Ladronas celestiales: Capítulos

Queridos lectores:Aquí os dejamos el prólogo de nuestra historia, esperamos que lo disfrutéis (L).
Feliz lectura y Jaque Mate
Jeanne y D'Arc.



Prólogo Quinientos años de leyenda


Nunca olvidaré aquel terrible día, bueno, porque fue el último. Tras aquel horrible juicio en el que me acusaron de brujería solo por defender a Francia de los ingleses. La condena por ser bruja impuesta por la inquisición era la muerte. En el preciso instante en el que el juez pronunció el veredicto, culpable, todos los llamados al juicio enmudecieron, esperando mi reacción, que creían que sería de derrumbamiento, como ocurría en todos los casos; a continuación el acusado lo confesaba todo, aunque no fuera verdad, para estar libre de culpa ante Dios; el obispo, que era el juez, le perdonaba todos sus pecados. Los obispos, al no querer ancharse las manos de sangre, elegían al azar a un verdugo entre los nobles, para que este incendiara la pira. Estaba recordando el proceso, ya que tuve que asistir a muchos, pero como público, a Dios doy gracias. Pero no me derrumbé, ya que sabía la respuesta.

“Está amañado” pensé.

La mente maligna que me quería ver fuera de juego, era el Rey de los demonios, al que ahora buscaba con la mirada para ver su cara de satisfacción ante su gran obra.

-Usted, conde Blackdemonrose, tendrá el honor de hacer justicia, pero antes, como es costumbre, podrá visitar a la condenada.- decía el obispo.

-Está bien- respondió el conde.

… … … … … … … … … … … … … …

Cuando la puerta de la fría e incomoda celda se abrió, una presencia maligna se me acercó.

-Vaya, vaya,-dijo una voz- con que una bruja ¿eh? Nunca me hubiera imaginado que la comandante de nuestro ejército lo fuera. Bueno, así se explica que una mujer tuviera esa destreza con la espada.

-Déjate de juegos, se perfectamente quien eres.- le respondí desafiante.- Muestra tu verdadero rostro Rey de los demonios.

-Eres perspicaz, bueno, no esperaba menos de la protegida de Dios.

Le miré con el ceño fruncido, odiaba que me llamaran protegida de Dios, todos mis logros conseguidos en el ejército habían sido gracias a mi duro entrenamiento, bueno, será mejor que no me torture, siempre intenta sacarme de mis casitas digo… casillas.

-Te has vuelto a equivocar con lo de las casillas, ¿verdad?- dijo el con guasa.

-También se me olvidaba que puedes leer las mentes humanas-dije entrecerrando los ojos.

-Si, es otra de mis muchas cualidades, cualidades que podrías haber obtenido si hubieras aceptado mi oferta de convertirte en uno de mis ángeles negros, te lo digo…- dijo, dejando esto último en el aire.

-Por nada en el mundo, ni siquiera ahora, al borde de la muerte me inclinaré ante ti- dije a voz en grito.- además, ¿por qué tanto interés en mi?

-Eres uno de los espíritus angelicales mas puros de Dios, para el sería una gran perdida- dijo con voz anhelante.

-Pero si muero, ¿no me perdería igualmente?- le dije yo como si no me supiera la respuesta.

-No te perdería, ya que dentro de cien años te reencarnarías, pero te mataría nada mas hubieras nacido, como hice con todas tus antecesoras- dijo con una carcajada.

-Una pregunta, ¿Por qué me dejaste vivir si me hubieras podido matar al nacer?- le pregunté

-No pude matarte, ya que naciste el 6 de Enero, el día del hijo de Dios, y su poder durante esas fechas era mayor, por lo que no pude tocarte ni un solo pelo, pero ahora si puedo- dijo arrancándome un pelo.

-Que gracioso- dije sarcástica.

-Juana de Arco, dentro de seis horas morirás, ¿no tienes miedo?- me preguntó.

-Confío en Dios, y se que mi sacrificio servirá de algo- le dije. Esa confianza en Dios le sacó de quicio.

-Sigues confiando en él incluso en estas circunstancias en las que te dejará morir- estalló, parecía incomodo con mi respuesta.

-Y a ti que mas te da, ¿no será que estas preocupado por mi?-le dije desafiante.

Tras estas palabras me abofeteó con dureza.

-No es eso…- me dijo con tono abatido.

Entonces estallé y le grité:

-Pues si no tienes más que decirme vete.

Se dio la vuelta y se dirigió a la puerta en silencio, pero antes de que la atravesara percibí unas minúsculas lágrimas en los contornos de sus ojos.

-Tengo que pensar algo, si mi sucesora muere Dios estará acabado, esto es lo que pasa cuando una única persona tiene que llevar esta pesada carga en sus hombros.

“¡Eso es!”. En ese momento comencé a rezar a Dios y a pedirle un gran favor.

“ Dios celestial, tu que nos guías desde tu trono en el paraíso, quiero pedirte que cuando las abrasadoras llamas de la hoguera consuman mi cuerpo, mi alma se divida en dos y quede dormida en dos jóvenes puras de corazón y de alma, y despierten cuando el mundo esté en paz.”

Le estuve rogando a Dios durante seis horas, esperando con desesperación que mis plegarias fueran escuchadas.

… … … … … … … … … … … … … …

-Muerte a la bruja- gritaba la multitud ávida de una ejecución.

Cuando llegué a la hoguera, el Rey de los demonios ya se encontraba allí, callado, con sus ojos fijos en los míos. Solo en el momento de encender la hoguera, se acercó a mí y susurró de manera que solo yo pudiera oírle:

-Lo siento, Jeanne, te he dado muchas…

-Ahórratelas y enciende la maldita hoguera, he aceptado mi destino- le corté con una sonrisa.

Encendió la hoguera, y entre las llamas de mi martirio le dije:

-Recuerda esto- el se dio la vuelta sin poder mirarme a la cara- me volverás a ver.



Les madmoiselles de la rosa blanca

-¡¿Cómo que les mademoiselle de la rosa blanca?! ¡Será de la rosa negra!
-De eso nada, ¡blanca!
-¡Negra!
-¡Blanca!
-¡¿Ah, si?! Pues luchemos para ver de que color se queda.
-¿Y cómo, si se puede saber?
-Con una lucha milenaria, el: piedra, papel y tijera.
-Eso está hecho.
-Piedra, papel y tijera, un, dos, tres, piedra las dos; piedra, papel y tijera, un, dos, tres, papel las dos, cachis; piedra, papel y tijera, un, dos, tres, tijeras las dos, contra ya me estoy cabreando; piedra, papel y tijera, un, dos, tres, ¡ja! Te gané se queda con la rosa negra.


I. Les madmoiselles de la rosa negra


<< ¿Quién anda ahí? No te escondas te he visto pero, ¡si tienes alas!>>
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-¡Marta despierta que llegas tarde!- era la voz de una madre enfadada.- ¡Como llegues tarde te la vas a cargar!
-Ya, ya voy su sargento-dijo Marta G.
-¡Soldado, a vestirse y a desayunar!... ¡Pero mira las cosas que me haces decir!, venga, rápido, ¡que te voy a dar pal pelo!

… … … … … … … … … … … … … …

<< ¡¿Qué está pasando aquí?! , ¡¿Quién demonios eres?!>>
<< ¡Vigila esa lengua! ¡Que soy un ángel, so tonta!>>
<< ¡Perdona, de tonta nada, que eres tú la entrometida que se ha metido en mi sueño!>>
-¡MARTA! ¡Despierta de una vez y deja de pegar y gritar a la almohada!- Gritaba otra madre enfadada en la otra punta de la ciudad
-¡Señora, si señora!-
-No empecemos…
-Es que parece un sargento mi señora
-¡Anda, déjate de tonterías y ponte a desayunar, que tu padre os está esperando en la mesa.
Mientras Marta M. se dirigía al salón oyó como su madre entraba en la habitación de su hermano y gritaba atacada:
-¡Enrique, despiértate ya y deja de sobar la almohada! ¡¡¡¡¡¡¡¡Y recoge esta habitación, que parece una cochambrera!!!!!!!!
-¿Qué, ya está mamá de sargento?- preguntó su padre con  una sonrisa de oreja a oreja cuando Marta M apareció en el salón.
-Si papá, buenos días papá

… … … … … … … … … … … … … …

-¡Marta, corre!-Pensaba Marta G.
-Corre, Marta, corre; por favor, que no halla llegado el de Sociales-Pensaba Marta M.
En ese momento, llegaron a la entrada.
-Hola Marta- dice Marta G
-Hola Marta- dice Marta M
Muac, Muac
-Corre que llegamos tarde- dice Marta G
-Tarde no, tardísimo-dice Marta M con desesperación.
-¿Te imaginas que al final no haya clase?
-Primero, es imposible y segundo, eso solo ocurre en las novelas cutres
En el momento en el que llegaron, percibieron que en la puerta había un pequeño cartelito que rezaba:
 “Lamentamos las molestias pero el IES Isabel de España va a estar cerrado durante las próximas dos semanas por reparación de daños causados durante las vacaciones de Navidad”
Marta M leyó lo que decía el cartel y… se cayó de culo.
-Esto no es normal, tanta carrera para nada, ¡qué decepción!
-Sin comentarios- dijo Marta G terminando de leer el cartel.
Marta M se levantó frotándose el culo.
-¡Qué daño!- se quejó.
-Bueno, ¿vamos al patio o a la cueva?- propuso Marta G.
- A casa, ¿tal vez? ¡No seas tonta, no hay clase!- le recriminó Marta M.
-Tienes razón- se disculpó Marta G- ¿Vamos a mi casa?
-Si tantas ganas tienes- se hizo la interesante Marta M.
-Si es que mi madre se fue al sur y no volverá hasta la una y si no me aburro venga ven, Abuuuuuuuu…
-Si tanto te apetece, me da lo mismo, espera, que llamo a mi madre y la aviso.- dijo cogiendo el móvil y marcando el número. Tras una corta espera respondieron.
-¿Si?
-Ma, no hay clase y me voy a casa de Marta García ¿vale? OK, ¡ciao!
Colgó el teléfono y continuó caminando.
-¿Qué te dijo?- preguntó Marta G con impaciencia.
-¡Bah!, lo de siempre, que me porte bien, no de mucho la lata y no vuelva más tarde de las diez, lo normal.
-Oye, ¡no te pases!
-No me paso, es lo normal.
-Lo normal en tu casa, mi niña.
Y mientras discutían, no se habían dado cuenta deque casi habían legado a la casa de Marta G.
-¡Mira, tu casa!- trató de finalizar la pelea Marta M, para que no estuvieran así todo el día.
-Si, tú distráeme para que dejemos de discutir, bueno, vamos a entrar, ¡ups!- exclamó Marta G.
-¿Qué pasa?- dijo Marta M con cara de: Marta, ¡¿Qué has hecho?!
-Creo que me ha dejado las llaves arriba- dijo con la voz aguda a causa del miedo por la reacción de Marta M.
-¡¿Tu eres tonta o que te pasa?! ¡¿No está tu madre y te dejas las llaves?! ¡¿Cómo pensabas subir?!-gritó Marta M hastiada, tras lo cual, soltó una larga retahíla de tacos, haciendo que Marta G se encogiera.
-Hombre, es que mi madre volvía a la una e hipotéticamente tendríamos que estar en clase de sociales comparando al profe con George Clooney y tendríamos que salir a las dos ¿No crees que no me harían falta las llaves porque mi madre estaría en casa?-trató de argumentar Marta G con Marta M.
-¡Por qué crees que las llevo siempre encima! ¡Por si pasa algo como esto!- gritó Marta M muy cabreada.
Sin darse cuenta se habían enzarzado en otra discusión estúpida, mientras unos seres las observaban discretamente. Uno de ellos con gran agilidad se introdujo en la casa de Marta G, cogió las llaves y al intentar salir, se engancha con el borde de la ventana y se le caen las llaves en la cabeza de Marta G, que se desmaya.
-¡Marta! ¡Despiértate que estamos discutiendo! ¡No te permito que te hagas la dormida para librarte de la discusión! ¡¡Marta!!- le gritó Marta M abofeteándola con mucha dureza.
-¡¡Ah!! ¡Marta, no me pegues!, oye, mira las llaves- exclamó Marta G.
-Sin comentarios- dijo Marta M mirando hacia arriba, hacia la ventana de Marta G- M…M… ¡Marta! ¡¿Qué es eso que hay en tu ventana?!
-Tiene el pelo verde, alas, parece un muñequita… ¡No fastidies…!-dijo Marta G abriendo la puerta de la entrada y corriendo hacia las escaleras como alma que lleva el diablo.
-¡Espérame, so loca!- gritó Marta M saliendo disparada tras ella.
Al llegar a la puerta, Marta G se dio cuenta que Marta M la estaba persiguiendo, se asustó y trató de abrir la puerta con todas las llaves, pero ninguna funcionaba, le dio con el dedo a la puerta y Marta M dijo:
-¡Esta niña es tonta! ¿A quién se le ocurre dejar la puerta abierta? ¡Cómo te hayan robado me río y te pego! ¡¡So tonta!!
Entraron y comprobaron que todo estaba en su sitio, hasta que Marta M entró en un cuarto al lado de la sala de estar y gritó:
-¡Marta, recoge tu cuarto, por el amor de dios! ¡Esto parece una pocilga!
-Ya, es que hoy nos toca la limpieza Jiji- se rió tímidamente- Espera, ¿por qué entramos tan estrepitosamente en mi casa? Es que no me acuerdo.
-¡Ay! Deja que yo te refresque la memoria, ¡¡¡¡¡Estoy a punto de caerme por la ventana!!!!!- dijo en ese momento el ser.
-Marta, ¡cógela, corre!- chilló desesperada Marta G.
-Esta bien, pero…- empezó a decir Marta M.
-¿Qué pasa?- preguntó el ser.
-¡Tienes alas, so tonta! ¡No te vas a caer porque volarías!- le gritó Marta M.
-Es verdad- dijo el ser soltándose sin necesidad de que las Martas la ayudaran.
-¡Oye tú, no grites a Finn que te pego!- dice el otro ser entrando también por la ventana.
-¡Hombre, pero mira quien está aquí, la entrometida!-exclamó Marta M.
-¡De entrometida nada, monada!
-Gracias por el halago.
-¡¡No era a ti, so tonta!!
-¿A no?, ¿entonces a quién era, a tu amigo invisible?
-Hola, estás bien- le preguntó Marta G al ser.
-Si, gracias, me llamo Finn y soy un ángel en prácticas.- dijo el ser dulcemente- y tu eres Marta, ¿verdad?
-Vaya, sabes mucho de mi- dijo Marta G curiosa.- ¿Y quién es ella?
-¡Ah! Ella es Fann mi hermana, también está en prácticas- le explicó Finn.- ¿Quién es ella?
-Es una amiga, bueno….
-Si se la pude llamar así- dijeron a la vez.
-Oye, las peleas de Fann… ¿Cuánto duran?- Preguntó Marta G.
-Depende- le respondió Finn encogiéndose de hombros.
-¿De qué?- se interesó Marta G.
-Del cabreo que tenga, y como la veo le durará unos dos o tres días.- dijo Finn con poco interés.
-¡Anda, cómo a Marta!- exclamó sonriendo Marta G.
-¡Eso no es cierto!- chillaron Marta M y Fann a la vez.
-¡Yo no me parezco a esta estúpida!- volvieron a chillar fulminándose con la mirada.
Siguieron discutiendo una o dos horas más hasta que Marta G y Finn gritaron:
-¡¡Ya basta!!
-Que lleváis dos horas así, contra- gritaron ambas fulminándolas con la mirada.
-¡No es cierto!-Volvieron a coincidir Fann y Marta M.
-Mira,- dijo Marta M cabreada- vamos a dejar de pelear, ¿tregua?
-Tregua- coincidió Fann chocando las manos a modo de pacto de paz.
Se sonrieron y Marta M dijo:
-Ahora que me fijo, si no fuera por el pelo verde y las alas, vosotras dos seríais iguales-constato Marta M refiriéndose a Marta G y Finn.
-¡Es verdad, qué fuerte!- coincidió Fann.
-Bueno, ya terminada la pelea y echas las paces, ¿nos podríais explicar por qué estáis en mi casa?- preguntó Marta G.
- Es que…- dijo Finn mirando a Fann, la cual le asintió para que siguiera hablando- Dios me ha mandado a buscar a la reencarnación de Juana de Arco.
-¡Eso no es cierto, me lo ha mandado a mi!-gritó Fann escandalizada.
-De eso nada, que Dios me lo dijo personalmente- presumió Finn.
-Y a mí, ¡so estúpida!- dijo Fann con voz burlona.
-Y después eres tu la que dice que no se metan conmigo.- le reprendió Finn.
-¡Mira, no me toques las narices!-dijo Fann cada vez más cabreada- ¡Qué no está el horno para bollos!
-¡Dejaos de peleas!- gritó Marta M más que harta de estas broncas- ¡A ver, Fann explica tu versión de los hechos, luego Finn explicará la suya!
En ese momento, las dos pararon la pelea y respiraron hondo, mientras Fann se preparaba para comenzar su versión de los hechos.
-Era una calurosa y oscura noche de verano…
-¡Fann déjate de estupideces y cuéntanos lo que pasó sin da tantos rodeos!-le reprendió Marta M.
-¡Vale, vale…! Yo solo quería darle algo de emoción a la historia. Bueno me llamaron del despacho de Dios y cuando llegué me pidió que buscara a la reencarnación de Juana de Arco. ¡Contentas!- exclamó Fann sin andarse por las ramas.
-Bueno, ahora te toca a ti, Finn- le dijo Marta G al ángel.
Pero Finn estaba callada, con los parpados cerrados.
Marta G fue a tocarla y de pronto se dio cuenta de que…
-Marta- le dijo a Marta M- creo que se ha quedado dormida.
-¡Finn, so tonta, despierta, no te permito que te duermas mientras explico mi versión de los hechos!- le gritó Fann a Finn al oído- ¡esto es increíble!
-¡Qué ha pasado, yo estaba durmiendo, digo… no estaba dormida- dijo Finn.
-Yo no se a quién se parecerá, pero a mi no- dijo Marta G.
-¡No qué va!- gritaron Marta M y Fann sarcásticas.
-Bueno, voy a contároslo- dijo Finn seria.
-Yo estaba revoloteando por el jardín de jazmines alados, un tipo de flor del cielo, cuando Eve la mano derecha de Dios me mandó a llamar de parte de Dios, el cual me dijo: “Finn el demonio ha estado mandando durante… bla bla bla…- continuó Finn durante los siguientes largos y tediosos veinte minutos.
-Bueno, y eso es todo- finalizó Finn.
-y después nos quejamos de Fann…- dijo Marta G desperezándose.
-¿Qué dices de quedarnos de Fann?- preguntó Marta M entre bostezos, levantándose del suelo, donde había caído dormida.
-Jo, habéis pasado un kilo de mí- dijo Finn con aura marginada.
-¿Pasado un kilo? ¡Que va, solo nos aburrías!- dijo Fann con indiferencia dándose la vuelta.
-Bueno, dejémonos de tonterías- dijo Finn seriamente.
Las otras tres la miraron con cara de “mira quien fue a hablar”.
-La cuestión es- determinó Marta G- si buscáis a la reencarnación de Juana de Arco ¿qué hacéis en mi casa?
-Es que Marta M es la reencarnación de Hanna Montana- dijo Fann medio dormida.
-¡De eso nada!- gritó Marta M sobresaltando a Fann.
-Perdón, perdón, Juana de Arco- se disculpó Fann.
-No, es Marta G- dijo Finn.
Las dos se miraron.
-Para saberlo, hay que sacar  “eso”- dijo Finn.
-Encantada- la retó Fann.
Finn saco “eso” y exclamó escandalizada:
-¿¿¡¡Pero que pasa, aquí solo tengo la mitad!!??
Entonces Fann sacó también su “eso” y  gritó:
-¡¡Ah!! ¡¡Finn ya lo rompiste, el mío también está a la mitad!!
Y empezaron a discutir, y en eso estaban, cuando las Martas se alejaron y Marta G dijo:
-¿No te has dado cuenta de que esas dos cosas son lo mismo?
-Si,- dijo Marta M- creo que hay que unirlas.
Tras decir esto Marta M se hizo con una de las dos mitades y Marta G con la otra.
-Y… las unimos, ¿no?-preguntó Marta G.
Marta M la miró con cara de: “no, si te parece nos lo comemos”
-Indirecta pillada- dijo Marta G un poco asustada.
Las Martas  acercaron las dos mitades y… las dos mitades se unieron con un rayo de luz cegador tirando a las Martas a Finn y a Fann al suelo. Cuando pudieron abrir los ojos se quedaron maravilladas. Las dos mitades se habían convertido en un precioso rosario cuyas mitades eran de diferentes colores, una negra y la otra blanca.
Marta M abrió la boca y la volvió a cerrar sin encontrar nada que decir, los dos ángeles tenían los ojos anegados en lágrimas.
Entonces Marta G dijo:
-¡¡Me pido la parte blanca del rosario!!
-Y yo la negra, que significa maldad- dijo con una risa malvada.
-Pero si el rosario no se puede dividir- dijo Finn.
-¡Eso es lo que tu te crees!- exclamó Fann burlona.
Tras decir esto los ángeles notaron que las Martas se habían acercado al rosario como hipnotizadas, lo estaban cogiendo y….
-¡Mira, tengo la parte que quería!- exclamó contenta Marta M
-Y yo, ¡que guay! Oye, hay una notita en mi rosario, voy a leerlo:
“Queridas Finn y Fann: os dije y os expliqué con un gran discurso que no voy a repetir en mi inmortal vida…
-¡Ay va! también hay un nota en el mío, y parece la continuación de la tuya y dice…
“¡¡Cada una de vosotras tenía que buscar a una de las dos reencarnaciones de Juana de Arco, no que buscarais a una sola!!”
-Con cariño y besos de Dios todopoderoso etc…- terminó Marta G.
-Eso no lo pone- dijo Finn examinando las notas de las Martas.
-Ya, pero se sobreentiende- dijo con sarcasmo Marta G.
-Osea, que hay dos reencarnaciones de Juana de Arco- dijo Fann analizando la nota de Marta M con el ceño fruncido y la voz grave.
-Si- coincidió Finn pensativa.
-Vale, somos la reencarnación de Juana de Arco pero…- dijo Marta G.- ¿Qué tenemos que hacer?
-Robar- dijo sencillamente Fann con indiferencia.
-Ah, bueno, si solo es robar…¡¡robar!!- exclamó Marta M- ¡Estamos locos! ¿y qué tenemos que robar?
Mientras terminaba de decir esto sonrió y se restregó las manos maliciosamente asustando a Finn, Fann y Marta G.
-Una cosa, ¿qué tiene que ver robar con derrotar demonios?- replicó Marta M.
-A ver, no me diréis que tenemos que robar obras famosas porque ahí están los demonios- dijo Marta G con sarcasmo, poniendo los brazos en jarras.
Fann silbó mirando a otro lado y dijo:
-Finn, tenemos que hablar.
Los ángeles se alejaron y comenzaron a hablar entre rápidos susurros.
-Me da que has dado en el martillo- dijo Marta M con una risilla tonta.
-Mira, sin comentarios, ¡Y se dice en el clavo!- le gritó, dejándole restos de saliva en la cara.
-Estaba diciendo una de nuestras patadas al diccionario, so babosa- dijo Marta M sacando un pañuelo de seda y limpiándose la saliva de la cara- ahora voy a tener que volver a lavarme la cara y además desinfectármela.
En esos momentos Finn y Fann dejaron de cuchichear y volvieron al lugar en el que las chicas habían vuelto a comenzar una pelea, ¡qué raro!, tenían el semblante serio y se les estremecían las alas.
-¿Qué ocurre?- preguntó Marta G al ver el semblante tan serio de  ambos ángeles.
-Lo que pasa es que…- comenzó Fann- ¡Finn tiene diarrea!
-Nos tomáis el pelo, ¿verdad?- preguntó Marta M sin creerse la chorrada que acababa de soltar Fann.
-¡Pues claro!- dijo Fann burlona.
-El problema es que aun no sabemos como habéis podido averiguar lo del demonio y las obras- explicó Finn.
Entonces Marta G se dirigió a su cuarto y resolvió el misterio de esa adivinación.
-Es por esto- dijo mostrándoles la portada de un Manga.
-¡Ya contra!- exclamó Finn al ver el argumento.
-¡Friki!- le recriminó Marta M a Marta G.
-Mira, esto es o que Dios se ha copiado o la dibujante se enteró del plan celestial, cosa muy poco probable.
-¡Dios es un copión de primera y el demonio de segunda!- exclamó Marta M escandalizada.
-Sabes que Dios está en todas partes, ¿verdad?- le preguntó Finn.
-Lo sabe y le da igual- dijo Marta G.
-No es eso, solo constato hechos y el lo sabe- le dijo Marta M poniendo los ojos en blanco.
-Bueno, volviendo a lo de robar- redirigió Finn la conversación- No es robar propiamente dicho, solo tenéis que sellar a los demonios en piezas de ajedrez y al hacerlo las obras desaparecen, por eso la mejor tapadera es la de ladronas- determinó con convicción.
-¿Y para hacerlas desaparecer usamos bolis que salen de unos bastones y escribimos Jaque Mate?- preguntó Marta M burlona.
-¡Queréis dejar de hacerlo!- gritó Fann cabreada.
-¿Hacer el qué?- preguntó Marta  extrañada.
-Adivinar las cosas que vamos a deciros a continuación, además, lo de los bolis no venía en el Manga, aquí pone que los sellan con chinchetas.
-Es que se veía venir- dijo Mata M.
-Entonces, ¿aceptáis?- preguntó Finn seriamente, tendiéndole el rosario blanco a Marta G, en señal de pacto. Fann hizo lo propio con el rosario negro, enseñándole a Marta M cara de desafío.
-Jaque Mate- dijo Marta M agarrando el rosario.
-Yo no voy a ser menos- dijo Marta G tomando el rosario blanco, sellando de esta manera un pacto que las uniría durante muchos años.



