadó, si no que ladeo la cabeza y la siguió mirando de esta manera. Tras un rato en silencio Marta M le dijo a Marta G:
-Creo que deberíamos transformarnos, o nos espachurraremos contra el suelo.
-Tienes razón- dijo Marta G frotándose la cabeza, cogió el rosario entre las manos- ¡oh, no!, el rosario no reacciona- dijo Marta G mientras agitaba con violencia de un lado a otro al pobre rosario.
-No habrá que decir algo así como… “Juana de Arco, concédenos tus poderes”- dijo seriamente mirando al frente- ¡en serio te digo que en ocasiones parezco yo la friki!
-¡Si es verdad!, me acabo de acordar- dijo Marta G a modo de disculpa.
Marta M suspiró y puso los ojos en blanco.
-Bueno, tenemos que decirlo a la vez- le dijo Marta G.
Marta M agarró a Marta G de la mano y le dijo:
-A la de tres, una, dos y… ¡tres!
-¡Juana de Arco danos tus poderes!- gritaron a la vez, parándose en el aire y comenzando la transformación.
Los dos rosarios brillaron y se transformaron en dos pares de alas de ángel color rosa que se aterieron a las espaldas de ambas muchachas, haciéndose cada vez más grandes, entrelazándose con sus jóvenes cuerpos. Repentinamente, las siluetas de las jóvenes se rodearon de un manto rosado y las alas empequeñecieron. Las muchachas se apoyaron en una rama de un árbol cercano, volvieron a saltar, las pequeñas alas les hicieron volar, y de repente, el manto rosa se empezó a deshacer dejando al descubierto la transformación.
Primero, la cabeza; el cabello de ambas se había vuelto rubio, más rubio en el caso de Marta M; el peinado de Marta G era una coleta alta y a Marta M le salieron dos coletas ridículas y los ojos, los de Marta G de un violeta profundo e inmaculado, y los de Marta M, grises como la bruma matinal.
Después, apareció el cuerpo, que era de unas jóvenes de diecisiete años y con una ropa completamente diferente.
Y por último, se terminó la transformación con la aparición de unos guantes, unos brazaletes, un cordón en la cintura y unos lazos en las botas.
-Fuertes y decididas- dijo Marta G.
-Incomparables y maravillosas- continuó Marta M.
-Enérgicas y valientes- terminaron ambas.
-Somos las ladronas del viento… Enviadas por los dioses- finalizaron las jóvenes



4 comentarios:

  1. LO CONSEGUÍÍÍÍÍÍ!!!!!!!!!!!! al fin lo publiqué, espero que lo disfrutéis por que me ha costado una pasada pasarlo a limpio :D :P ;P os quiero mucho(L), no dejéis de visitarnos y de leer nuestras historias
    Firmado: D'Arc

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  2. pos ala hija sigue escribiendo xD k kiero seguir leyendo... x cierto.. yo tb te kiero (L) jiji venga wapa, k seguire leyendo :P

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  3. Estoy en ello mi amor, ya nos dijo tu padre que te aburría mucho porque no subiamos nada al blog XD
    firmado: D'arc

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  4. xDDD Lo de Delia versión demonio no se aleja demasiado de la Delia real xDDDDDD

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