II. Las Ladronas Fantasma
Parte I

Marta M despertó con el pequeño cuerpo cálido de Fann acurrucado en su regazo.
-Buenos días dormilona- Era Beatriz García, su madre, desde una silla cercana a la cama que le hablaba.
-Ma… ma… ¡mamá! ¿Cuánto tiempo llevas ahí?
-Lo suficiente como para saber que mi hija llama a una tal Fann en sueños y también que habla de algo de una reencarnación de Juana de Arco- dijo con una ceja levantada en señal de extrañeza- bueno, a lo que íbamos, te quería decir que te vas a tener que quedar sola ya sabes lo que hacer, te haces la comida y si quieres puedes traer a alguien a casa, bueno, me voy, te quiero.- le besó la frente con dulzura y salió apresuradamente por la puerta principal.
-Te quiero- dijo Marta mientras la puerta se cerraba, una lágrima se escurría por la comisura de sus ojos, normalmente ocurría este tipo de cosas, su familia estaba demasiado ocupada para pasar tiempo con ella.
Se limpió la lágrima y se levantó, dejando a Fann en la almohada.
“No me puedo permitir ser débil ahora que soy la reencarnación de Juana de Arco” pensó mientras se dirigía a la cocina, desperezándose como un gato, al llegar a la cocina se preparó el desayuno.
Con el desayuno en la mano se dirigió al comedor  y encendió la tele, con la mano libre cogió el teléfono marcó un número y lo dejo sonar…
-¿Diga?- respondió una voz dulce.- ¿Con quién hablo?
Marta M se tapó la nariz y comenzó a actuar:
-Buenos días- dijo con voz chillona y gangosa a causa de la nariz taponada- Llamo del IES Isabel de España, puedo hablar con la joven Marta García Herguedas, es sobre cierta expulsión.
-¿Marta?- preguntó la voz identificándola.- ¿¡Cómo que Marta G está expulsada!?- continuó escandalizada.
-¡Perdone! Yo me llamo Emilia Fernández Suárez, no Marta, ¿Quiere pasarme con Marta G?- dijo Marta M todavía actuando, haciendo que su voz sonara escandalizada.
-No, tú eres Marta M y yo soy Finn- dijo el ángel poniendo la voz como si le hablara a una loca, levantando la voz por si la joven no la había escuchado.
-¡Le he dicho que no!-gritó Marta- Se lo repito por última vez, no se quién es, pero como no me pase enseguida a Marta García…
-¡¡Está durmiendo y está gritando el nombre de un chico y diciéndole que no se vaya, que se lo va a comer!!- le gritó Finn ya harta de tanta tontería.
A Marta M se le escapó una carcajada sin poder evitarlo.
-Vale, OK, soy Marta, tírale un vaso de agua encima a la loca de mi parte.
-Si lo he intentado, pero al hacerlo dijo: “Menta, has corrompido al dulce chocolate creando un sabor mentolado”
-¡Para, por favor, que me muero de risa!- exclamó Marta desde el suelo, se había caído del sofá por culpa del ataque de risa que le había entrado.
-No, espera que todavía falta- continuó Finn- después de echarle el agua pensé en echarle leche, pero al hacerlo dijo: “Chocolate con leche, lo siento, te he engañado con tu amigo que engorda menos, el chocolate negro”
-Por favor para, que me muero, dile que he llamado cuando se despierte- dijo Marta M aún muerta de risa.
-OK- le dijo Finn.
Marta M colgó el teléfono y vio a Fann entrando en la habitación,  y desperezándose.
-¿Con quién hablabas?- preguntó bostezando.
-Con Finn, porque Marta G no estaba despierta, ahora, solo nos queda esperar a que llame.
… … … … … … … … …

-Marta, despierta- dijo Beatriz Herguedas, la madre de Marta G, sacudiéndole suavemente el hombro.
-No me apetece- dijo Marta G cubriéndose la cabeza con la manta.
-Vale, pues si no quieres me tendré que comer yo solla las tortitas con chocolate- dijo Beatriz incitándola.
Fiuuuuuu…
Tras decir las palabras tortitas y chocolate en la misma frase, un viento huracanado se arremolinó alrededor de Beatriz, era Marta G, que había recogido la camiseta, los vaqueros y las playeras y se dirigía al baño a toda velocidad.
-Tres, dos, uno…- Beatriz contaba los segundos que pasaban por reloj.
-¡Estoy lista!- exclamó Marta con una sonrisa de oreja a oreja, apareciendo por la puerta del baño a la velocidad del correcaminos.
-Venga, vamos a desayunar, además, te ha llamado tu amiga Marta, pero cuando fui a coger el teléfono, alguien ya lo había cogido, pensando que eras tu me acerqué, aunque lo que me encontré no fue lo que esperaba, sino que el auricular estaba suspendido en el aire- dijo su madre muy extrañada.
-Mamá… ¡estarías cansada y viste visiones!- improvisó Marta echándole una mirada a Finn que se podría traducir como: “Buena las has hecho bonita de cara”.
Cuando terminaron de desayunar, Marta se fue a lavar los dientes, y al acabar, le dijo a su madre:
-Mamá, voy a casa de Marta a hacer los deberes- le dijo mientras cogía el móvil.
-Vale, pero no molestes ni…
-Si mamá, lo se mamá- le cortó Marta mientras salía por la puerta.
Tras un rato caminando, Marta llegó a la parada de guaguas, se encontró con su profesora de matemáticas.
-¡Hola, Delia!- le saludó tocándole el hombro con suavidad. Al ver que no le respondía, que ni siquiera se giraba, decidió ponerse delante de ella para ver si así le hacía caso, pero cuando se puso delante de ella y la volvió a saludar, su fría mirada le produjo un escalofrío que le recorrió la columna vertebral, entonces ella la saludó:
-Hola Marta, disculpa, no te había visto- la voz que salió de su boca no era la misma a la que estaba acostumbrada a oír, era grave y cavernosa. Marta prefirió no dirigirle la palabra y alejarse lo más posible, cuando se sintió segura y se aseguró de que nadie la veía, sacó a Finn de la mochila.
-Finn, ¿no crees que mi profesora de matemáticas se está comportando de manera extraña?
-¡¡Marta, tu colgante está parpadeando!!- exclamó Finn entre susurros, señalando el colgante en forma de caballo de ajedrez blanco, cuyos ojos se habían vuelto rojos repentinamente.
-Si, ¿y qué pasa?- preguntó Marta sin inmutarse.
-Que significa que hay un demonio en las proximidades- continuó Finn entre susurros.
-¿No me digas?- dijo sin poder ocultar su emoción.
-Marta, ¿Estás contenta de que haya un demonio cerca?- le regañó Finn.
-Es que ya ha pasado una semana desde que accedimos a ser las reencarnaciones de Juana de Arco y aún no hemos entrado en acción- dijo uniendo los dos dedos índices unidos por las yemas, poniendo voz tímida.- Bueno, ¿y cómo encuentro al demonio?- preguntó con la voz normal de nuevo.
-Es simple, el colgante reacciona cuando está cerca del demonio en cuestión, y como aquí solo hay tres personas, con levantar el colgante en dirección a cada una de las personas y cuando empiece a parpadear, pues, será esa persona.
-Pero si no hace falta, si yo ya sé quien es el demonio- dijo del todo convencida.
-¿Quién?- preguntó Finn sorprendida por la rápida deducción de Marta.
-Fácil, Delia, mi profesora de mates- dijo poniendo voz de anormal.
-¿Cómo lo sabes?- le preguntó Finn sin poder creerse aún la rápida deducción de Marta.
-Prueba número uno, cuando hablé con ella tenía voz demoníaca, lo cual me causó un escalofrío.
-Tienes razón- le concedió Finn asintiendo.
-Y prueba  número dos, tras haber estado cerca de ella, el colgante comenzó a parpadear- terminó Marta con una sonrisa de oreja a oreja, orgullosa de si misma.
… … … … … … … … …
En otra parte de la ciudad…
Marta M se retorció a causa del escalofrío que le recorrió toda la columna vertebral.
-No es posible, menudo escalofrío me acaba de entrar, Marta G debe de haber dicho algo inteligente, porque sino, no me lo explico.

… … … … … … … … …
-Bueno, ahora tendremos que avisar a Marta M, ¿no?- preguntó Finn.
-Pero… ¡¡Yo no quiero estar en el mismo autobús que ese demonio!!- exclamó Marta entre susurros.
-Pues vete corriendo- dijo Finn como si hablara con una niña pequeña.
-Tengo una resistencia pésima- se quejo Marta con la voz al borde del llanto- en el examen saqué un dos con siete.
-Tranquila, al aceptar ser la reencarnación de Juana de Arco, has adquirido todas sus habilidades y se han aumentado las que ya poseías.
-Pues allá voy…- dijo Marta suspirando, tras esto, echó a correr en dirección a casa de Marta M.
A los cinco minutos, se encontraba en su destino, cuando normalmente habría tardado media hora o más.
-Bueno, ya hemos llegado- dijo tocando el timbre del telefonillo.
Cuando le abrieron, tomó el ascensor y pulsó el número de su piso. Cuando el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron, Marta salió al rellano y se dirigió a la puerta, al llegar se puso a llamar como una loca, ya que con el miedo y las prisas le había entrado ganas de hacer pis.
 Ding… dong… ding dong ding dong…
-¡Ya va, ya va!- gritó Marta M malhumorada, mientras se dirigía a la puerta a toda velocidad- ¡Qué me vas a fundir el timbre!
En el momento que se abrió la puerta, Marta G entró como un spútnik hacia el cuarto de baño.
-¡Se saluda ¿eh?- le gritó antes de asomarse para ver si algún vecino la había visto. Cerró la puerta  tras saludar a Finn, se dirigió al baño, donde la cisterna avisaba que Marta G había terminado.
-¡Ten más cuidado la próxima vez!- le espetó Marta M de mala manera- Recuerda que este es un barrio rico, si alguien te llega a ver corriendo de esa manera…
-Menos lobos, caperucita, que este barrio no es tan rico, solo un poco refinado- le contestó Marta G tratando de bajarle esos humos de superioridad que solía tener, sin llegar a conseguirlo.
-¡Eso es lo que tú te crees!- le espetó cabreada- ¡y cómo no tengas más cuidado, aquí no vuelvas!
-Lo siento, pero tenía muchísimas ganas de ir al baño, y no me podía aguantar, es que he venido desde la parada de mi casa hasta aquí corriendo y… ¡ah! Cierto, vine corriendo por que he encontrado a un demonio.
-Cierto, el demonio en el interior de Delia la de matemáticas ¿no?- dijo Marta M.
-¿Cómo lo sabías?- preguntó Finn extrañada.
-¡¡Se veía venir!!- exclamaron las dos jóvenes a voz en grito.
-Es una profesora estricta y además…- comenzó Marta G.
-¡No, de de estricta, es una amargada!- exclamó Marta M muy cabreada- ¿os podéis creer que una vez me puso un cuatro con novecientos noventa y nueve ¡y no le dio la gana de subírmelo a un cinco! ¡Fue humillante!
- Vale, se nota que la odiáis por todo eso, pero lo hizo por que tenía un demonio en su interior, pero tenemos que ayudarla- les rogó Finn- esta será vuestra primera misión- continuó, con intención de calmarlas.
-Si, si, seguro que fue por el demonio, seguro- le interrumpió Marta M sarcástica.
-Venga, Marta, por favor- le rogó Finn- te necesitamos Fann y yo, es más, te necesita el mismísimo Dios- continuó comprobando que no conseguía nada- si no cumplís esta misión, Fann y yo no lograremos ser ángeles puros y el Rey de los demonios se apoderará del mundo y todos desaparecerán- terminó con un tono triste en la voz.
-Te odio- masculló Marta M.
-Tomaré tu respuesta como un si- exclamó Finn alegremente.
-Bueno, y una pregunta más, ¿dónde está Fann?- preguntó Marta G.
-Tranquila, ha ido a mandar el aviso a vuestra profesora, para que cuando le vayáis a robar esté avisada- dijo Finn sin darle mucha importancia.
-Ah, vale… ¡¿cómo?!- gritó Marta M- ¿¡¡estamos locos o que nos pasa!!?
-Siempre se ha hecho así- dijo Finn.
-No me extraña que mataran a Juana de Arco- le dijo en voz baja Marta G a Marta M.
-No me extraña, ¡con esta MIERDA de método!- despotricó Marta M.
-No es verdad, es un método por el cual el demonio sabe que vamos a por él y se pondrá a la defensiva, haciéndonos saber en que objeto se ha escondido- les explicó Finn.
 -Y… ¡¿no conocéis una cosa llamada “factor sorpresa”?!- refunfuñó Marta M con gran sarcasmo.
-Pu puru pu- dijo Fann entrando por la ventana, imitando a una trompeta.- la cartera celestial se presenta ante vosotras.
-La que faltaba,- rumió Marta M al verla- la subnormal de turno.
-¡Subnormal tú!- le gritó Fann.
Marta G, viendo que se avecinaba una pelea, se metió en medio y gritó:
-¡Ni se os ocurra pelearos ahora!
-¡Que os pego!- exclamó Finn, intentando hacerse la dura.
-¡Tú no te metas!- le chillaron Marta M y Fann, sin siquiera mirarla.
Entonces Finn se echó a llorar.
-Buaaaaaaa- Finn sollozaba, pero gracias a eso dejaron de discutir.
-Tranquila Finn- le decía Marta G con voz tranquilizante, acariciándole la cabeza.
-Llorona- murmuraron Marta M y Fann mirando hacia otro lugar. Tras esto, ninguna pudo aguantarse y estallaron en carcajadas.
-Chócala- consiguió decir Marta M entre risas.
Chocaron las palmas y siguieron muertas de risa. En este momento, a Finn se le encendió su amor propio y dijo:
-¡Podéis seguir riéndoos mientras Dios se muere, así que centraos de una vez, hostias!
Marta G se quedó estupefacta, nunca había visto a la dulce Finn de esta manera. Marta M y Fann se miraron y… volvieron a estallar en carcajadas.
-Lo… siento…- dijo Marta M entre risas- ya nos centramos, ya nos centramos.
Respiraron hondo unas veinte veces y trataron de calmarse por todas las maneras, pero no pudieron.
-Me vas a matar de la risa- suspiró Fann- y eso que soy inmortal.
Siguieron así unos veinte minutos, tiradas en el suelo, hasta que consiguieron calmarse, a duras penas. Se levantaron con dificultad y se limpiaron las lágrimas.
-Ya está- dijo Marta M todavía riéndose un poquito.
Finn seguía mosqueada y le dijo a su hermana con un tono enfadado en la voz:
-¿Has averiguado algo? ¿Cuál es la hora a la que vamos a actuar?
Fann, a la que le había vuelto a entrar la risa, se giró y dijo:
-A las doce en el instituto, no habrá nadie.
-Claro que no, porque todo el mundo estará durmiendo a esa hora, cosa que nosotras también deberíamos hacer- dijo Marta M enfurruñada.
-Bueno, lo que haremos será ir a algún lugar para encontrarnos- dijo Marta G.
-¿Qué os parece la plaza del obelisco?- propuso Finn.
-Me parece bien- dijo Marta M con una seriedad poco común en ella.
… … … … … … … … …
24:00. Marta G miró su reloj y dijo:
-Ya es la hora
-Bueno, vamos a ver que tal lo hacéis- dijo Finn.
-Nosotras nos quedamos en la retaguardia y nos comunicamos con un auricular que tendréis cuando os transforméis.- dijo Fann seriamente.
-Bueno, Finn, vamos allá- dijo Marta G guillándole el ojo al ángel.
-OK- sonrió Finn. En ese momento la gema de la frente del ángel se iluminó y el caballo del colgante se convirtió en el rosario blanco, Finn dirigió la luz hacia la gema central del rosario, haciendo que esta comenzara a brillar.
Marta M la miró extrañada por su comportamiento, acostumbrada a una chica torpe, desordenada y muy insegura, que en estos momentos se comportaba de una manera totalmente contraria a la habitual.
Marta G hizo un salto hacia el obelisco y agarró el rosario contra su corazón, y antes de decir nada, alzó la vista al cielo, estaba precioso esa noche, pero como de costumbre, Marta M la sacó de sus ensoñaciones:
-Sube ya, ¡qué te pincho el culo!, so gorda.
-La gorda serás tú- le dijo, pero como no quería discutir con ella, continuó subiendo.
Marta G llegó a la parte alta del obelisco y le dijo a Marta M:
-¡Sube! Hay una vista fantástica desde aquí, además, se ve muy bien el instituto.
Finn subió volando y le dijo:
-Marta, déjate de vistas y no te entretengas.
Marta M subió al obelisco de un gran salto, miró seriamente a Marta G y le dijo:
-Menudas vistas.
Una fría brisa le azotó la cara y le apartó el pelo de la cara, mientras a Marta G le entraba un escalofrío.
“Gracias viento” pensó sonriendo, elevó la cabeza y miró pensativa al cielo.
-¿Por qué sonríes?- le preguntó Marta G.
-El viento me ha hablado- dijo Marta M cerrando los ojos, muy concentrada.
-Ya, pues espero que te haya dicho que estamos encima de un obelisco, a unos… veinte metros de altura- le dijo con los brazos en jarras.
-Nos desea suerte, y dice que va a estar de nuestra parte todo el rato- dijo Marta M como si estuviera en trance, con la sonrisa cada vez más ancha.
Pues espero que su suerte funcione- dijo Marta G y le guiñó el ojo a Fann en señal de “ilumínale el rosario que si no nos quedamos aquí hasta mañana.
Fann iluminó el colgante de Marta M y ocurrió lo mismo que en el de Marta G, Marta M que seguía concentrada no se dio cuenta de lo que había hecho Fann.
-¡Bien!- dijo Marta G entusiasmada, cogió la mano de Marta M y dijo:
Let’s go!- y saltó junto con Marta G.
En mitad de la caída Marta M abrió los ojos, unos ojos serenos, calmados, llenos de una determinación que ni Finn ni Fann habían visto desde la muerte de Juana de Arco. Se giró hacia Marta G y le dijo seriamente:
-No estaría mal que me avisaras antes de saltar.
-Es que… como estabas tan concentrada- dijo Marta G esperando el enfado de Marta M.
Pero Marta M no se enfadó, si no que ladeo la cabeza y la siguió mirando de esta manera. Tras un rato en silencio Marta M le dijo a Marta G:
-Creo que deberíamos transformarnos, o nos espachurraremos contra el suelo.
-Tienes razón- dijo Marta G frotándose la cabeza, cogió el rosario entre las manos- ¡oh, no!, el rosario no reacciona- dijo Marta G mientras agitaba con violencia de un lado a otro al pobre rosario.
-No habrá que decir algo así como… “Juana de Arco, concédenos tus poderes”- dijo seriamente mirando al frente- ¡en serio te digo que en ocasiones parezco yo la friki!
-¡Si es verdad!, me acabo de acordar- dijo Marta G a modo de disculpa.
Marta M suspiró y puso los ojos en blanco.
-Bueno, tenemos que decirlo a la vez- le dijo Marta G.
Marta M agarró a Marta G de la mano y le dijo:
-A la de tres, una, dos y… ¡tres!
-¡Juana de Arco danos tus poderes!- gritaron a la vez, parándose en el aire y comenzando la transformación.
Los dos rosarios brillaron y se transformaron en dos pares de alas de ángel color rosa que se aterieron a las espaldas de ambas muchachas, haciéndose cada vez más grandes, entrelazándose con sus jóvenes cuerpos. Repentinamente, las siluetas de las jóvenes se rodearon de un manto rosado y las alas empequeñecieron. Las muchachas se apoyaron en una rama de un árbol cercano, volvieron a saltar, las pequeñas alas les hicieron volar, y de repente, el manto rosa se empezó a deshacer dejando al descubierto la transformación.
Primero, la cabeza; el cabello de ambas se había vuelto rubio, más rubio en el caso de Marta M; el peinado de Marta G era una coleta alta y a Marta M le salieron dos coletas ridículas y los ojos, los de Marta G de un violeta profundo e inmaculado, y los de Marta M, grises como la bruma matinal.
Después, apareció el cuerpo, que era de unas jóvenes de diecisiete años y con una ropa completamente diferente.
Y por último, se terminó la transformación con la aparición de unos guantes, unos brazaletes, un cordón en la cintura y unos lazos en las botas.
-Fuertes y decididas- dijo Marta G.
-Incomparables y maravillosas- continuó Marta M.
-Enérgicas y valientes- terminaron ambas.
-Somos las ladronas del viento… Enviadas por los dioses- finalizaron las jóvenes



II. Las Ladronas Fantasma
Parte II

Cuando ambas jóvenes abrieron los ojos, notaron algo nuevo en su interior, un poder ilimitado que crecía a cada segundo.
-Es una sensación increíble- dijo Marta G sonriendo.
-No encuentro palabras para describirlo- En ese instante, Marta M se miró y soltó un improperio impropio de una dama. Marta G se asustó y le preguntó:
-¿Qué ocurre? ¿Por qué te enfadas?
-Esto no se incluía en el trato- dijo mirando a Fann muy cabreada- habíamos quedado en que mi pelo se quedaba como estaba, se ha vuelto rubio platino, casi blanco, y además, ¿por la cara estas dos ridículas coletas de niña pequeña?- dijo apresurándose en quitárselas.
-Ups- dijo Fann arrepentida- no pensé que esto pudiera pasar.
-¡AAAh!- chilló Marta G- tengo el pelo rubio.
-Lo siento- se disculpó Finn antes de que le echara la bronca.
-¡Me encanta!- dijo contenta, comenzó a mirarse- oye, me veo más alta y con la voz distinta, y mi transformación es exactamente igual a la de Kamikaze Kaitou Jeanne.
-Son los efectos secundarios de la transformación- dijo Fann sonriendo.
-¿Ah, si?- preguntó Marta M seria- ¿y si nos ponemos otros nombres?, yo quiero ser… ¡D’arc!
-¿Ese no es el apellido de Juana de Arco en francés?- preguntó Marta G, Marta M le asintió- pues entonces yo seré Jeanne- añadió Marta G sonriendo.
-Pues entonces, vamos a ocuparnos ya de la misión.- Marta M saltó del árbol en el que se habían posado y se alejó en dirección al instituto dejando al resto con la palabra en la boca.
-Mejor que la sigas rápido, Jeanne, porque al ritmo que va, se hace la misión ella solita- dijo Fann con una carcajada al ver que D’arc ya casi estaba en el instituto.
-¡Voy!- exclamó Jeanne contenta y saltó del árbol, tratando de alcanzar a D’arc.- Espérame- pero D’arc la adelantó y llegó rápidamente al instituto.
Cuando Jeanne llegó, se encontró a D’arc apoyada en la verja de entrada del instituto, con actitud despreocupada, con una rodilla doblada y los brazos cruzados delante del pecho, sonriendo con los ojos cerrados, mientras el viento le mecía el cabello.
-Al fin- dijo abriendo sus nuevos ojos, que eran grises como una mañana nublada- Vamos.
-Si- dijo Jeanne obediente. Las dos chicas se miraron y dijeron a la vez:
-Game Start- y saltaron por encima de la verja y se adentraron en el instituto.
-Entraremos por el tejado, porque la puerta está cerrada- dijo D’arc con mirada calculadora, analizando el lugar, y luego, al ser el patio sin tejado, saltaremos dentro.- Jeanne asintió.
Gracias a su agilidad llegaron al tejado sin problemas y se internaron en el instituto.
-Esto es demasiado fácil- dijo D’arc.
-No seas gafe- le dijo una voz desde el rosario.
-¿Fann?
-La súper ángel en prácticas Fann Fishu al habla.
-Menos lobos, caperucita- le soltó D’arc.
-Eso, hay que centrarse, el demonio está en la tercera planta, en el aula trescientos diez.
-¿Qué hará la profesora de matemáticas en el instituto a estas horas?- se pregunto Jeanne.
Las jóvenes subieron las escaleras hasta la segunda planta, pero se detuvieron en la primera al ver la luz de la jefatura de estudios encendida y varios profesores en su interior, haciendo papeleo.
-¿Qué ocurre, por qué os habéis detenido?- preguntó Finn, temiéndose lo peor.
-¿Por qué hay profesores en la jefatura a estas horas?- se preguntó Jeanne extrañada.- ¡Por supuesto!- exclamó dándose una palmada en la frente- las clases nocturnas del instituto, muy astuto, señor demonio.
-¡Será capulla! Cuanta más gente, más difícil nos resultará hacer el Jaque Mate- soltó Fann con muy mala leche.
-¡Tengo una idea!- exclamó Finn, una bombilla se encendió en su cabeza, pero nadie le hacía caso.
Mientras Fann y D’arc hacían una lista de tacos para soltarle a la profesora de Matemáticas; Jeanne comenzó a mirar su nuevo cuerpo maravillada y la pobre Finn seguía explicando su genial idea.
-Y entonces… cortocircuito… - decía ella sin que le hicieran caso- y esta es mi idea- terminó, haciendo que las jóvenes y Fann dejaran de hacer el tonto y se centraran en lo que debían hacer.
-¿Qué idea?- preguntó Jeanne.
-Pues que provoquemos un cortocircuito- propuso Finn.
-¿Y eso de qué servirá?- volvió a preguntar Jeanne.
-Cortará la luz, lo que nos permitirá hacer un Jaque Mate con más facilidad- dijo D’arc pensativa.
-Pues… vaya, es cierto- dijo Fann sorprendida.
-Pues manos a la obra- dijo Jeanne risueña.
Las chicas no se habían percatado, sin embargo, de que alguien las observaba escondido entre las sombras, y ese alguien, sonreía triunfante.
… … … … … … … … …
-Este debe de ser el cuadro de luces- dijo Jeanne abriendo un pequeño armario empotrado, que estaba poblado de pequeños interruptores.
D’arc miró todos  los lados, aguzando el oído, cosa que preocupó a Jeanne.
-¿Qué ocurre?- le preguntó con preocupación.
-El viento está inquieto, y eso me pone los pelos de punta- susurró- presiento que algo malo va a pasar, el viento me susurra que se avecinan problemas.
-Bueno, de momento vamos a cortar la luz- dijo Marta G bajando varias palanca.
Click!
Las luces se fueron apagando una a una, lentamente, mientras D’arc murmuraba:
-Problemas, esto nos va a traer problemas.
Jeanne bajó la última palanca apagando la última luz.
-¡Bien!- exclamó Fann, aunque D’arc seguía sintiendo mucho miedo y angustia le oprimía el pecho, que no auguraban nada bueno.
-No cantéis victoria tan pronto- dijo D’arc, solo que esa no era su verdadera voz, si no, una voz profunda y tétrica. Repentinamente, soltó una terrorífica carcajada y las luces se encendieron por si solas.
-¡¿Qué… qué ha pasado?!- exclamó Fann.
-Tienen un generador de repuesto- dijo D’arc en trance, recuperando su voz normal- El demonio nos vio y lo activó.
-¡Mecachis en la mar salada!- exclamó Jeanne- un momento… y… ¡¿tú como sabes todo eso?!- le preguntó alarmada.
-¿Cómo se el qué?- preguntó extrañada D’arc, sin saber que pasaba.
-Lo del generador y lo del demonio y…- tartamudeó Jeanne haciendo gestos extraños.
-No se de qué me hablas- dijo Jeanne pensando que D’arc se había vuelto todavía más loca de lo que ya lo estaba.
-Dejadlo, chicas- dijo Finn previendo aires de pelea.
-Tienes razón- dijo Jeanne tratando evitar la discusión- tenemos que llegar sin que nos pillen- continuó- pero por muy rápidas que seamos, algún profesor nos verá- finalizó con preocupación.
De repente sintió un golpe en la nuca y gritó. Se dio la vuelta y vio a D’arc, que rápida como el rayo, le dio otro golpe.
-No hace falta pasar por delante de los profesores- dijo con calma- ya que… hay algo llamado ventana.
-Pues, es verdad- dijo riéndose.
-D’arc… y… ¿qué hacemos con los alumnos que estén en el aula?, no podemos entrar en la clase con toda esa gente, y menos vestidas así- dijo Jeanne con preocupación.
-Oye, si yo puedo hablar con el viento, tu también podrás hacer algo- dijo D’arc- a lo mejor, puedes dormirlos, quien sabe.
-Tengo una idea, “eso” debería estar por aquí…- dijo rebuscando algo entre la ropa, rebuscando en cada pliegue de ropa.
D’arc la miró extrañada frunciendo el entrecejo.
En ese momento, Jeanne sacó “eso”, que era una especie de amuleto.
-¿Qué es eso?- preguntó aún con el entrecejo fruncido.
-Es el “Petit-Claire”- dijo Jeanne limpiando el cristal central del pequeño amuleto.
-¿Para qué sirve?- preguntó D’arc sin dejar de fruncir el ceño.
-Es un amuleto que contiene dos objetos que nos ayudarán en nuestros robos, pero ahora solo necesitamos uno de ellos- dijo Jeanne sonriendo, en ese momento puso la mano encima de la gema y dijo:
-Sleep Start- tras estas palabras, surgió una bolsita marrón, que tenía un cordón dorado cerrándola, cuando la bolsa salió del todo, Jeanne guardó el Petit-Claire.
De repente, a D’arc se le pusieron los ojos en blanco de nuevo y se le abrió la boca con una boca de terror.
-¿Qué te pasa?- preguntó Jeanne.
-Algo malo pasará- dijo una voz fantasmal desde la boca de D’arc mientras bajaba la temperatura de la habitación.
-Que frío- dijo Jeanne castañeteando, con un escalofrío.
-Habrá mucha sangre- siguió la voz- sangre roja y azul.
-D’arc, no querrás decir que a alguien se le caerá un bote de pintura encima- dijo Jeanne con guasa.
-Silencio- le cortó con dureza la voz- no oigo nada, el silencio es mortal, hay soledad, tristeza.
-Ya coño…- dijo Jeanne mirando para arriba.
-Veo un terrible accidente- dijo la voz perdiendo fuerza, cada vez más bajo.
Tras esto, Jeanne sintió como que algo salía de D’arc, haciendo que cayera al suelo, sin hacer ruido.
-D’arc, D’arc, despierta que tenemos trabajo… ¡No vale dormirse tras haber sido poseída por algo!- dijo Jeanne zarandeándola y abofeteándola con dureza para despertarla.
D’arc abrió los ojos lentamente y parpadeó varias veces, desorientada, perdida.
-¿Qué ha pasado?- preguntó llevándose una mano a la cabeza, con una mueca de dolor- ¡Qué dolor de cabeza!
-Creo que llevas tres minutos en trance- dijo Jeanne.
-¿Ah, si?,- dijo D’arc con voz cansada- Cuanto te apuestas a que mañana tengo resaca.
-Chicas, os estáis entreteniendo bastante- les regañó Finn a través del rosario.
-Ya nos damos prisa- dijo Jeanne.
D’arc ya estaba recuperada del gran shock que había recibido, así que las jóvenes subieron con cuidado las escaleras, para no hacer ruido, procurando que no les pillara ningún profesor.
Cuando llegaron a la 3ª planta empezaron a sentir un aura maligna, que aumentaba con cada paso que daban.
-Este debe ser el demonio- dijo Jeanne, refiriéndose a la extraña aura que había a su alrededor, en ese momento, llegaron a la puerta del aula, se miraron y abrieron la puerta suspirando. En el interior, el aula estaba llena de alumnos, unos treinta, más o menos.
Marta G abrió la bolsita y cogió un poco de polvo dorado en la mano.
-Aquí empieza el verdadero espectáculo- dijo Jeanne sonriendo con picardía, y entonces, todos los alumnos del aula se giraron en sus sillas y vieron a las dos jóvenes plantadas en la puerta, con determinación pintada en la cara.
-D’arc, necesito un poco de viento- dijo Jeanne picándole un ojo a su compañera con picardía.
Jeanne y D’arc intercambiaron una corta mirada de complicidad y sonrieron con malicia.
-Viento, compañero poderoso que nos ayudas y nos guías- rezó D’arc cerrando los ojos y bajando la cabeza en señal de sumisión- necesitamos que vengas y nos ayudes a derrotar a este enemigo.
Un viento fuerte entró en la habitación y rodeó a D’arc que susurró algo de forma inaudible, haciendo que el viento se acercara a Jeanne y la rodeara, esperando ordenes.
-Todo tuyo, hermana- dijo D’arc picándole un ojo a Jeanne con una sonrisa picara pintada en la cara.
-“Sleep Star Dust” polvo de la Estrella Dormida, realiza tu trabajo y hazlos caer en tu sueño profundo.
Tras estas palabras de Jeanne, ambas miraron hacia la clase, donde todos los alumnos habían caído en un profundo y tranquilo sueño.
-No estoy muy segura de…- comenzó D’arc pensativa D’arc, muy seria- de si se han dormido por los polvos o por lo largas que han sido las frases que hemos usado para cada cosa.
-Por una cosa o por la otra, lo importante es que están por fin dormidos- dijo Jeanne poniendo los ojos en blanco.
-¿Quiénes sois?- preguntó Delia asustada, con la cara pálida como si hubiera visto a un muerto.
-Eso no te va a servir para nada, sabemos perfectamente que has poseído a esta pobre mujer- dijo Jeanne, recibiendo una mirada de D’arc que parecía decir “De pobre nada, amargada”
Delia soltó una siniestra carcajada y de su interior salió una oscura sombra, dejando que el cuerpo de la profesora cayera inconsciente al suelo, con un ruido sordo.
-Un momento…- el demonio las miró indecisa- ¿Cuál de vosotras es la reencarnación de Juana de Arco?
Las jóvenes se miraron con complicidad, y mordiéndose una uña con picardía dijeron:
-Adivínalo.
El demonio las miró otra vez con indecisión, primero a una y después a la otra, tomó una decisión.
-Pito, pito, demonito, donde vas tu tan bonito, a la era demoniera, pin… pon… pal infierno, ¡tu misma!- tras esta gran demostración del pito, pito ¡¿demonito?! ¿y eso qué será?, bueno, a lo que íbamos, tras esto, comenzó a perseguir a D’arc.
-¡D’arc, aguanta, qué encontraré el modo de derrotarle!- exclamó Jeanne poniéndose a pensar, entonces, vio el bolso de Delia, del cual salía un aura demoníaca. Jeanne abrió el  bolso con celeridad y encontró el estuche de bolígrafos de colores que la profesora siempre usaba.
-Debería haberlo imaginado desde el principio- dijo Jeanne sacando el estuche del bolso.
-¡Eso es mío!- exclamó el demonio dejando de perseguir a D’arc para comenzar a perseguir a Jeanne.
D’arc suspiró:
-¡Qué alivio!
Jeanne volvió a pasarle el estuche a D’arc, provocando una maldición por parte de esta.
-Lo siento, cariño- le dijo al demonio con guasa- nuestra relación no funcionaría, no me gustan los pegajosos.
Estas palabras enfurecieron al demonio, que casi coge los bolígrafos antes de que D’arc se los pasara a Jeanne, que los cogió al vuelo.
-¡Finn, ¿Qué hacemos?!- exclamó Jeanne a voz en cuello, desesperada sin saber que hacer.
-Lo único que debéis hacer es dejaros guiar por vuestro poder espiritual, el que albergáis como reencarnaciones de Juana de Arco que sois- dijo Finn, sin perder la calma.
-Siento decirte esto, Finn- le gritó D’arc desde la otra esquina de la habitación- pero ahora mismo, mi poder espiritual esta cagado de miedo, y lo único que me dice es que corra- terminó, deteniéndose y girándose para encararse hacia el demonio.
-Pues…, vamos allá- le dijo a D’arc, saltó por encima del demonio y llegó hasta ella.
-¿Qué hacemos Jeanne?- le dijo D’arc- tu eres la experta en estas frikadas.
-Pues… decir algo así como… “En nombre de Dios”… e improvisar algo- dijo Jeanne rascándose la cabeza.
-Por ejemplo… “En nombre de Dios vuelve a la oscuridad ente maligno”- improvisó D’arc pensativa.
-Pues vamos allá- dijo Jeanne entrecerrando los ojos.
Las dos jóvenes dijeron lo que habían improvisado entre las dos, tras esto, el rosario comenzó a brillar con una luz cegadora. Cuando la luz se apagó, en las manos de ambas habían aparecido dos bastones con un caballo de ajedrez en la empuñadura, uno blanco y el otro negro.
Las chicas lanzaron el estuche al aire, y lo señalaron con los bastones.
-¡Jaque!- exclamó Jeanne dibujando una Jota en el aire, delante del demonio.
-¡Mate!- puntualizó D’arc escribiendo una M con una floritura impropia de ella.
Las dos letras comenzaron a brillar con una luz dorada, que hizo retorcerse al demonio, que gritaba con agonía, desapareciendo lentamente.
Cuando el demonio desapareció del todo, en su lugar apareció un peón blanco con una línea negra rodeándolo.
-Extracción completada- dijeron a la vez las jóvenes guiñando un ojo, mientras el peón caía en manos de D’arc.
-Y esto a llevárselo a nuestras dos ángeles favoritos- dijo D’arc metiendo el peón cuidadosamente el peón en una bolsita negra y dorada.
-Lo hicimos, lo hicimos, lo hemos concedido- cantaba Jeanne bailando de forma ridícula, mientras D’arc la miraba con cara de terror.
Sin embargo, a pesar de la gran capacidad auditiva que tenían las dos chicas, ninguna se percató de qué el efecto del Sleep Star Dust estaba desapareciendo y los alumnos estaban despertándose.
-¿Quiénes sois?- preguntaron todos a la vez, con los ojos desorbitados, las alumnas estaban aterrorizadas, pero los chicos… no tienen remedio, todos, sin exceptuar uno solo se habían echado hacia delante, y estaban babeando con la boca abierta.
-Uppsss…- exclamó D’arc, entonces, Jeanne, rápida como el viento, empujó a D’arc por la ventana que estaba abierta, saltando detrás de ella dijo:
-Adieu
Los alumnos miraron por la ventana.- ¿Dónde están?- al no ver a nadie se extrañaron, pero ambas chicas estaban agarradas a la cornisa, bueno, perdón, Jeanne estaba agarrada a la cornisa.
-¡Cómo te sueltes te mato!- le chilló D’arc, que estaba agarrada a su pie.
-Vale, pero tienes que adelgazar, que lo sepas.- le hizo saber Jeanne, que cada vez le costaba más agarrarse
-¡Mira quién fue a hablar!- le recriminó D’arc a gritos- ¡Culo gordo!
Y ya estaban discutiendo otra vez, como siempre, no tienen remedio.
-No grites, que como miren para abajo se nos va a caer el pelo- le regañó entre susurros.
-Hasta cuando estoy seria y serena me haces discutir- masculló D’arc- esto es increíble, eres de lo que no hay.
Tras decir esto se soltó y cayó al suelo, ligera como una pluma, sin hacerse un solo rasguño.
Jeanne hizo lo mismo, las dos chicas se dirigieron de nuevo al obelisco y cuando ya estaban allí, Jeanne gritó:
-¡Esto ha sido una pasada!
-Psé- dijo D’arc poniendo los ojos en blanco- voy a subir.
Dio un salto y llegó a lo más alto del obelisco, sentándose con los pies colgando.
-¡Vamos Jeanne! ¡O es qué te pesa tanto el culo que no puedes subir de un salto!- le gritó con guasa.
-Mira, que la que estaba agarrada a mi pierna eras tu, D’arc- le dijo Jeanne subiendo de un salto y sentándose a su lado.
-No me habría agarrado a tu pierna si no me hubieras empujado cuando estaba saltando por la ventana- dijo dándole un capón.
-Perdona, quien era la que estaba huyendo del ratón como un demonio asustado, digo… del demonio como un ratón asustado.- dijo Jeanne corrigiendo rápidamente de corregir su error.
-¡¿Perdona?! No soy a la única a la que estaban persiguiendo, si mal no recuerdo- le respondió D’arc con una cara que claramente decía: “¡toma, a ver como superas esa!”
-Chicas…- dijeron Finn y Fann, previendo aires de guerra.
-¡A callar!- les chillaron estas. Sin que ellas se percataran, una sombra sigilosa se había acercado lentamente al obelisco.
-¡Hola Marta, hola Marta! ¡¿Qué demonios hacéis ahí arriba?! ¿Habéis escalado? ¡¿Eso que tenéis en la espalda son alas por casualidad? ¡Jooo…, yo también quiero, malas personas, no habéis pensado en mi.- la silueta; es decir, Laura Mateos, una compañera de su clase, se alejó con tristeza del obelisco con la cabeza gacha y se volvió a montar en la moto de su padre, que se puso en marcha tan rápido, que a las dos jóvenes no les dio tiempo a reaccionar, dejando a D’arc con la cara de estupor de Bob Esponja y a Jeanne diciendo a lo Chona:
-¡Yo me quedo boba! Pero… ¿¡cómo narices nos ha reconocido!?
-Y además con estas pintas- dijo D’arc tirando de sus ropas y mirándose.
-Decidle a vuestra amiga que cuide esa lengua-les reprendió Fann.
D’arc se había quedado alelada, tan estupefacta que no conseguía hablar, abría y cerraba la boca sin articular palabra.
-Como que su amiga, si soy tu hermana- le recriminó Finn sin poderse creer lo que le acababa de decir su propia hermana.
-¡Me refiero a la chica de antes, so tonta!- le chilló Fann, dándole un fuerte capón.
-A, vale… ¡Y no me llames tonta, que la tonta eres tú!
-Haya paz, haya paz…- dijo D’arc, consiguiendo hablar por fin, poniéndose entre ambas, intentando evitar la pelea.
-No eres la más indicada para decir eso, pero te hacemos caso porque es tarde, que si no…- dijo Finn, la más razonable de las dos.
-¡Ah, es cierto! Tomad- comenzó a rebuscar entre la ropa hasta que encontró la bolsita dorada, y de ella sacó la ficha, entregándosela a los ángeles.
-¡Lo habéis conseguido!- exclamó Finn- aunque…
-¿Qué pasa?- preguntó D’arc levantando una ceja.
-¡Habéis tardado diez minutos más que Juana de Arco!- les regañó Finn.
-¡Tu de qué vas! Ella tenía diecinueve años y nosotras solo trece, aún somos adolescentes- se quejó Jeanne de morros.
-Y ella no tuvo el problema de los alumnos despertándose- dijo D’arc con el ceño fruncido, mirando de reojo a Jeanne con reprobación.
-Ni que su profesora de matemáticas fuera un demonio- añadió Jeanne con el ceño todavía más fruncido, sin darse cuenta de que la mirada de D’arc iba dirigida a ella.
-Pues… ¡eso da igual, lo importante es que habéis vuelto sanas y salvas, y además con el demonio! ¡Os felicito!- les dijo con una sonrisa sincera de oreja a oreja.
-Primero nos tachas de lentas y ahora nos felicitas, ¡no hay quién te entienda!- le recriminó D’arc con los ojos entrecerrados y la boca y el ceño fruncidos.
Finn se rió.
-Bueno, si ya hemos terminado yo me quiero ir a la dormir- dijo Jeanne bostezando y frotándose los ojos.
-De mil amores- le respondió Finn bostezando también- me muero de sueño.
-Bueno, nosotras nos vamos- dijo D’arc, a la que le habían pegado los bostezos.
-Jooo… yo no quiero irme…- se quejó Fann, pero al ver la mirada que le lanzó D’arc se calló y dijo resignada- Vale… nos vamos.
-Adieu- y saltaron en una dirección del obelisco diferente cada una y se alejaron a sus respectivas casas.
Lo que estas cuatro no sabían era que dos personas las vigilaban entre las sombras y que siguieron a D’arc.
… … … … … … … … …
D’arc que ya estaba cerca de su casa y decidió ir caminando, dando un paseo, en vez de ir saltando de tejado en tejado, como si fuera un Ninja.
Se internó en un callejón oscuro de la zona residencial en la que vivía, y aunque hacia un buen rato que había notado que alguien la seguía, no se detuvo, siguió paseando con despreocupación, como si no pasara nada.
Repentinamente, dos sombras se colocaron delante de ella, impidiéndole el paso. El más alto se adelantó t dijo:
-Te retamos, Jeanne.
Tras estas palabras, los dos desaparecieron, dejando tras de sí a una estupefacta D’arc, que no se lo podía creer.
-Cada vez me parece que este día es más sorprendente- dijo sacudiendo la cabeza- y por cierto… ¡Yo soy D’arc!
Tras esto, se apresuro hacia su casa, deseando que no ocurrieran más imprevistos.



III. Un grupo poco corriente: Finn, Fann, Jeanne, D’arc y… ¡¿Laura?!

Al día siguiente, Marta M se levantó con una resaca peor que si se hubiera pasado toda la noche empinando el codo.
-¿¡A qué no adivinas qué día es hoy!?- canturreó a gritos Beatriz García apareciendo en su habitación con una bandeja llena de cosas ricas para desayunar.
Marta M le chistó llevándose ambas manos a la cabeza.
-Me está matando la cabeza- se quejó hundiendo la cabeza en la almohada.
-Feliz cumple- le susurró Bea, con una sonrisa de oreja a oreja.
Por la puerta aparecieron su padre y su hermano sonriendo.
-¡Felicidades!- chillaron levantando los brazos.
Las dos mujeres de la casa les chistaron.
-Perdón- dijeron los dos barones rascándose la cabeza, sin saber porque se tenían que disculpar.
-Hombres- susurraron madre e hija sacudiendo la cabeza.
Riiiiiiiing. El teléfono sonaba escandalosamente desde el hall.
-¿Quién será a estas horas?- preguntó su padre, Antonio Martín.
… … … … … … … … …
-¡Buenos días, ¿está Marta Martín?!- dijo risueña Marta G, con buena educación.- soy Marta G, su compañera de casa.
-Si, aunque te aviso de que está de mal humor, y eso que es su cumpleaños- dijo Antonio suspirando- ahora te la paso.
Marta G esperó unos minutos y alguien cogió el teléfono con violencia.
-Diga- gruñó Marta M entre susurros.
-¡Felicidades!- le gritó Marta G al auricular.
Marta M le chistó de muy mal humor.
-Vaya humos- exclamó Marta G- ¿Qué te ocurre, por qué estas de tan mal humor?
-Me va a estallar la cabeza y tú me chillas, como para no estar de mal humor- le contestó mosqueada Marta M.
-¿Por qué?- le preguntó de nuevo Marta G que no se enteraba de nada.
-¡Y yo que se, me ves con cara de saberlo!- le chilló con una mueca de dolor.
-Pues yo dormí genial- dijo Marta G de buen humor.
-¡Qué suerte que tienen algunas!- se quejó Marta M- ¡Morrista!
-También te llamaba para preguntarte si ayer al volver te había pasado algo- le dijo poniéndose seria.
-No te lo puedo decir así, por teléfono, es mejor que te lo diga a la cara- dijo bajando la voz, adoptando un tono confidencial- espera un segundo.
Tapó el auricular con la mano y se dirigió a su madre en tono normal.
-Mami, puede venir Marta a casa- le dijo con voz de niña buena.
-Claro, pero por favor, no hagáis mucho el cafre, yo me voy, tengo un paciente especial- le dijo.
-¿Quién, el señor Takada?- le preguntó con mucha curiosidad, el señor Kiyaki era un hombre que vivía en el manicomio en el que trabajaba Beatriz, era un caso especial de locura transitoria.
-Si, cariño- dijo su madre suspirando- me espera mucho trabajo, si hay alguna urgencia me llamáis, ¿OK?
-OK- le dijo Marta de mala gana- ¿y los demás?
-Tu padre estará en la universidad y tu hermano acaba de salir por ahí con sus amigos- le dijo sabiendo de sobra a lo que se refería su hija- no te preocupes, estaréis solas.
-Toda precaución es poca- le dijo sonriente, volvió a ponerse el auricular en la oreja, destapándolo.
-Ya era hora- le dijo Marta G que había esperado impaciente a su amiga.
-Vía libre- le dijo Marta M- puedes venir cuando quieras, y date prisa, así te lo digo rápidamente.
-Oki- le dijo Marta G de buen humor.
… … … … … … … … …
Ding… dong… ding dong ding dong
Marta M abrió la puerta y Marta G vio que tenía la cara desmejorada y parecía un zombie.
-¡Al fin!- exclamó Marta G y salió disparada al baño, como la última vez.
Marta M se dirigió a la cocina y comenzó a preparar cuatro sándwiches.
-¿Y tú de que quieres los sándwiches, Martita?- le preguntó a gritos, esbozando una mueca de dolor.
-Vegetal, please- dijo entrando en la cocina con las manos hundidas en los bolsillos, con aire despreocupado.
-Oki- le contestó Marta M, guiñándole un ojo. Se aplicó y comenzó a preparar los sándwiches con rapidez, casi a la velocidad de la luz y los metió en la sandwichera. Se limpió las manos en el delantal negro que se había puesto y se dio la vuelta, mirando a Marta G con seriedad.
-Ven- dijo agarrando su brazo con firmeza, dirigiéndole hacia el salón con rudeza.
-¿Te pasa algo?- le preguntó esta asustada, con cara de preocupación.
-Un segundo- Marta M levantó un dedo como gesto de espera y comenzó a buscar por toda la casa, como si esperara encontrar un micrófono o algo así. Suspiró. - todo despejado. Finn, Fann, ¿tenéis algo para mi dolor de cabeza?
-Claro- dijo Finn picándole un ojo a Fann con complicidad.
Se acercaron a Marta M con lentitud y le pusieron ambas manos en la cabeza, con delicadeza, y repentinamente las manos se iluminaron, con un leve resplandor verdoso, tras esto, el dolor de cabeza de Marta M desapareció por completo.
-¡Gracias!- les agradeció esta con una amplia sonrisa, la primera que esbozaba en todo el día.
-¡Como mola!- exclamó Marta G- no nos habíais dicho que teníais poderes curativos.
-Es lo bueno de ser un ángel- dijo Fann con una sonrisa de autosuficiencia.
-Bueno, a lo que íbamos,- dijo Marta M yendo al grano- cuando ayer volvíamos a casa, después de la misión, repentinamente dos sombras me interceptaron el paso, una era mas alta y esbelta, y la otra era mas bien de estatura media, y también era delgado, y antes de desaparecer dijeron simplemente: “Te retamos Jeanne”
-¿En serio?- dijo Marta G con los ojos como platos, con la cara teñida de sorpresa- ¿Y tú qué hiciste?
 -No me dieron tiempo a decir ni hacer nada, pero cuando se fueron les chillé algo así como: “De Jeanne nada, bonitos de cara, ¡Yo soy D’arc!- dijo Marta M muy irritada, otra vez de mal humor.
-Típico de ti Marta, como una cabra hasta el final- dijo Marta G sonriendo- No tienes remedio- suspiró- entonces… eso fue lo que sintió Finn, aquellas presencias malignas.
El ángel asintió.
-Estaba preocupada por la dirección que tomaron las presencias, se dirigían a tu casa Marta, menos mal que no pasó nada- dijo aliviada Finn.
Snif, snif. Marta M olfateó el aire y notó un olor a quemado.
-¡Mierda!- chilló levantándose de golpe- ¡los sándwiches!
Corrió hacia la cocina, chocándose contra la mesa del comedor. A los diez minutos, volvió con una bandeja negra en la que había cuatro sándwiches humeantes, un poco chamuscados, dos coca- colas, dos vasos de leche, un algodón de azúcar y un platito con terrones de azúcar y galletas de chocolate.
-Como Marta me dijo que te gustaba el algodón de azúcar, compré el otro día para ti- dijo dirigiéndose a Finn- la leche y las galletas son para Finn y Fann, te lo advierto- dijo mirando inquisitivamente a Marta G.
-Ñam, ñam ¡Qué rico!- dijo Marta G con cara de felicidad, restregándose las manos de anticipación.
-Esta muy bueno- dijo Finn degustando el algodón de azúcar y las galletas con adoración. Mientras, Marta G seguía devorando con ansia sus sándwiches, Finn tomó la palabra:
-Marta… ¿podrías describirnos a las dos personas con las que te encontraste?
-Bueno, pues… eran dos, como creo que ya he dicho, y creo que eran dos chicos, el que habló tenía la voz de tenor, pero la voz era hermosa, un poco siniestra y terrorífica, como a mí me gusta.- dijo Marta M pensativa, jugueteando con su pelo y suspirando.
-Tan pronto y ya los han enviado a fastidiar- dijo Finn sacudiendo la cabeza con cara de preocupación.
-¿A quienes?- preguntó Marta G intrigada.
-A “ellos”, Los Príncipes de las Tinieblas.- dijo Finn con dramatismo. Marta G volvió a intervenir:
-Pero… ¿El Príncipe de las Tinieblas no es el Rey de los Demonios?
-No, él es el Rey de las Tinieblas- le contestó Fann haciendo un gesto negativo con la cabeza.- Los Príncipes son sus hijos.
-Ah, vale… ¿¡Qué!? ¡El Rey de los Demonios tiene hijos, yo me quedo boba!- exclamó Marta G con los ojos abiertos como platos.
Marta M se había quedado callada, con cara pensativa.
-¿Qué piensas, Marta?- le preguntó Fann al descubrir su inusual silencio.
-No se, es como si los dos de ayer los conociera de antes, como si ya les hubiera visto en algún lugar- dijo frunciendo el ceño.
-Ahora que lo pienso- comentó Fann- a mi también me resultan familiares, a lo mejo es que los hemos visto por aquí.
-Es posible- dijeron Marta G y Finn encogiéndose de hombros como gesto de extrañeza.- pero… ¿quiénes pueden ser?
-Ni idea- dijeron Marta M y Fann, haciendo caer a Marta G y Finn.
-No tenéis remedio- dijeron sacudiendo la cabeza.
-Bueno, no pasa nada, ya lo averiguaremos- dijo Marta M, encendiendo la tele.
En la tele, estaban poniendo las noticias de la mañana, en la que contaban una noticia de un príncipe de no se donde, que se había enamorado de una plebeya y ambos habían sido asesinados.
“Esta mañana sangre azul y sangre “roja” ha sido derramado hoy”- decía el presentador en ese momento, con aire dramático.
-Sangre azul y “roja”- murmuró Fann teniendo un Flashback- ¿no es eso lo que dijo Marta ayer durante la excursión?
-¡Qué guay, Marta, tienes visiones, como mola!- exclamó Marta G emocionada.
-No es tan guay si es sobre un asesinato doble, ¿no crees?- le regañó Finn, quitándole la expresión de la cara.
-Tienes razón, perdón, ¿por qué habrá tenido esa visión Marta?
-Ni rematada idea- dijo Finn encogiéndose de hombros.
-Bueno, eso no es lo más grave ahora, ¿verdad Marta?- dijo Marta G lanzándole una mirada a Marta M de: “Como no sepas de lo que hablo te mato”
Pero no recibió una respuesta por parte de Marta M, ya que esta se había quedado mirando fijamente a la pantalla, con los labios temblando.
-¡Marta, tierra llamando a D’arc, Dios llamando a Marta Martín García!- Marta G agitaba una de sus manos delante de la cara de Marta M con insistencia, tratando de hacerla reaccionar.
-No puede ser- murmuraba Marta M con la miraba vacía y la voz al borde del llanto.
-¿El qué no puede ser?- preguntó Finn, que cada vez entendía menos.
-E… E… Esa chica- tartamudeó con los labios todavía temblando.
-¿¿¡¡Cómo!!??- chillaron Marta G, Finn y Fann al unísono con la boca cada vez más abierta.
Pero Marta M no dio señales de vida, lo único que hizo fue subir el volumen y echarse hacia delante.
-Oh, no, lo siento mucho Marta- dijo Marta G. Finn y Fann estaban tan tristes que sus alas se estremecían con violencia.
Pero Marta M seguía sin hablar, mirando la tele con una mueca de horror pintada en la cara.
-Marta- dijo Fann poniéndole una mano en el hombro a Marta M para animarle- lo siento, pero te tienes que reponer, tenemos cosas importantes que hacer.
Marta M apagó la tele, suspiró y dio un largo trago de Coca-Cola.
-De acuerdo- sacudió la cabeza, como si así sacudiera todos sus pesares- vamos a hablar de ese problema que decía Marta.
-Esto es muy serio, Laura Mateos nos a descubierto, y aun no se como- se quejó Marta G chirriando los dientes.
-Esto nunca había pasado, y menos en la primera misión- dijo Finn escandalizada, mirándoles con cara asesina, con mirada de: “Siempre tenéis que meter la pata, so gafes”
-¡Qué quieres que le hagamos!-le chilló Marta M con toda su mala leche (si alguna vez la pilláis así de cabreada, no os lo penséis, ¡huid!)- esa niña es más rara que una pulga verde encima de un perro rosa.
-No, creo que nos ha pillado por la manera de la que nos peleábamos, no hay nadie en el cosmos, ni en el cielo, ni en el infierno que lo haga como nosotras- puntualizó Marta G.
-Y tú te sientes orgullosa- dijo entre dientes Marta M.
-Has dicho algo- le dijo Marta G con aire amenazador, mirándola por el rabillo del ojo.
-Nada, Nada- respondió Marta M levantando las manos en son de paz.
Sin que ellas se hubieran dado cuenta, las horas habían pasado y las Martas, Finn y Fann se tuvieron que despedir, ya que Finn y Marta G tenían que volver a casa, mientras se despedían, sonó el móvil de Marta G.
-Diga… si, ya voy, no puedo que darme un minu… vale, vale, ya me callo, estaré allí en veinte minutos.
-¿Qué pasa?- le preguntó Marta M cuando colgó.
-Era mi madre, y me tengo que ir… lo siento.
Mientras Marta G abría la puerta de la calle de casa de Marta M, Finn le dijo a Fann:
-Mañana hablamos, ¿vale?
Fann asintió y se despidió de su hermana. Cuando se cerró la puerta Fann suspiró y sacudió la cabeza.
-¿Qué pasa, Fann?- le preguntó Marta M, que estaba sentada en el suelo al lado de la puerta.
-Estoy preocupada- dijo acurrucándose en el regazo de Marta.
-¿Quién, tu? ¿La súper ángel en prácticas Fann Fishu?- preguntó Marta con sorna mientras le acariciaba el pelo.
Fann se rió sarcástica- es por los chicos de ayer.
-No te preocupes, ya se arreglará- susurró, todavía acariciándole la cabecita- todo se arreglará.
… … … … … … … … …
Al día siguiente, Marta M se despertó temprano y fue con tranquilidad a clase en guagua, como siempre, escuchando su música favorita en el Ipod.
-Hola Marta- le dijo a Marta G sin ni siquiera mirarla a la cara, bostezando ruidosamente, mientras entraban en el instituto, no se podía creer que ya se hubieran terminado las dos semanas que les habían dado de mas de vacaciones.
-Marta… ¿no has notado que la gente está un poco alterada?- le preguntó Marta G.
-¿Ah, si? Pues vaya… vamos a preguntar que pasa- dijo Marta M acercándose a un grupito que estaba muy revolucionado y que hablaba muy excitado, a gritos.- ¿Qué es lo que pasa, porqué está todo el mundo tan excitado?
-¿No os habéis enterado?- dijo una rubia de bote con los ojos muy abiertos.
-No, ¿de qué nos tendríamos que haber enterado?- preguntó Marta G.
-Es la noticia de la semana- dijo la rubia- si no os habéis enterado es que vivís en las cavernas.
-¡Oye!- le chilló Marta M echando humo por las orejas.
-Perdón, perdón- dijo la chica levantando las manos en señal de disculpa- bueno…
-El otro día entraron dos ladronas en el instituto- le interrumpió un pelirrojo, llevándose una mirada de advertencia por parte de la rubia.
-Eran “Las Ladronas Fantasma”- dijo la rubia dándose importancia- entraron  la robaron a Delia la de mates.
En ese momento a las Martas se les cambió la cara repentinamente de color, primero se pusieron pálidas, después de pálido a rojo y por último de rojo a verde enfermizo.
-¿Os pasa algo?- preguntó una morena muy preocupada.
-No,- dijo Marta M- es solo un pequeño mareo.
Cogió a Marta G del brazo y la arrastró hasta la otra punta de la entrada.
-Tía, ¿Cómo lo han sabido?- dijo Marta M con los ojos desorbitados.
-Creo que fue cuando los alumnos se despertaron y saltamos por la ventana- dijo Marta G pensativa- seguro que ellos extendieron el rumor.
En ese momento Finn salió de la maleta de Marta G y Fann de la de Marta M.
-Esto es genial, ya os habéis hecho famosas- dijo Finn entre dientes.
-De genial nada- le replicó Marta G  sin pillar el segundo sentido de sus palabras.
-Esto solo os pasa a vosotras- dijo Fann sacudiendo la cabeza y poniendo los ojos en blanco.
-Si y esta situación no me gusta- dijo Marta G cada vez mas mosqueadas.
-Bueno, hoy no nos puede pasar nada peor- dijo Finn. Marta G la miró y antes de que pudiera abrir la boca Finn se le adelantó- Cállate Finn.
-Si- dijo Marta G.
-Va a ser lo mejor- completó Marta M mirando hacia otro lado.
Riiiiiiiiiing…
-Ups, es la sirena de comienzo, chicas, a dentro- dijo Marta M abriendo la maleta.
Finn y Fann se metieron en sus respectivas maletas.

-Tengo la sensación de que aún no han terminado los problemas- dijo Marta G. Las chicas fueron a clase mientras seguían escuchando chismes de “Las Ladronas Fantasma” que les ponía los nervios en punta.
… … … … … … … … …
-Marta, ¿qué demonios está diciendo el profe?, no me estoy enterando de nada- le susurró Marta M a Marta G dándole un codazo.
-Eso es por que no atiendes, so burra- le susurró de vuelta Marta G- dice que van a venir dos alumnos nuevos.
Click
La puerta se abrió y entraron dos morenos de muy buen ver, el más alto, tenía los ojos verdes-esmeralda y era esbelto; el otro era un poco más bajo, con los ojos color caramelo, que brillaban una pasada.
-Y hablado de los reyes de Roma- dijo el tutor mirando a los dos jóvenes.
A Marta M se le desorbitaron los ojos y se le abrió un la boca, haciéndola parecer un pez.
Marta G empezó a chasquear los dedos delante de ella, diciendo:
-Jeanne llamando a D’arc…
Marta M siguió embobada hasta que Marta G, sin que el profesor se diera cuenta, le arreó tal bofetada que casi sale volando, sacándola de su ensoñación.
-Tía… ¡son los del sábado!- susurró horrorizada.
-No me habías dicho que no les habías visto las caras- le susurró entre dientes, levantando una ceja con extrañeza.
-Ya, pero ese aura de misterio…- dijo Marta M, derepente se envaró- tía… esos dos… ¡son los dos que se acaban de mudar al piso que está al lado del mío!
-¡Qué!- chilló Marta G levantándose de un salto.
-¡Señorita García, siéntese!- le regañó el profesor.
-Perdone profesor- se disculpó Marta G agachando la cabeza con vergüenza y sentándose con apresuración- ¿Estas segura?- le preguntó a Marta M.
-¡Chicas!- exclamó Fann sin salir de la maleta.- ¡Siento dos presencias malignas, las del sábado para ser más exacta!
-Ya nos hemos enterado, gracias- le dijo Marta G.
-Te imaginas que se sientan en los sitios libres que hay a nuestros lados- dijo Marta G.
-Primero, es poco probable y segundo… ¿no tienes una sensación de Déjà-vu?- le preguntó Marta M.
-Si, y creo que ya se lo que viene a continuación- dijo Marta G suspirando.
-Bueno, como verán solo hay dos sitios libres, al lado de las señoritas Martín y García- dijo el profesor de lengua señalando los dos sitios libres.
Los dos chicos se dirigieron a los sitios que les había dicho el profe, al lado de nuestras protas.
-Hola, me llamo Lived, encantado de conocerte- le dijo a Marta M el de los ojos verdes con una sonrisa preciosa en la cara, ya que se había sentado en el sitio libre a su lado.
 -Hola, yo soy D’a… digo… Marta Martín- corrigió Marta M su error con indiferencia, sin ni siquiera mirarle.
-Y yo soy Sward- dijo el otro guiñándole un ojo a Marta G.
-Y yo tengo ganas de gritar- murmuró Marta G.
-¿Qué?- le preguntó Sward.
-Nada, nada, que yo soy Marta García- dijo ella con una sonrisa forzada. Las Martas se miraron y compartieron la misma mirada de “¡Por qué a nosotras!”
Marta M comenzó a pegarle cabezazos a la pobre mesa que no le había hecho nada, mientras Marta G hundía la cabeza entre los brazos y se quejaba quedamente.
… … … … … … … … …
Durante las siguientes clases, los dos chicos no se separaron de nuestras protagonistas, es decir, que se pegaron como las lapas a las rocas, con la excusa de que eran nuevas y no conocían el instituto y necesitaban una guía.
A la hora de gimnasia, la profesora les mandó ponerse en grupos de cuatro, y las Martas se pusieron a toda leche con Blanca y Laura Mateos, para que no les tocara con Lived y Sward, que cada vez se pegaban mas a las chicas.
-¿Por qué tanta desesperación?- preguntó Blanca al ver la rapidez con la que se les habían unido.
-Nada, cosas nuestras- se apresuró a decir Marta M mirando a Marta G con un suspiro, después miró a los dos chicos que maldecían su mala suerte y les sacó la lengua al estilo comic.
-Pensé que nos tocaría con esos dos- murmuró Marta G suspirando y miró de reojo a Lived y Sward, que se habían puesto en grupo con Alejandro y Jose Luis, los dos chicos más idiotas de la clase, con los que siempre se peleaban las Martas.
-¿No será que les gustáis?- preguntó Blanca con picardía y una sonrisa malvada.
-No- dijo Marta G muy cabreada.
-Oye, Marta… ¿por qué narices está botando tu maleta?- preguntó Laura señalando dicha maleta que curiosamente estaba botando.
-Es por… un nuevo Tamagotchi que ha salido al mercado y si tiene hambre o le pasa algo se pone a saltar- improviso poco convincente y se dirigió hacia la maleta- ¡Maldita Fann!
-Que te pasa- le regañó cuando llegó y abrió las maletas, sus ojos eran exactamente iguales a los de un demonio enfurecido.
-Son esas presencias, me dan escalofríos y no me puedo estar quieta- lloriqueó Fann.
-Pues inténtalo- le regañó Marta M con muy mala leche, se dio la vuelta y se encaró de nuevo a sus compañeras- ¿Por dónde íbamos?
-Diciendo que les gustáis a esos chicos- dijo Blanca con malicia
-¡Qué no!- chillaron las Martas tirando a sus amigas al suelo del grito.
-¡Chicos!- llamó la profesora de gimnasia- ¡Todo el mundo para acá!
-Salvadas por la campana- le susurró Marta M a Marta G.
… … … … … … … … …
-¡Qué mal lo he pasado hoy en clase, y todo por culpa de esos dos payasos- suspiró Marta M, soplando el chocolate caliente que se estaban tomando en su casa.
-Espera un segundo… ¿no nos falta algo?- preguntó Marta G mirando a todos lados, buscando lo que faltaba-¡Ya se lo que nos falta!- exclamó dándose una palmada en la frente- nos falta Finn- dijo levantándose y dirigiéndose a la maleta- ¡Aquí está!- exclamó abriendo la maleta y encontrando a Finn dentro. De la maleta salían unos ruidos muy extraños- ¿Qué son esos ruidos?
-Está roncando, la muy vaga- dijo poniendo los ojos en blanco. Marta M se acercó sigilosamente, inflando una bolsa de papel y cuando estaba al lado…
¡Bang!
Explotó la bolsa en la carita de Finn, asustándola, haciéndole pegar un bote impresionante.
Finn pegó un chillido- ¡Bomba atómica, que todos se refugien, todo el mundo a los búnker!- se metió en la mesa a la velocidad de la luz y se cubrió la cabeza con las manos.
-Este ángel es más tonto…- dijo Fann metiéndose debajo de la mesa y sacando a su hermana de los pelos.
-¡Ay! ¡Hermana, no me tires del pelo, que me duele y lo sabes! ¡So petarda!- le chilló forcejeando con ella, intentando soltarse.
-¡¡A quién narices llamas petarda, so lela!!- le chilló Fann, tirando todavía más del mechón de pelo de su hermana que había agarrado.
Estuvieron así, forcejeando un buen rato, hasta que al final Finn consiguió soltarse, dándole un capón a Fann y lanzándola contra el sofá.
-¡Esperad un minuto!- exclamó Finn con una bombilla encendida encima de su cabeza- ¡Ya sé quienes eran esos dos!
-¡¿Quiénes?!- preguntaron las Martas, Marta M dirigiéndose hacia Fann y ayudándola y Marta G lanzándose encima de Finn con curiosidad.
-¡¡Los hijos del demonio!!- exclamó Finn levantando un brazo.
-Un pregunta… ¿eso no había quedado zanjado ayer?- preguntó Marta M mirando a Finn por el rabillo del ojo.
-¿En serio?- preguntó Finn- no me acordaba, jiji- se rió frotándose la cabeza.
-Este ángel es tonto, lo digo y lo repito- murmuró Fann.
-Pero sigo sin entender una cosa ¿Por qué dijeron “te retamos Jeanne” y no “Os retamos”?- preguntó Marta G pensativa.
-Pensarán que Marta M es la única reencarnación de Juana de Arco- dijo Fann- No se imaginarán que vuestra antecesora fue tan lista.
-Fue tan lista que lo más probable es que solo lo supiera Dios- dijo Finn pensativa.
-Pues jugaremos con eso en su contra- dijo Marta G con cara de complot.
-Seguiremos haciéndoles creer que Marta es la única reencarnación de Juana de Arco- dijo Finn.
-Y voy a tener que hacer todo el trabajo sucio yo- se quejó Marta M- Qué pereza...
-No mujer, que yo seguiré a tu lado desde las sombras- le dijo Marta G intentando calmarla, pero a Marta M le seguía pareciendo demasiado trabajo y con lo vaga que es…
-Pues entonces me da igual, que se enteren de que somos dos, no pienso dejar solo a Martu en todo este berenjenal y como se vuelvan a entrometer les daremos tal patada en el trasero que volverán volando al infierno, y del miedo que nos tendrán no volverán a salir de allí- dijo con los ojos llameantes.
-Bonito discurso Marta pero… ¡¡No me llames Martu!!- le chilló Marta M envuelta en fuego.
-Vale, como queráis, pero es una penita desperdiciar esta gran oportunidad- suspiró Fann, haciendo que la perla de su frente brillara.
-Yo no he dicho eso- dijo Marta G con una sonrisa maliciosa que sugería que tenía un plan brillante (perdonad que lo dude, pero me cuesta mucho creerlo).
-¡Ay mi madre!- exclamó Marta M tapándose la cara con una mano.
-Aunque no me guste reconocerlo- dijo Finn- la cara de Marta G es la misma que ponía Juana de Arco cuando tenía un plan brillante.
-Oye, os quedáis a dormir esta noche y mañana- rogó Marta M con ojitos de cordero degollado- Es que mis padres tienen trabajo hoy y mañana, sin pasar por casa y mi hermano se acaba de mudar.
-De acuerdo, mi madre también está muy ocupada y no quiero estar sola.
-Y menos con esos dos sueltos- dijo Finn estremeciéndose asustada.
-Tienes razón- dijo Marta M- esos dos deberían estar enjaulados.
-Y así os contaré el plan, pero antes…
-Llama a tu madre, so petarda, que luego se cabrea y no te deja quedar conmigo- le interrumpió Marta M con mal talante.
-Equilicua- dijo Marta G sacando el móvil y marcaba el número.- Mami, querida, preciosa… vale, ya corto el rollo- dijo Marta G servicial. Las otras tres se empezaron a reír a rabiar al ver el teatro que se estaba montando Marta G para que la dejaran quedarse, que por cierto, era digno de “En clave de ja”. Al final, tras mucho rogar y mucho prometer portarse bien consiguió que le permitieran quedarse.- Ya pensé que me tendría que poner de rodillas al teléfono- suspiró.
-Te deja y te trae tus cosas ¿no?- le amenazó Marta M entre risas.
-Si, menos mal- suspiró Marta G esbozando una pequeña sonrisa.
Marta M se secó las lágrimas de risa y se dirigió a su cuarto seguida de Marta G.
-Ayúdame a sacar tu cama y hacerla.- y entre risas, caídas estúpidas (que raro) y peleas de almohadas lograron sacar la cama nido de debajo de su cama y hacerla para que Marta G durmiera en ella.
-Menudas reencarnaciones de Juana de Arco que estáis hechas- dijeron Finn y Fann sacudiendo la cabeza.
Las Martas se miraron con complicidad y les lanzaron almohadas con muy mala leche y muy buena puntería (eso si que es raro).
-Con que queréis guerra ¿eh?- exclamó Fann- ¡Pues entonces la tendréis!
Finn y Fann se miraron con picardía y se lanzaron encima de las chicas, haciéndoles cosquillas a las jóvenes que casi se mueren de la risa. Se pasaron casi una hora entera entre cosquillas y almohadas que volaban de aquí para allá.
-Bueno, Marta, nos dices el dichoso plan de una vez- dijo Finn harta.
-Eso, no nos tengas en ascuas- dijo Fann.
-El plan consiste en volverles locos- dijo Marta G con una sonrisa.
Marta M puso cara de extrañeza y dijo:
-Eso no tiene sentido.
-Todavía no- dijo Marta G con una sonrisa maliciosa, haciéndose la misteriosa.- pero a medida que os lo explique lo entenderéis.
Dong, dong, dong…
Las campanas de la catedral sonaban, anunciando el toque de queda, por este motivo las muchachas tuvieron que posponer el plan para el día siguiente.


          IV. Un plan de locura y dos demonios mareados
-Marta, arriba- dijo Marta M con voz dulce- a levantarse.
-Pero... yo no quiero- murmuró lastimera Marta G mirando al despertador- ¡¡Son las seis de la mañana!!- chilló cogiendo el reloj y poniéndose en pie de un salto.
-Me suelo despertar a esta hora- se encogió de hombros Marta M- hazme un hueco- dijo metiéndose en la cama con Marta G y puso una bandeja con tostadas, galletas, dos chocolates humeantes y una pequeña taza de té- como mis padres nunca están en casa me tengo que preparar todo yo sola, además, mi hermano acaba de mudarse- dijo mordiendo una tostada. Ñam ñam
-Bueno, hoy hay salida, así que da igual, así podemos ir con calma- dijo con tranquilidad Marta G mientras comía las tostadas. Ñam ñam- Por cierto, ¿qué profesor va de acompañante? Ñam ñam.
-Don Armando, ñam ñam, ¿por?
Ñam ñam
-No se, por saber.
Ñam ñam

… … … … … … … … … … …

Tras un largo viaje en guagua, las Martas llegaron al instituto y...
-¡Al fin llegasteis, chicas!- exclamaron Lived y Sward- ¡Llevábamos una hora esperándoos!
Las Martas se miraron y exclamaron:
-¡Oh no!
-Poneos en parejas, rapidito- gritó el profesor.
Las Martas se miraron y se abrazaron:
-¡Ya estamos!- chillaron.
-¡Cachis!- exclamaron los chicos- nosotros vamos juntos- dijeron con resignación.
-¡Todo el mundo a la guagua, ya!- gritó el profesor subiéndose a la guagua.
Las Martas subieron con rapidez a la guagua, pero, para su desgracia los dos chicos se sentaron tras ellas.

… … … … … … … … … … …

La guagua se detuvo delante de la plaza de principal de Gáldar, donde se estaba celebrando el mercadillo de los viernes. Nuestras pobres protagonistastenían que aguantar a Lived y a Sward que no las dejaban en paz.
-¡Mirad!- dijo Carla, una compañera- ¡Qué escultura más bonita!
-Es la escultura de Mario di chelo- explicó Marta G, demostrando una vez más sus dotes de enciclopedia.
-Y tiene una antigüedad de 1000 años- terminó por ella Sward, guiñándole un ojo, lo que hizo que Marta G se estremeciera.
-¡Cha, coño!- exclamó Andrea, otra compañera- como no teníamos suficiente con un librito ahora hay dos.
-Están hechos el uno para el otro- dijo Lived pasando el brazo por los hombros de Marta M.
-¡Quita de ahí el brazo si no quieres que te lo rompa!- masculló Marta M.
Lived apartó el brazo rápidamente, pero no se alejo de ella. Las Martas hubiera deseado lanzarlos a un pozo, pero, por desgracia, no había ninguno a varios kilómetros a la redonda.
-Gracias a Dios, por fin hemos llegado a la cueva pintada- suspiró Marta G alivada.
Al oír la palabra “Dios” Lived y Sward se envararon, la tensión se reflejada en sus morenos rostros.
-Ocurre algo- susurró con sorna Marta M- estáis muy tensos.
-¡Cállate, Jeanne!- masculló Sward, haciendo que Lived y Marta M se tensaran.
-¡Eres imbécil o que te pasa!, nos has descubierto- le recriminó Lived.
-Por eso os acercasteis a mi amiga y a mi- dijo triunfante Marta M.
Lived y Sward sonrieron enigmáticamente.
-Exacto, y ahora que lo sabes todo, ten cuidado, Jeanne, vamos a por ti- dijeron.

… … … … … … … … … … …

-¿En serio te dijeron eso?- preguntó Marta G sorprendida.
-Si, tía- le respondió Marta M estremeciéndose- me dio un mal rollo.
-Menudo berenjenal- suspiró Marta – oye, pero... ¿no saben nada de mi, verdad?
-No, no- se apresuró a responder Marta M.
-Uff, menos mal- suspiró Marta G
-Ya te digo
-Atención, ahora les mostraremos la joya más preciada de la exposición, La figura de Tara la original y mejor conservada que tantos años de esfuerzo nos ha costado encontrar- dijo Don Armando con orgullo.
-¿Nos?- preguntó Laura Mateos.
-Si, yo ayudé en la excavación- aclaró el profesor aún más orgulloso.
-Vaya, pues que bonita- dijo Amanda acercándose en exceso a la figura.
-¡¡No te acerques, es mía!!- exclamó el profesor montando en cólera, con voz demoníaca- Disculpen este pequeño lapsus, es que no se puede tocar, es muy frágil- añadió recuperando la compostura.
Las Martas se miraron con cara de “Lapsus no, demonio”
-Bueno, continuemos- dijo el profesor avanzando hacia la siguiente sala.
Las chicas se apartaron un poco del grupo y volvieron al lugar en el que se encontraba la figura de Tara. Marta G sintió la presencia de los chicos a su espalda, dándole un codazo a Marta M dijo:
-Oye,Jeanne, ¿esto tiene un demonio, ¿verdad?
-Si, Marta- dijo mosqueada- tiene un demonio.-¿Por qué no vas con el resto de la clase? Voy a ver como me encargo de él esta noche.
-Vale, adiós- dijo con chulería. Cuando ya se estaba yendo Sward la agarró del brazo y le susurró al oído:
-Apartate de esto, no va contigo
Marta G se fue con los puños cerrados con fuerza en los costados, pensando: “¿Cómo que no tiene que ver conmigo? ¿Qué se ha creído este? Yo también soy una reencarnación de Juana de Arcoy sobre todo... ¡¡Yo soy Jeanne!!” Y salió de la sala.
Cuando se cerró la puerta Marta M se dio la vuelta y se encaró a los hermanos oscuros.
-Si sacáis una foto os durará más- al no recibir respuesta dijo- ¿queréis algo?
-Solo queremos que te rindas- dijo Sward con sorna.
-Tu flipas en colores, chaval- dijo Marta con una sonrisa incrédula.
-Te lo recomendamos, por tu propio bien- dijo Lived amenazador.
-Mira, no me vaciles, porque no te va a funcionar- dijo Marta enfadándose de verdad.
-Estamos hablando en serio- dijo Sward.
-Yo también, dejadme en paz- dijo dando un portazo al salir de la sala.

… … … … … … … … … … …

Marta M consiguió alcanzar a Marta G que aún seguía cabreada.
-¿Qué te han dicho esos dos payasos?- preguntó con el ceño fruncido.
-Unas sarta de sandeces- dijo Marta M.
La visita había terminado y la clase estaba en la plaza comiendo, por lo que Marta M sacaron a Finn y Fann.
-Menos mal, se me estaba quedando dormido el cuerpo- se quejó Finn estirándose.
-Me gusto como les hablaste a esos dos niñatos- dijo Fann con una sonrisa de autosuficiencia.
-Ya te digo- dijo Marta M con orgullo.
Ambas seguían sonriendo mientras Marta M explicaba lo que había ocurrido con pelos y señales.
-Les vamos a dar una lección que no olvidaran fácilmente- dijo confiada Marta G.
-Por cierto, aún no nos has contado de que va el plan- dijo Finn acordándose repentinamente.
-Yo tengo una idea- dijo Marta M mirando hacia otro lado pensativa.
-Creo que es la misma que he pensado yo- dijo Marta G mirándola con una amplia sonrisa- Pero lo primero es enviar el aviso- añadió guiñándole el ojo a Finn.
-Ok- respondió el ángel alejándose hacia el museo.
-Pues yo pensaba en otra cosa- dijo Marta M aunque seguía siendo ignorada.
-A ver, el plan era que como cuando nos transformamos somos casi iguales, una entretiene a los hermanos mientras la otra coge la pieza. Después inercambiamos los papeles de manera que acabaran mareados- explicó Marta G con una sonrisa triunfal.
-Pero es que hay un problema- dijo Marta M, aunque era como si hablara con la pared.

… … … … … … … … … … …

Finn llegó al museo y se metió en la oficina del director, donde se encontraban Don Armando y el director, que charlaban alegremente.
-Las ladrona Celestiales van a entrar en escena- susurró Finn riéndose. La gema de su frente se iluminó y de ella apareció una carta- Una, dos y... ¡tres!- lanzó el mensaje con todas sus fuerzas clavándola en el suelo, a los pies del profesor. El director del museo se agachó y recogió la nota, tras leerla en su ceño se dibujó una profunda arruga.
-¡Hay que llamar a la policía, rápido!- gritó saliendo de la habitación.
Don Armando sonrió maliciosamente y leyó la nota en voz alta:
Esta noche a medianoche en punto robaremos su hermosa escultura, la figura de Tara.
Las Ladronas Celestiales:
Jeanne y D'arc
Soltó una carcajada demoníaca y tiró con fuerza la nota a la basura.
-Bueno, esto ya está, voy a volver con las chicas- suspiró Finn y se volvió a la plaza.

… … … … … … … … … … …

Cuando llegó al lugar en el que había dejado a las martas y a Fann se encontró una escena bastante peculiar: Fann y Marta G discutían hablando las dos a la vez, sin siquiera escuchar lo que decía la otra; mientras tanto, Marta M estaba sentada en una esquina encogida sobre si misma, balanceándose hacia delante y hacia atrás diciendo:
-Nadie me hace caso, pero yo no estoy loca
-¿Chicas?- dijo Finn extrañada.
-Hola Finn- le saludó Marta G- ¿Y esa cara?
Finn señaló el lugar en el que se hallaba Marta G.
-Marta, ¿te ocurre algo?- preguntó Fann.
Marta M no las oyó y continuó con su cantinela.
-Creo que si- dijo Finn torciendo el gesto.
-Dios mío- dijo repentinamente Marta M- sus majestades se han decidido a prestar atención a un ser indigno como yo- añadió con sarcasmo.
-Perdona, Marta, venga, explica- le rogó Marta G.
-A mi no me metáis que acabo de llegar- dijo Finn.
-¡Pues ahora no hablo, hala!- dijo Marta M- y ahor me enfado y no respiro.
-Vengaaa, Marta, abuu- dijeron Finn y Marta G con ojos de cachorrito.
Marta M miró hacia otro lado mosqueada, aún sin respirar.
-Va Marta, aguanta- le animó Fann ganándose las miradas recriminadoras de Finn y Marta G.
-Fann, no te metas- le dijo Marta G enfadada.
Fann le sacó la lengua y continuó animando a la otra Marta. Marta G mosqueada de verdad le dio un capón al hada haciendo que cayera en los brazos de Finn desmayada.
-Primer problema resuelto- dijo sacudiéndose las manos.
-Vamos, Marta, dínoslo, por favor- le pidió Finn, con una cara que derretiría hasta el acero.
-No- dijo Marta M haciéndose de rogar, agarrando a la pobre Fann que veía las estrellas.
-Pues vale, entonces haremos mi plan- dijo Marta G resignándose.
-Pues no, por que ese plan tiene un enorme fallo- dijo Marta M cruzándose de brazos, muy pagada de si misma.
-Pues explica tu plan, doña sabelotodo- se gruñó Marta G un poco harta.
-Su plan tiene un gran agujero, señorita garcía- dijo como si fuera un fiscal.
-Marta, por tu madre, que no estamos en el Apollo Justice- le dijo Marta G cortándole el rollo.
-No se si te habrás dado cuenta, pero solo podemos hacer el Jaque Mate las dos juntas, separadas no es posible- dijo sonriendo triunfal.
-Ya, ¿no dije que después de marearles un rato nos juntamos y les hacemos Jaque Mate?- dijo Marta G sorprendida.
-No, usted ha dicho, y cito: “Una le distrae y la otra hace jaque Mate”- dijo marta G con voz chillona- bueno, mejor os explico mi plan, ya que tu parece que solo dices chorradas.

… … … … … … … … … … …

Las campanadas de medianoche resonaron por la plaza de Gáldar nada más dar las doce. Dos sombras se deslizaron por el tejado de la catedral sigilosas, aunque...
-Marta, ¡¿Se puede saber para que coño te trajiste las botas de buzo, so merluza?!- chilló Marta M de dolor.
-Para aplastar a Sward, para que si no- dijo Marta G encogiéndose de hombros.
-Estúpida- susurró marta M sacudiendo la cabeza.
-Vale... ya me las quito... pero que conste que no podré aplastar a Sward sin ellas- se quejó marta G.- Finn, es la hora- el ángel asintió y la gema de su frente se iluminó, el rayo que provenía de ella se reflejó en el rosario, lo que hizo que este se iluminara a su vez.
-Fann, comienza el juego- dijo Marta M, tras lo cual Fann hizo lo propio.
-Esto... Marta...- dijo insegura Marta G- vamos a saltar, ¿vale?
-Bien, Marta, vamos aprendiendo- dijo sonriente Marta M, aplaudiéndole.
Las dos jóvenes saltaron diciendo:
-Let's go
Tras saltar cerraron los ojos, se agarraron las manos y, sonriendo con complicidad, se llevaron los rosarios al pecho.
-Juana de Arco, préstanos tu poder- el tiempo se detuvo a su alrededor y se transformaron con la misma espectacularidad que la última vez.
-Fuertes y decididas-dijo Jeanne.
-Incomparables y maravillosas- continuó D'arc
-Enérgicas y valientes. Somos las Ladronas del Viento enviadas por Dios. Y, una vez más nos llevaremos esa falsa belleza.- terminaron de decir ambas.
Las chicas se separaron y se dirigieron cada una hacia una dirección distinta. D'arc fue hacia el museo, mientras que Jeanne se quedó en la catedral, a la espera.
-Que la fuerza te acompañe, D'arc- dijo esta riéndose.
D'arc se dio la vuelta y le propinó un capón a su compañera.
-Friki
Después se alejó, dirigiéndose una vez mas al museo.
Me debéis una” pensó, cavilando en las tonterías que tendría que hacer a continuación “una muy grande”
Cuando llegó a la puerto se encontró a Lived y Sward.
-Mira quienes están ya aquí, tonto 1 y tonto 2- dijo con sorna.
-¿Por qué no te rindes ya, Jeanne?- preguntó Lived con una sonrisa socarrona- eres muy tozuda.
-Y tú un iluso al pensar que voy a rendirme tan fácilmente, Lived- dijo entrecerrando los ojos.
-Yo ya no soy Lived, niña tonta, ahora soy Claw- dijo este con altanería.
-Y yo Simbad- dijo su hermano.
-Da igual el nombre que teng'ais, vais a morder el polvo de todas maneras- dijo dando un paso al frente, tras lo cual se pegó un tortazo impresionante. Soltó un quejido al levantarse, pero, volvió a caerse.
Bajó la cabeza, abochornada y dijo:
-Esta bien, vosotros ganáis, me rindo...
Los hermanos gritaron de alegría.
-Pero no sin luchar, ¡Ven a mi, Jeanne!- finalizó D'arc.
Jeanne surgió de entre las sombras y cayó encima de Simbad, dejándolo inconsciente.
-Esto por llamarla Jeanne, ¡Jeanne soy yo!- exclamó
-Y esto por que por vuestra culpa tuviera que hacer el tonto- exclamó D'arc pegando a Claw.
Las chicas chocaron las palmas. Pero entonces... D'arc se quedó inmóvil, con la mirada perdida.
-Esto... ¿D'arc, estás ahí? Toc toc- dijo Jeanne dándole dos golpecitos en la cabeza.- Jeanne llamando a D'arc...
La temperatura descendió hasta puntos alarmantes.
-Accidente... mucha gente muere...- dijo D'arc con voz gélida- gritos... carreras... lloros... agonía...
Su voz se apagó, dejando a una temblorosa D'arc en brazos de Jeanne.
-¡Ha sido horrible!- logró decir.
En ese momento, una enorme cantidad de focos las apuntó, cegándolas.
-¿Quienes son?- preguntó Claw elevando la voz por encima del ruido de los helicopteros.
-¡Es la poli!- chilló D'arc- ¡Qué hacen aquí!
-La carta...- dijo Jeanne abriendo los ojos como platos.
-¿Que carta?- preguntó Simbad, aún un poco noqueado.
Salid con las manos en alto” se oyó una voz desde un megáfono “Tenemos el edificio rodeado”
-Rápido, Jeanne, el Jaque Mate- le apremió D'arc- Oh, no, el objeto está tras el cordón policial.
-Tranquila, ¿recuerdas el Petit Claire?
-Si, ¿por...?
-Recuerdas que en la misión anterior te comente que el Petit Claire tiene dos objetos- D'arc asintió- pues ha llegado la hora de usarlo. Petit Claire Double.
Del pequeño artilugio se dividió en dos.
-Jeanne, ¿esta es tu idea de artillería pesada?
-Calla y repite conmigo: Bouncing Ball
-Esto no me gusta.
-Hazme caso, jolines, D'arc.
-Bouncing Ball- De las dos mitades surgieron dos bolas, que las chicas cogieron, y el hilo que se unía a las bolas se pegó a los guantes de las chicas. Ambas elevaron las pelotas, haciendo que estas se pegaran en el techo, tras lo cual, el cable se recogió elevando a las jóvenes.
-Ciao- dijeron lanzando un beso al aire.
Lanzaron la pelota por encima del cordón policial, repitiendo la operación. Reecogieron la estatua en un tiempo record y escaparon por una ventana.
-Adieu
Mientras escapaban, tuvieron la mala suerte de chocar con Simbad y Claw que les arrebataron la obra.
-Es nuestra- dijeron.
-¡Y una mierda!- exclamó D'arc dándole un patadón tremendo Claw en las tripas.
-Fuera- dijo Jeanne haciéndole una patada giratoria a Simbad, echando a los dos ladrones del tejado.
-Por idiotas- dijeron sacando la lengua- vamonos- y se alejaron hacia una iglesia. Cuando llegaron se instalaron en el campanario, la zona más alta.
-Un momento...- dijo D'arc- ¿No te parece raro que el demonio aún no se haya manifestado?
De repente una presencia maligna salió de la figura.
-Con lo guapa que estoy callada, tenía que hablar- dijo D'arc frotándose la cabeza.
-En nombre de Dios- recitó Jeanne
-Vuelve a la oscuridad ente maligno- terminó D'arc sellando al demonio. Metió la pieza resultante en el bolsito que llevaba anudado a la cintura.
-Extracción completada
La figura de Tara había desaparecido. Pero... una sombra se acercó a la iglesia y dijo:
-Hola Marta, hola Marta, ¿Qué hacéis ahí arriba? Si que habéis cogido la manía de subir a sitios altos ¿eh? Y nunca me avisáis.
Miraron hacia el lugar y vieron... como no, a Laura Mateos. La joven las observaba con unos prismáticos, que ahora guardaba. Tras esto se fue.
-Vuelvo y repito... ¡Yo me quedo boba!- exclamó Jeanne incrédula.
-Oye, ¿no es un helicóptero de la poli en lo que se está subiendo Laura?- preguntó D'arc.
-Si, ¿y qué? Su madre es de la interpol.
-No jodas.
-Es bastante famosa, ha detenido a unos 9000 delincuentes, es el orgullo de Canarias, su especialidad son las trampas a los ladrones.
-No es posible, esto solo nos pasa a nosotras.
-¿Hay algún problema?- preguntó Jeanne sin entenderlo.
-A ver, laura es la única que sabe nuestra identidad secreta, ¿no?
-Ajá
-Y su madre es de la interpol
-Correcto...
-Pues como le diga algo a su madre estamos jodidas.
-Ya contra...
-Aleluya
Continuaron discutiendo unos minutos, tras lo cual cada una se dirigió a su casa.

… … … … … … … … … … …

Mientras tanto, Claw y Simbad se habían tenido que esconder para no ser encontrados.
-Nos la pagaréis, Jeanne y D'arc- exclamaron sombríos- vaya si nos la pagaréis...





V. De obra en obra y demonito que nos toca



-Alumnos, alumnos... ¡Presten atención, demonios!- el profesor de lengua y tutor de nuestras protagonistas estaba bastante alterado esa mañana.
-¿No le ves un poco irritado?- le susurró Marta M a Marta G.
-No creo que sea nada grave- contestó Marta G quitándole importancia a la cosa.
Bip Bip Bip. Los colgantes comenzaron a parpadear a lo loco. Marta M miró a Marta G con cara de“¿Por qué no te estarás callada?”
-Bah, no creo que sea el profe- se apresuró a decir Marta G.
Marta M arqueó las cejas y dirigió el colgante hacia el profesor, lo que hizo que este parpadeara todavía más.
-¿Sabes que calladita está muchísimo más guapa?
-Si, yo también lo creo.
En ese momento la maleta de Marta M se abrió de golpe y Fann salió disparada gritando:
-¡Demonio, hay un demonio cerca!
-A buenas horas mangas verdes- le recrimnó Marta M.
-¿Y Finn?- preguntó Marta G. Fann señaló al profesor. En su cabeza se encontraba la pobre Fin, en precario equilibrio, al parecer al salir de la maleta Fann lanzó sin querer a Finn hacia allí.
-¡Pero serás bestia!- masculló Marta M dándole un capón al ángel.
-¡Profesor!- chilló Sward haciendo que el profesor se girara.
-¿Ocurre algo señor Demon?- preguntó el profesor con voz respetuosa.
-Tiene un bicho en el hombro- dijo el joven con diligencia.
-Culichichilameculos- masculló Marta M entrecerrando los ojos.
El profesor se sacudió, haciendo que Finn resbalara de su cabeza, rebotando en los hombros de Sward y terminando en manos de Lived.
-Hola, preciosa- le susurró este- profesor, ¿puedo ir al baño?
-¿Y yo?- preguntó rápidamente Sward.
-Claro, claro, vayan, vayan- dijo el profesor sacudiendo las manos.
Los hermanos se levantaron y se fueron, llevándose a Finn con ellos.
Marta G estaba diciendo cosas nada bonitas sobre ellos en su mente, cosas que hemos tenido que censurar por no ser aptas para menores de ochenta años, mientras que Marta M tenía el puño elevado en posición amenazante, mascullando maldiciones.
-¡Mecachis en la porra!- dijo Fann- estos se van a llevar su merecido como que me llamo Fenn Fishu.
-Te llamas Fann, so tonta- le dijo Marta M.
-Eso, Fann, lo que sea- dijo Fann sin darle importancia- Voy a buscarla.
-¡No Fann!- exclamó Marta M, pero era demasiado tarde, Fann ya se había ido.
-Como la pillen también a ella que Dios nos coja confesadas- dijo Marta G en voz demasiado alta.
-¡Las martas, fuera!
-Pero... ¿por qué?
-Por decir palabrotas, ¡fuera!
Marta G salió obediente, mientras que Marta M se levantó tirando la silla y cerró la puerta tras de sí con un portazo.
-¡Estoy más cabreada que una gallina con la cloaca atascada!- gritó Marta M- ¡Como pille a esos dos se enteran de quien soy!
Cuando vio a los chicos se dirigió hacia ellos muy mosqueada y comenzó a golpearles con el dedo en el pecho, diciendo:
-¡Como por vuestra culpa se manche mi impecable registro de amonestaciones os juro que desearéis no haber nacido!
-Es que... como no me devolvíais a Fin... - comenzó Marta G con voz inocente.
-¿Nos vas a hacer algo?- preguntó Sward alzando las cejas, mientras Marta M gritaba a Lived, se había vuelto loca, parecía la niña del exorcista. Marta G, cabreada golpeó con el puño la columna que tenía a su derecha, haciendo un agujero.
-Pues esto haré.
En ese momento Marta M le dio un golpe a Lived, haciendo que este soltara a Finn.
-¡Finn!- exclamó Fann abrazándola.
-¡Rápido, vámonos!- apremió Marta G.

… … … … … … … … … … …

15:30 Casa de Marta G
-Menos mal que te salvamos- dijo Fann suspirando.
-Si te hubiera pasado algo no se que hubiera hecho- dijo Marta G llorando a lágrima viva.
-Llorar, como ahora- dijo Marta M haciendo un mohín- llorica.
-Es que... la echaba de menos- dijo Marta G, secándose los ojos con un pañuelo que le tendió Marta M.
-Si solo habéis estado dos minutos separadas- dijo Marta M poniendo los ojos en blanco.
-Ya pero...- Marta G miró hacia abajo.
-Bueno, centrémonos en lo importante- dijo Marta M- el demonio del profe de lengua, ¿recordáis que ayer estaba extraño en la excursión? Creo que el demonio está en Agüimes.
-Pues mandemos la carta, ¿a qué estamos esperando?- preguntó Marta G.
-Hay un problema- dijo Finn.
-¿El cualo?- preguntó Marta M extrañada.
-Como hay tan pocas estatuas en Agüimes...-dijo Finn sarcástica.
-El sarcasmo sobra- dijo Fann entrecerrando los ojos.
-Tiene razón- dijo Marta G con el ceño fruncido- no sabemos en que estatua estará y eso es una gran desventaja.
-Solo hay una manera de saberlo- dijo Marta M guiñándoles un ojo.

… … … … … … … … … … …

En el ayuntamiento de Agüimes se encontraba el alcalde de la ciudad, repantigado en su sillón, mientras observaba a través de la gran cristalera el paisaje de su tranquilo pueblo. Suspiró y se giró, preparado para continuar con su trabajo, pero encontró un mensaje encima de su escritorio. Extrañado de no haberlo visto antes lo tomó entre sus manos y un delicado olor a rosas le invadió. Empezó a leerlo y su expresión cambiaba a cada frase. Cuando terminó, saltó del sillón, dejando caer la carta al suelo y salió de su despacho.

Esta noche robaremos las esculturas de Agüimes a las 24:00.
Firmado:
Las ladrona Celestiales, Jeanne y D'arc

… … … … … … … … … … …

-Cubrid todo el perímetro, quiero a un escuadrón de policías en cada escultura y... ¿se puede saber que demonios hacen hay parados?- la agente de la interpol ladrba ordenes a diestro y siniestro.
-Se nota que es de la interpol- dijo el inspector saliendo del coche de policía.
-No es cuestión de en qué departamento estés lo que no puedo comprender es como no han atrapado a un simple ladrón- dijo ella indiferente.
-Creo que no la han informado bien- dijo triunfante el inspector.
-¿Perdone?
-Son dos ladronas, no una- dijo el inspector- y son unas chicas de unos... diecisiete o dieciocho años.
-Más a mi favor- dijo la agente. Entonces dos agentes uniformados aparecieron con una carta para el inspector.
-Inspector, mire esto- dijeron los dos jóvenes.
-¿Qué ocurre, Tom y Jerry?- dijo mientras abría la carta. Empezó a leerla y gritó- ¿¡Dos más!? Pero que manía habrán cogido.- el inspector estaba al borde de un ataque de nervios.
La agente le echó un vistazo a la carta. Cuando terminó, la dejó caer al suelo y la pisó con una de sus botas negras.
-Esto es un insulto, se están pitorreando de la autoridad- dijo con frialdad.
-¿Y cómo los detendremos?- preguntó el inspector.
-¿Puedo hablar?- preguntó Jerry alzando tímidamente la mano.
-¡Pues claro, que no estamos en el colegio!- exclamó la agente irritada.
-Por lo que he oído estos dos son más bien mediocres- comenzó- una simple trampa serviría para vencerlos.
-Buena observación, se hará como dices, retirense- dijo el inspector.
-No, un momento lo que dice es interesante- dijo la agente- Continúa.
-Creo, que tal vez...- Jerry trataba de aumentar la intriga.
-¡Continua, demonios!- exclamó la agente perdiendo los nervios.
-De acuerdo, de acuerdo, no nos pongamos nerviosos- dijo Jerry alzando las manos en son de paz.

… … … … … … … … … … …

23:50 Dos sombras se deslizaron entre los tejados de Agüimes.
-Rápido Claw, con la carta que hemos mandado debe de haber un despliegue policial impresionante- dijo Simbad, aún no había asimilado la derrota de la última vez.
-Venga, hermanito, relájate, que no es tan grave- dijo Claw, que se lo estaba tomando todo con mucha pachorra.
-Es que todavía no me creo que nos hallan engañado de esa manera, sobre todo Marta- dijo Simbad con el orgullo herido.
-¿Cuál de ellas, tu amorcito?- le preguntó Claw, que estaba disfrutando de la situación.
-Claw...- Simbad estaba comenzando a hartarse de las boberías de su hermano.
-¿Te molesta?- le preguntó este, que cada vez se lo pasaba mejor.
-No, solo que como sigamos así se volverán a llevar el objetivo.
-Eso ha sido un golpe bajo- masculló Claw, ahora mosqueado. - La verdad es que a mí también me sorprendió que tu pastelito fuera otra Jeanne- dijo Claw tras un rato en silencio.

… … … … … … … … … … …

-A... a... achís- D'arc estornudó- creo que alguien ha dicho mal mi nombre.

… … … … … … … … … … …

Simbad y Claw llegaron a la plaza central de Agüimes y allí se encontraron un espectéculo inesperado.
-Aquí no hay nadie- dijo Simbad revisando el lugar.
-Te dije que no iba a servir para nada, y ¿cómo encontramos ahora al demonio?- preguntó Claw que se había apoyado en una estatua, con posición relajada. De repente, de la estatua comenzó a emanar energía maligna.
-Mira, si antes lo nombramos antes aparece- dijo Simbad con una sonrisa.
-Como se suele decir, menta al demonio y el vendrá a ti- dijo Claw bostezando- Nunca mejor dicho.
Simbad sonrió y se dispuso a sellar el demonio, cuando un montón de focos les enfocaron.
-Poned las manos en alto y no hagáis ningún movimiento- dijo una voz distorsionada por un megáfono.
-Haz me el favor, Claw, haz lo que dicen y no te pongas a bailar como haces siempre- le pidió Simbad entre dientes, levantando las manos.
Pero la advertencia llegó tarde, Claw estaba... ¡¿bailando break?!
-Demasiado tarde- suspiró Simbad, dándose en la cara con la mano. La policía se quedó con la típica gotita de los animes, pensando: “Y hemos hecho el cordón policial para estos peleles”
-¡Que no somos unos peleles, contra!- les gritó Claw con el puño en alto- somos unos peleles malvados
Un aire frío recorrió la calle y hasta la bola de polvo de las pelis del oeste pasó por delante de ellos.
-Vuelvo y repito, levanten las manos, no hagan movimientos y tampoco chistes malos- repitió la voz.
Parabarapampampam... ¿¡Pero que demonios pinta en esta historia la música del oeste?! Lo que nos faltaba... bueno, ¿por donde iba que me perdí? Ah, si...
Los dos ladrones se dirigieron hacia delante, levantando las manos.
A la de tres saltamos y hacemos Jaque Mate” le mandó telepaticamente Claw a su hermano.
We are the world” Ahora Simbad era el que hacía el tonto.
¡Simbad!”
A que jode”
Vale, pero, ¿Te has enterado?”
Si”
Venga, uno, dos y...”
Pero entonces pasaron por allí dos tíos bailando break y... ¿para qué voy a continuar? Si todos sabemos lo que pasó, bueno, vale, lo digo, Claw se distrajo y se puso a bailar con aquellos chicos.
-¡Claw!- le gritaron todos los que estaban allí.
-¡No seas pelele y vuelve aquí!- exclamó Simbad.
-Vale...- se resignó Claw- sois unos aburridos, nunca me dejáis hacer nada de lo que me apetece.
Claw siguió mascullando cosas mientras se dirigía a su puesto.
¿Preparado?” preguntó Simbad a Claw, ahora que este ya se había centrado “una, dos y... ¡tres!”
Los dos ladrones saltaron y sacaron unos boomerangs, el de Simbad era negro con tres helices y adornos plateados en los extremos y el de Claw igual, solo que sus adornos eran dorados.
Simbad lo lanzó, pero no surtió ningún efecto.
-¡No funciona!- exclamó desesperado, agitándolo, después miró a Claw- Creo que ya se por que no funciona.
Claw se había quedado mirando el boomerang, y de ahí había mirado a Simbad, y al boomerang de nuevo, y a Simbad... y así una docena de veces más.
-¿En serio, un boomerang?- dijo incrédulo- ¿vamos a encerrar a los demonios con un boomerang? ¡no me jodas, Simbad, no mejodas!
Este se dirigió a él y le pegó un capón.
-No es momento de quejarse del estúpido método de atrapar demonios de Papá- le increpó, tras sus palabras hubo un terrible temblor en la tierra- Vale, vale, perdón, perdón, el genial y fabuloso mátodo de nuestro excelentísimo y maravilloso Padre- el suelo terminó de temblar inmediatamente.
-Ahora ya sé porque eres el preferido de papá- dijo Claw entrecerrando los ojos- Culichichilameculos.
Mientras ellos discutían, el demonio, aburrido de tanta tontería, salió de la estatua y desapareció.
-¡Perfecto, ahora le hamos perdido!- se quejó Claw- ¡ahora me enfado y no respiro! Umpf.
-Te juro que lo mato- susurró Simbad retorciendo las manos- vamos tras él, anda.
Claw se dirigió hacia donde se había ido el demoniocon os brazos cruzados y los mofletes hinchados.
-¿Vamos tras ellos, inspector?- sugirió uno de los policías.
-No, eso ya es cosa de la interpol- dijo el inspector.
-Y es nuestra hora de actuar- le susurró Jerry a Tom.

… … … … … … … … … … …

-¡Puñetero demonio!- gritó Claw frustrado- ¡Quieres estarte quieto de una maldita vez!
Lanzó el boomerang, pero no le sirvió de nada, el demonio habí vuelto a cambiar de estatua.
-Esto no puede seguir así, estamos cansandonos a lo tonto- dijo Simbad deteniéndose un segundo para lanzar el arma de nuevo.
-Este puñetero demonio nos bacila- gruñó Claw, resoplando del esfuerzo.
-Creo que el demonio con el que hemos estado luchando es una ilusión- dijo Simbad pensativo.
-Podias haberlo dicho antes, nos habriamos evitado toda esta locura del demonio- dijo Lived mosqueado.
-Oye, ¿has notado esa presencia maligna de la iglesia?- Simbad señaló la iglesia, de la que emanaba una gran cantidad de energía demoniaca.
-No jodas que me has hecho correr para nada- dijo Claw temblando de la rabia.
-Para que te pusieras en forma, te estas quedando un poco fondón- dijo Simbad con una sonrisa socarrona.
Claw estalló y le dio un puñetazo bien fuerte a su hermano.
-Au- se quejó Simbad- venga, déjalo y vamos a atrapar a ese maldito demonio antes de que lo hagan las Jeanne

… … … … … … … … … … …

-A... a... atchís- volvió a estornudar D'arc- ¡Queréis decir mu puñetero nombre bien de una maldita vez!

… … … … … … … … … … …

23:58 Simbad estaba muy nervioso, su plan de llevarse el objetivo antes de que aparecieran las reencarnaciones de Juana de Arco estaba a punto de irse al garete, solo tenían dos minutos para entrar, encerrar al demonio y salir, no sería dificil, pero si había policías dentro estaban perdidos, serían como demonios en una trampa celestial.
-Hermano, no te preocupes tanto- le dijo Claw, que estaba recostado en una estatua, riéndose de él.
-Clau, si no quieres acabar con otra patada giratoria de Jeanne será mejor que te concentres- dijo Simbad bastante mosquado- Rápido, entremos, que ya estoy notando sus presencias puras acercándose.
Los gemelos demoniacos se encontraban ante la casa de Dios, una enorme iglesia del renacimiento a la que no tenían muchas ganas de entrar, el templo sagrado de Dios era una atrocidad de la arquitectura a la que ningún demonio entraría jamás, menos aún los principes de las tinieblas, pero tendrían que aguantarse, sino abrían perdido otro objetivo y su padre estaría furioso.
-Y tanto que estaría furioso- le dijo Claw a las narradoras.
-No nos hables, que se supone que tu no nos oyes- dijeron las nadadoras escandalizadas.
-Esto va a ser horrible- suspiró Simbad mirando la fachada- este lugar me da ganas de vomitar- dijo cuando hubieron entrado.
La iglesia estaba en penumbra, apenas iluminada por unas pequeñas velas. Ambos sabían que la figura debían robar, la del Apostol Santiago, que se hallaba imponente, sobre un pedestal muy antiguo.
-Me debilito- dijo Claw haciéndo como que se hundía- me derrito, ¡aaaarg!
Un grito de dolor resonó por todos los recovecos de la iglesia, era el grito de Claw tras haber recibido un capón por parte de su hermano.
-Eso, tu mete el dedo en la llaga- se quejó Claw a las narradoras.
-¡Que no nos hables, contra!- exclamaron ellas.
-Claw, centrate en el objetivo, solo nos queda un minuto- exclamó Simbad mirando el reloj. Los hermanos se acercaron al pedestal, y cuando estuvieron a muy pocos centimetros, vieron unos dispositivos a sus pies, con una cuenta atrás de cinco segundos.
-¡Oh, demonios!- exclamó Simbad, pero ya era demasiado tarde, el dispositivo saltó y una bomba de humo se expandió a su alrededor, lo que los hizo toser.
-Cof, cof, ¡mierda!- gritó Claw medio axfixiado.
Unos focos los iluminaron.
-Salid con las manos en alto- dijo una voz dis... ¿esto no os recuerda a un dejá vu- y esta vez hacednos caso, por todos los demonios.
Claw iba a escabullirse, pero oyó una conocida risa femenina que le hizo quedarse claado en el suelo.
-No puede ser...- susurró.
La agente de la interpol soltó una carcajada.
-Habéis caído como ratones en una ratonera- dijo.
-Tom, Jerry, quitad esa falsificación de ahí- terminó el inspector con una sonrisa de satisfacción.
-Enseguida, inspector- los dos policías quitaron la escultura que resultó ser de poliespam.
-Bueno, y ahora os enseñaremos la original, antes de llevaros a comisaría- la agente de la interpol sacó un interruptor y lo accionó.
Plic
El pedestal se abrió y de él surgió con todo su esplendor la escultura del apostol.
-Que preciosidad- murmuró Jerry embelesado, acercando una mano a la escultura.
-¡No la toques!- chilló la agente, lanzando una pequeña piedra a la estatua, un campo electrico saltó y la redució a cenizas.
-Ños, vale- exclamó Jerry con la mano a medio camino, temblando- usted quiere matarme.
-Inspector, desconecte el campo eléctrico- dijo la agente.
-Ahora mismo- el inspector odedeció y en segundos el campo desapareció.
-Nuestro plan ha funcionado- dijo Tom contento- hemos atrapado a esos dos.
-Tenéis razón, y además no aparecieron esos otros dos ladrones- dijo la agente triunfal.
-¡Nas!- le gritaron todos los policías a la agente.
-Ldrones, ladronas, ¿que mas da?- dijo quitándole importancia al asunto.
-A nosotros nos importa- dijo Tom.
-Y mucho- añadió Jerry.
-Creo que yo lo sé...- dijo Claw, pero nadie le hizo caso.
-No pensaras que...- empezó Simbad, temiéndose lo peor.
-Sip- dijo este suspirando- oí su risa.
Tom rió.
Dong dong dong dong dong dong dong dong dong dong dong dong... Eran las campanadas de la medianoche.
-Nosotras siempre llegamos a tiempo- dijo Jerry.
-Las Ladrnas Celestiales, enviadas por los dioses ya están aquí- Terminó Tom.
Los dos se arrancaron la ropa y...
-¡No puede ser!
-¿Qué ocurre D'arc?- le preguntó Jeanne.
-Me han vuelto a salir estas dos estúpidas coletas- gritó indignada.
Mientras D'arc luchaba contra sus dos coletas, Jeanne se puso a dialogar con la policía, que por cierto, no voy a escribir lo que dijo por que resulto aburrido hasta para ella, que ya es decir, bueno, siento la interrupción, continuemos...
-¡No me las puedo quitar!- lloró D'arc- ayudame.
Jeanne cogió las coletas y apoyó un pie en el pecho de D'arc.
-A la de tres tiramos las dos a la vez, ¿ok?- le dijo a D'arc, que estaba desesperada- Una, dos y... ¡Tres!
Las jóvenes tiraron a la vezy salieron disparadas cada una hacia un lado.
-Gracias- dijo D'arc dolorida, ahora le caía el pelo como una cascada dorada por la espalda- ¡que daño! Ya hablaré yo con Fann de las coletitas, ya hablaré yo.
-Despues de esta pantomima... ¿podemos continuar?- preguntó Jeanne. Pero D'arc soltó un chillido
-¿Y ahora que?- preguntó mosqueada Jeanne.
-Jeanne, dime que eso que tienes en las manos no es mi pelo- dijo d'arc viendo el mechón de pelo que se había quedado enganchado en los coleteros que sujetaba Jeanne.
-Pues entonces no te lo digo- respondió ella escondiendo la mano detrás del cuerpo.
D'arc se lanzó encima de Jeanne y ambas comenzaron a pegarse.
-D'arc, por Dios, déjalo ya- le girtó Jeanne- discutelo con Fann cuando terminemos, Vigen de las Candelarias.
Se sorbió la nariz y dijo:
-Vale, seré mejor ladrona para vengar a mi pelo.
-Si ya habéis terminado...- dijo la agente aburrida.
-No, aún no- dijo Jeanne- ¡Lánzalas D'arc!
Esta lanzó unas esferas de las que comenzó a salir un humo blanco.
-Esto es tan típico...- dijo poniendo los ojos en blanco.
-Coff coff, ¡proteged la estatua!- la agente era la desesperación en persona.
Pero cuando llegaron a la estatua esta ya había desaparecido y las ladronas desaparecían por una cristalera rota, a través de la cual se veía el cielo estrellado de la noche.
-Au revoir
-¡Mierda! Coff coff- gritó la agente.
-No puede ser coff, coff- gruñeron Claw y Simbad.

… … … … … … … … … … …

-Lo hicimos, lo hicimos, lo hemos conseguido- cantaron a la vez las ladronas
-Ya me lo pegaste- gruñó D'arc- tu locura es contagiosa.
De repente, paso, lo que todos estábamos esperando desde hacía un buen rato, si, los famosos desvanecimientos de D'arc.
-El fuego surgirá de las entrañas de la tierra- comenzó- el cielo se cubrirá de cenizas, volviéndose negro.
-Espera que adivine... un volcan, ¿tal vez?- dijo Jeanne poniendo los ojos en blanco.
-Una gran explosión, muertos, desastres...- su voz comenzó a perder fuerza y...- ¿Qué ha pasado?- preguntó volviendo a la realidad.
-Nada, lo de siempre, trance, profecía... nada importante- dijo Jeanne.
Las jovenes escucharon como los oficiales salían a darles caza, llevando a cuestas a Claw y Simbad.
-Pero serán estúpidos- dijo Jeanne.
-Estupidos, dice...- exclamó D'arc- por si no te diste cuenta casi nos atrapan y nos hacen lo mismo y... ¿Dónde está la estatua, Jeanne?
-Donde siempre estuvo, en la iglesia- dijo encogiéndose de hombros.
La expresión de D'arc parecía decir: “No me digas que hemos roto una cristalera carísima para despistar”
-Vamos a dentro... ¡Y no me mires así, contra!- dijo poniendo los brazos en jarras.
D'arc sacudió la cabeza resignada y comenzó a calcular la distancia, la velocidad necesaria, la fuerza que tenían...
-Si te vas a quedar ahí plantada, entro yo sola, ¡Banzai!- Jeanne se agarró a la cornisa, columpiándosa, saltó e hizo una voltereta en el aire, cayendo con la elegancia del gato.
-Venga, calculadora, baja de una vez, que no hay moros en la costa- le dijo.
-Presuntuosa- murmuró D'arc molesta. Se deslizó por el techo, dio un mortal en el aire y cayó con la elgancia de una bailarina, demostrando los ocho años que había pasado en sincro. Cuando pisó el suelo hizo una reverencia digna de una reina.
-Mira quien fue a hablar de presuntuosa- gruñó jeanne.
-Si tu lo haces, yo no voy a ser menos- replicó D'arc sacándole la lengua. Jeanne le devolvió el gesto, a lo que su amiga contestó levantándole el dedo corazón.
-Dejadlo ya, niñas chicas, que no tenemos toda la noche- dijo Finn a través del rosario.
-Bueno...- refunfuñó Jeanne.
D'arc le sacó la lengua una vez más y se dirigió a la estatua.
-Por cierto...- dijo sin darse la vuelta- ¿dónde está la estatua?
-Delante de tus narices- contestó Jeanne.
-Ah... sácala tú, que estoy cansada- dijo sentándose en el suelo.
Jeanne hizo una patada de giro inverso al aire y...
-Se supone que tengo que ver algo- dijo D'arc sarcástica.
Jeanne se limitó a chasquear los dedos. El altar se comenzó a resquebrajar hasta que se deshizo en ínfimas partes. Detrás apareció la estatua.
-Vale, tu ganas- gruñó D'arc- pero que conste que a mi la idea no me gustaba.
Las jóvenes tocaron la gema central de sus rosarios y de estos emergieron los Strangers.
-Jaque- Jeanne escribió una J.
-Mate- D'arc eescribió una M.
El demonio trató de resistirse, pero el poder de las chicas le sobrepasaba y acabó por rendirse, convirtiéndose en un peón.
-Extracción completada.
D'arc suspiró y recogió la pieza, guardándola entre los pliegues de su falda.
-¿Nos vamos?- preguntó bostezando.
-Vale- respondió Jeanne- misión cumplida, Finn.
-Bien hecho chicas- las felicitaron los ángeles.
Jeanne y D'arc salieron por el ventanal roto, pero cuando se dispusieron a salir de Agüimes divisaron una sombra muy familiar.

… … … … … … … … … … …

-¡Me han dejado en ridículo!- se desgañitó la agente de la interpol.
-Lo siento por ti, mamá- respondió Laura Mateos, su hija- Pero... ¿Quién se te ha escapado?
-Esas ladronas, Jeanne y D'arc- respondió la agente con desprecio.
-Ah, ¿quienes, Mart...?
Pum
-Au, au, au- gritó de dolor Laura- ¿por qué me habéis pisado?
-¿Te pisamos? Lo sentimos, no vimos tu pie- dijeron las Martas, que acababan de llegar.
-Hola Marta, hola Marta, ¿Qué hacéis aquí, no estábais ro...?
Pum
-Au, au, au- chilló de nuevo Laura, saltando con el pie bueno- ¿otra vez?
-Upps, perdona, es que como esta oscuro...- dijo Marta G.
-No sabía que estábais con ella, bueno, esto se ha acabado por hoy, pero... me las pagareis Jeanne y D'arc- dijo la agente levantando el puño en posición amenazadora.
-A... a... atchís- estornudaron las Martas.
-Salud- dijo la agente- venid, que os llevo en coche a casa.
-Gracias- exclamaron las Martas.

… … … … … … … … … … …

-¿Qué pasó con los otros ladrones?- preguntó Laura ya en el coche.
-Se los dimos a la policía y esos incompetentes los dejaron escapar- dijo la agente apretando las manos en el volante.
-Tranquila, con lo patosos que son fijo que los vuelven a pillar- dijo Marta G, provocando una risilla sofocada por parte de Marta M.
-Por cierto, muy bueno el truco del altar- le dijó al oído Marta M a Marta G.
-La verdad es que lo saqué del primer comic de Kaito Kid- reconoció Marta G.
-Friki- murmuró Marta M.
-Tu calla, oye, mañana comienzan las vacaciones de semana santa y tu, yo, Finn y Fann nos vamos a Madrid.- dijo Marta G.
-¿Y eso?- preguntó Marta M.
-Que gané un concurso y el premio eran dos billetes a Madrid y visitas al Museo del Prado incluidas- sonrió Marta G. El coche se alejó entre las luces de la carretera.





VI. Gato Negro, ¿Aliado o enemigo?

-Bienvenidos a mi patria- exclamó Marta M cuando bajaron del avión.
-Marta... no seas exagerada que no nos hemos ido del país- dijo Marta G, poniendo los ojos en blanco.
Marta M le sacó la lengua y dijo con voz de niña chica:
-Jo... no me quites la ilusión.
Fueron a recoger las maletas de la cinta cuando de la maleta de mano salió Fann diciendo:
-¡Que me asfixio, déjame salir!
-Vuelve ahí dentro- susurró Marta M- ¡No me cabrees!
Fann volvió a entrar en la maleta a regañadientes. Las Martas cogieron un carro y recogieron sus maletas, que, como no, fueron las últimas en salir.
-¿Qué quieres que le hagamos si somos gafes?- le recriminó Marta M a las narradoras.
Las narradoras le chistaron.
Tras recoger las maletas salieron a la zona de recibimiento del aeropuerto. En esto estaban cuando una mujer de pelo castaño rizado, ojos color miel y gafas se les acercaba corriendo.
-¡Marta!- gritó abriendo los brazos.
-¡Inma!- chilló Marta M abriendo también los brazos.
Ambas corrieron al encuentro y se fundieron en un cálido abrazo.
-Gracias por venir a recogernos y dejarnos estar en tu casa- le dijo agradecida Marta M- ven, te voy a presentar a mi amiga.
Se dirigieron a donde estaba Marta G con el carro de las maletas.
-Inma, te presento a mi amiga, Marta García, Marta te presento a mi prima y mi madrina, Inma- las presentó Marta M con una sonrisa de oreja a oreja.
-Encantada de conocerte- dijo Inma dándole dos besos a Marta G.
-Igualmente, gracias por dejarme quedar en su casa- dijo Marta G con voz de niña educada en alta sociedad- tome, esto es para usted, por las molestias- le entregó una caja de bombones.
-Gracias, pero no hacía falta- dijo colocando la caja de bombones sobre la maleta de Marta M.
-¡No, por favor, más peso no, me asfixio!- se quejaba Fann, removiendose en el interior de la maleta.
Inma miró extrañada a la maleta, pero un grito distrajo su atención.
-¡Inma!- era un hombre alto, con poco pelo, ojos marrones y gafas.
-¡Inma, jopé, como corres!- resolló cuando llegó a su lado- Hola, marta, que bueno verte.
-Marta, te presento a Ginés, el novio de Inma, Ginés, esta es mi amiga, Marta G- Marta M volvía a las presentaciones.
-Encantado- dijo Ginés dándole dos besos.
-Igualmente- dijo Marta G devolviéndoselos.
Ginés tomó las maletas y todos juntos se dirigieron al coche. Pero... lo que nuestras protagonistas no sabían que dos sombras las seguían sigilosamente.
-¡Joe, que manía con llamarnos sombras!- les recriminó Lived a las narradoras.
-¡Que te calles, contra!- le gritaron estas.

… … … … … … … … … … …

En otro lugar de la ciudad, lejos de allí...
-Bueno, esta es vuestra habitación, os dejo que os asentéis- dijo Inma sonriente, apoyada en el umbral de la puerta, tras lo que salió.
-¡Al fin!- se quejó Fann saliendo de la maleta, medio aplastada.
-¿Qué pasa conmigo?- preguntó Finn saliendo de la maleta de Marta G bostezando.
-He dicho al fin, no Finn, so cateta- le recriminó Fann poniendo los ojos en blanco.
-Bueno, no empecemos, que estamos en vacaciones- dijo Marta G mediando la situación.
-Tienes razón- dijo Finn sonriendo- Además, nada nos puede salir mal.
De repente escucharon un grito que venía del exterior del edificio, las chicas se acercaron a la ventana y vieron a Lived en el suelo, se había tropezado con su maleta y a Sward a su lado, echándole la bronca por su torpeza.
-Esa frase está gafada- masculló marta M.
-Finn, por tu madre, por que no te estarás calladita- le recriminó Marta G.
-Perdón- se disculpó esta.
-Ya nada, pero... agachaos, quiero hacer una cosa- dijo Marta M.
Mientras ellas se agachaban Marta sacó la cabeza por la ventana.
-¡BOBOS!- chilló a pleno pulmón, y antes de que levantaran la cabeza ya se había agachado.
-¿Has oído eso?- preguntó Sward extrañado.
-¿Qué si he oído qué?- preguntó Lived levantándose.
-Habrán sido imaginaciones mías- dijo su hermano confundido.
Tras esta escena los dos hermanos se dirigieron al hotel donde se hospedaban. Las chicas y los ángeles vieron esto y explotaron de la risa.
-Eres una bestia parda- rió Marta G.
-¿Perdona? Soy la mejor- logró decir Marta M entre risa y risa- y además soy mala.
-Lo que nos faltaba, una de las reencarnaciones de Juana de Arco es malvada- dijo Fann.
En ese momento la puerta se abrió, dando un susto de muerte a las cuatro.
-¿Ocurre algo, chicas?- preguntó Inma asomando la cabeza.
-Nada, que Marta acaba de contar un chiste muy bueno- dijo Marta G haciendo que Marta M volviera a explotar de la risa.
-Esta Marta...- dijo Ginés, asomando también la cabeza- Esto... chicas, nosotros nos vamos al cine, tomad dinero para pedir una pizza, el número esta en la nevera- dicho esto ambos se fueron.
-Oye Marta, ¿Tu madrina tiene Internet?- preguntó Marta G.
-Supongo- respondió esta- ¿por?
-¿Recuerdas aquella página del tuenti sobre el telepizza?- le preguntó Marta G con picardía.
-Creo que ya se a donde quieres llegar.
Las chicas bajaron a toda pastilla las escaleras y se sentaron frente al ordenador.
-Dame el número- pidió Marta G una vez hubo encontrado lo que buscaba.
Marta M se lo dio y marcaron rápidamente.
Pi... pi... pi...
-¿Telepizza dígame?

… … … … … … … … … … …

-Tengo la impresión de que estas dos están tramando algo malo- dijo Inma cuando un escalofrío le recorrió la espalda- No se porqué.
-No te preocupes- dijo Ginés con una sonrisa tranquilizadora- se portarán bien, seguro, conociendo a tu prima...
-Eso es lo que me preocupa, que conozco demasiado bien a mi prima.

… … … … … … … … … … …

Las Martas estaban en el sillón, revolcándose de la risa y lanzándose cojines.
Ras
Uno de los cojines se rasgó y el relleno comenzó a volar por los aires. Las chicas pararon un momento, asustadas, pero, sin poder evitarlo, volvieron a caer al suelo muertas de risa. Estuvieron así hasta que alguien llamó a la puerta.
-¡Voy yo!- exclamó Marta M y se dirigió a toda velocidad, tomó el pedido y, tras darle doble propina (para disculparse por la bromita) cerró la puerta y volvió al salón-Veamos... una Romana y una Proscciuto, sin olvidar la ración de pan de ajo y las dos raciones de patatas bravas, una picante y la otra no.- recitó.
-¿Quién pidió las patas bravas?- preguntó Marta G extrañada.
-¡Nosotras!- exclamaron Finn y Marta M.
-Toma Marta- dijo Marta G pasándole las picantes.
-No me gusta el picante- negó ella.
-Entonces... ¡¿Son tuyas Finn?!
-Es que tengo genes Mejicanos- dijo esta con un gorro mejicano en la cabeza.
-Si ni siquiera sabes donde está México- le increpó Marta M.
-Si que lo se- replicó Finn ofendida- está al lado de China.
-¡No, boba, eso es Australia!- exclamó Fann- México está en el Polo Sur.
-México esta donde vuestro cerebro, ¡perdido!- chillaron las Martas.
-Bueno, menos discutir y más recoger- dijo Marta G mirando el desastre que se había formado con las plumas.
-¡No hace falta!- exclamaron los ángeles. Las gemas de sus frentes se iluminaron y lanzaron un rayo que limpió en un segundo la habitación.
-¿Por qué no me dijiste antes que tenías ese poder?- le preguntó Marta G a Finn- la de veces que me habría librado de recoger mi cuarto.
Marta M se repantingó en el sillón y encendió la televisión, mientras que Marta G se puso a leer el periódico del día.
-¡Pero mira eso!- exclamó Marta M mirando la tele con los ojos como platos.
-¡Lo sabía!- exclamó Marta G levantándose de golpe.
-¿Lo del accidente del avión en el que murió el presidente de Polonia?- preguntó Marta M.
-No, sabía que tu última visión era sobre un volcán- dijo señalando una noticia sobre la erupción del volcán de Islandia.
Marta M iba a replicar, cuando en la tele comenzaron a decir algo que atrajo la atención de las jóvenes.
Las famosas Ladronas Canarias, también conocidas como Las Ladronas Celestiales han vuelto a actuar, ¿Se enfrentarán a Gato Negro, el joven ladrón que acecha Madrid? Esto es lo que se pregunta esta reportera, María González, y esto es todo por hoy”
-Pero bueno, que se han creído, como no teníamos bastante con Lived y Sward ¿ahora quieren también encasquetarnos a otro? ¡Eso si que no!- se quejó Marta G.
-Pero...- replicó Finn- ¿Y si fuera alguien enviado por quien vosotras ya sabéis?
-Que estamos hablando del demonio, no de Lord Voldemort- dijo Marta M.
-Es que no nos gusta invocar su nombre- dijo Fann estremeciéndose.
-Por cierto... ¿y cómo se llama?- preguntó Marta G con curiosidad.
-Nadie lo sabe, ni siquiera los príncipes de las tinieblas- dijo Finn.
-No, Finn, querrás decir los peleles de las tinieblas- le corrigió Marta G.
-No, perdona, el payaso de la tele y el culichichilameculos de papi- le corrigió Marta M- que no es lo mismo- añadió- Por cierto, las visiones se están volviendo cada vez más macabras y sádicas.
-Y yo me pregunto... ¿Por qué tendrás esas visiones?- preguntó Marta G.
-Puede ser...- comenzó Fann- no, no lo creo.
-¡Escupelo Fann!- exclamó Finn impaciente.
-Que a lo mejor, unos espíritus se adueñan de su cuerpo y dicen lo que va a ocurrir para intentar detenerlo.
-Fann... ¿Estuviste otra vez leyendo mis libros, no?- preguntó Marta M.
-Si...
-Ya decía yo que esa historia me sonaba.
En ese momento la puerta se abrió y por ella entraron Inma y Ginés que estaban manteniendo una acalorada discusión.
-Yo creo que los padres deberían vigilarlas mejor- decía Inma.
-¿De quién habláis?- preguntó Marta M curiosa.
-De las ladronas esas- dijo Ginés- las fantasmales o como sea.
-¡Celestiales!- gritaron las Martas- Las Ladronas Celestiales.
-¿Acaso las conocéis?- preguntó Inma.
-¡No!- se apresuraron a responder las Martas- ¿Qué te hace suponer eso?
-¿Por qué estáis tan alteradas?- preguntó Ginés sin llegar a entenderlo.
-¡No estamos alteradas!- chillaron, coincidiendo por tercera vez.
-Vale, creo que es la hora que nos pone a todos nerviosos- dijo Inma- venga, a la cama todos, desfilando.
-Si- exclamaron con desgana las Martas y Ginés, dirigiéndose a sus respectivos cuartos.

… … … … … … … … … … …

Al día siguiente las Martas y los ángeles decidieron hacer una visita al museo del Prado.
-Bueno, en la siguiente sala encontraremos la grandiosa obre de Velázquez, Las Meninas- dijo Marta M ejerciendo de guía a las mil maravillas- Por la derecha, no se despisten- entraron en la siguiente sala- Como podrán ver, la obra de Las Meninas representa a una de las familias reales en la historia de España que bla, bla, bla...
-Me siento rara, normalmente soy yo la que hace de guía- murmuró Marta G.
Marta M se había callado de repente y miraba al cuadro como una boba, delante había un hombre con una brocha tratando de rayar la pintura.
-¡Ni se le ocurra!- chilló y se lanzó sobre el hombre.
-¡Tengo que arreglarlo!- decía este con voz demoníaca.
Marta M soltó un gritó de guerra y le dio un golpe al hombre con la cabeza, dejándolo KO.
-Menos mal que tengo la cabeza dura.
Los guardias se acercaron y se llevaron al hombre, mientras se iban Marta G les oyó decir:
-Es el séptimo de esta semana... ¿Por qué tantos ataques a Las Meninas?
-Marta, creo que Las Meninas tienen un demonio- le susurró a Marta M.
-No... ¿en serio?- preguntó esta sarcástica, enseñándole el colgante que pitaba como un loco.
-Finn, te toca- dijo Marta G.
-Ok- respondió esta alejándose- un momento... ¿dónde está la oficina?
-Yo te guío- suspiró Marta M, poniendo los ojos en blanco.

… … … … … … … … … … …

Un cordón policial rodeaba el edificio y algún que otro helicóptero observaba desde las alturas.
-Cuento unos... doscientos guardias, tres helicópteros y cuarenta cámaras de televisión- dijo Marta G que observaba la escena con prismáticos.
-No está nada mal- dijo Marta M con un gesto aprobador- se han portado bien.
-Vamos, Finn
-Let's go Fann.
Los ángeles realizaron su trabajo y se quedaron allí, en la retaguardia, mientras las chicas se dirigieron al Prado a toda carrera.
-Game Start
De repente un coche de policía se paró.
-Señor... esas chicas...- comenzó el conductor.
-No es él, todavía no es tan bueno como para dividirse- dijo el que parecía el jefe dando una calada a su pipa. Dicho esto el coche se alejó.

… … … … … … … … … … …

Jeanne y D'arc esquivaron con suma facilidad a los guardias, que parecían estar en otra cosa.
-¡Chacho!- exclamó Jeanne- ¿Están empanados o que demonios les ocurre?
-Buah- dijo D'arc con gesto despreocupado, con los brazos tras la cabeza- no le llegan ni a la suela de los zapatos a la madre de Laura, esto va a ser muy fácil.
Doblaron la esquina y se encontraron cara a cara con las Meninas, que ya había empezado a desprender ese aura demoníaca tan característica de los cuadros poseídos. La sala estaba en penumbra, lo único que iluminaba la oscura habitación era una franja de luz que emitía la luna llena.
-Tengo un mal presentimiento- susurró D'arc.
-¿No será una de tus visiones?- preguntó Jeanne.
-No, es que siempre que parece que va a resultarnos fácil ocurre algo que tergiversa ese hecho- le respondió encogiéndose de hombros.
-Bueno, siempre hay una primera vez- añadió Jeanne guiñándole un ojo. Amabas se encontraban ante el cuadro, con una sonrisa de seguridad.- Vamos allá.
Cuando estaban ya preparadas, Stranger en mano, una carta los lanzó lejos.
Jeanne miró a todos los lados con movimientos de cabeza como los de una paloma, buscando la procedencia de la carta.
-¡Jeanne, por tu madre, allí!- exclamó D'arc moviendo la cabeza de su compañera hacia el lugar adecuado.
En el ventanal se hallaba el individuo responsable del ataque. Era un chico de no más de diecisiete años, cabello corto color castaño, un monóculo impedía saber de que color eran sus ojos. Vestía un traje blanco, corbata roja y camisa azul, además de llevar un sombrero de copa blanco, igual que el de un mago.
-Buenas noches, bellas señoritas- dijo con tono educado.
-Buaaaj- exclamó D'arc metiéndose los dedos en la boca, fingiendo un vómito.
-¡Ya se de que me sonaba!- exclamó de repente Jeanne, golpeándose la palma de la mano- ¡Es Kaito Kid!
El chico que se acercaba a ellas, tropezó al oír esto, pero enseguida recupero la compostura y continuó caminando, con seguridad y un poco de chulería.
-Prrrft- D'arc le hizo una pedorreta.
-Vaya- dijo el chico agarrando uno de los mechones de pelo de D'arc,a la que, por cierto, ya no le habían salido aquellas molestas coletas- el inspector ya no sabe que hacer y me manda a dos muchachitas.
-Prrrft- D'arc volvió a hacer una pedorreta.
-D'arc, por tu madre, ¡para de una vez!- le chilló Jeanne.
-¡No me da la gana!
-¡Qué pares te digo!
-¡Que no me da la gana!
De repente, se abrieron las puertas y se encendieron súbitamente las luces, cegando a las chicas, lo que provocó que Jeanne acabara en brazos del ladrón. Entonces, dos figuras se adelantaron entre los policías.
-¡Os he encondado!- dijo una de ellas, congestionada.
-¡Te he encontrado!- dijo la otra.
Pero lo que se encontraron no lo habían previsto, el ladrón tenía a Jeanne en brazos, mientras que D'arc le golpeaba la espalda para que la soltara.
-¡Pedo bueno, que edta padando aquí!- chilló la agente de la interpol, a la que habían ascendido a inspectora- ¡Tú edtate quieta y tú, suedta a mi laddona, no me la toquetees ¡achís!
-Pero bueno, ¿es que no nos va a dejar en paz ni siquiera aquí?- preguntó D'arc molesta.
De repente la puerta volvió a abrirse de par en par y... ¡¿Laura?!
-¡Mami, mami, te dejaste el Paracetamol!- exclamó agitando el sobre en el aire tras lo cual, se lo dio y se marchó.
-Tedga uda hijas pada esto...- rezongó la inspectora.
-Este ladrón tiene las manos muy largas- dijo Jeanne lanzándole miradas inquisitorias a este- en los tres sentidos.
-¡Oye tú, deja de seducir a mi ladrón!- le dijo el inspector a Jeanne.
-Oiga, que es él el que me está tocando el culo, y por cierto... ¡estate quieto de una vez!- exclamó Jeanne liberándose de los brazos del joven.
-Pensé que habíamos conectado- suspiró el ladrón.
-En tus sueños- le chilló Jeanne mosqueada.
-¡Jeanne!- exclamó D'arc echándose a sus brazos- pensé que ya no volvería a verte.
-Exagerada- Jeanne le dio un capón- Te tengo dicho que dejes de ver las telenovelas de la uno.
-Vale...- D'arc agachó la cabeza.
-Pero bueno... ¿Dónde se ha metido ahora ese ladrón de pacotilla?- preguntó Jeanne poniendo los brazos en jarras.
-Aquí arriba, princesa- dijo él lanzándole un guiño.
-¿Te vas sin la obra de arte?- preguntó sorprendido el inspector.
-Si te refieres a la preciosa ladrona me encantaría llevarmela conmigo, pero el deber es lo primero- dijo con una sonrisa zalamera.
-Presuntuoso- masculló Jeanne hinchando los mofletes- eres un ladrón insoportable.
El ladrón, en respuesta, tocó su cinturón, haciendo que su capa se convirtiera en un ala delta.
-Ya está, ya tuvo que hacerlo- soltó Jeanne. El ladrón sacó un interruptor y lo pulsó, tras lo cual toda la sala quedó llena de humo.
-Que típico- dijo D'arc.
Todas las personas de la sala comenzaron a toser a causa del humo. Jeanne sintió una presencia a su espalda, pero al intentar girarse algo comenzó a presionarle la espalda.
-Yo que tu no me giraría, no quiero tener que dispararte- le susurró una voz al oído.
-Veo que te gusta tu pistolita de cartas, coff coff- tosió Jeanne medio asfixiada.
-No hables y escuchame, me llevo Las Meninas, pero si queréis recuperarla tenéis que venir mañana a la puerta de Alcalá y allí mediremos fuerzas. El que gane se lleva el cuadro y el que pierda...- Jeanne notó como aumentaba la presión en su espalda aumentaba y comprendió lo que le ocurriría al que perdiera.
El humo se disipaba poco a poco, por lo que el ladrón se dispuso a irse, pero antes de desparecer del todo le dio un beso en la mejilla a Jeanne y le puso una rosa blanca tras la oreja.
-Además de cursi maleducado, mira que largarse sin despedirse-exclamó D'arc, que estaba al lado y lo había visto todo- ¡Me cago en el padre de Lived y Sward!- chilló D'arc al ver que el cuadro había desaparecido.

… … … … … … … … … … …

¡Achis!
-Me da que alguien está hablando de mi allá arriba- dijo el rey de los demonios sonándose.

… … … … … … … … … … …

-¡A nosotros no nos metas!- exclamó Claw saliendo de detrás de un jarrón y sacando a Simbad del jarrón de al lado a rastras.
-Mi madre, como eramos pocos parió abuela- exclamó D'arc.
-¡Tú! ¿Qué hacías ligando con ese?- le increpó Simbad a Jeanne.
Jeanne no le escuchaba por que estaba leyendo el cartel que había dejado el misterioso ladrón en donde antes se encontraban Las Meninas.
Me he llevado las Meninas de Velázquez
Firmado: Gato negro”
-Asi que así se llama ese presuntuoso- murmuró rascándose la cabeza.
-Pues claro, lo vimos en las noticias, ¿Como pudiste olvidarlo?- le chilló D'arc exaltada.
-¡¿Alguien me escucha?!- chilló Simbad perdiendo los nervios.
-Para que voy a escucharte si lo único que sale de tu boca son estupideces- dijo Jeanne mirándole con los ojos entrecerrados.
-¡Exacto!- coincidieron Claw y D'arc.
-Muy buena, ¡chócala!- exclamó Claw chocando los cinco con D'arc.
-Me estás empezando a caer bien, chaval- dijo D'arc sonriendo de oreja a oreja.
-¡D'arc!- le regañó Jeanne.
-¡Claw!- le reprendió Simbad.
-¿Qué quieres culichichilameculos?- preguntó Claw entrecerrando los ojos.
-No ves que estamos hablando-es de mala educación interrumpir una conversación-dijo D'arc poniendo los brazos en jarras- aunque sea de besugos- añadió entre dientes.
-D'arc, somos vuestros rivales- dijo Simbad dándose aires de superioridad.
-Exact... espera... ¿Qué has dicho?- preguntó sorprendida Jeanne.
-Que somos vuestros rivales- repitó Simbad sin llegar a entender del todo.
-No, antes- dijo D'arc.
-Ah, pues dije D'arc- terminó Simbad sin darle importancia.
Jeanne y D'arc se miraron y comenzaron a lanzar confeti y soplar unos matasuegras, mientras bailaban en circulos.
-¿Qué pasa?- preguntaron Claw y Simbad, que no entendían aquel repentino comportamiento.
-Ha dicho bien mi nombre- exclamó D'arc- no me ha llamado Jeanne.
La niebla de Gato Negro se estaba comezando a disipar y los policías comenzaron a despertar.
-D'arc, ahora- exclamó Jeanne dandole un golpe a Claw. D'arc no sabía muy bien de que iba todo aquello, pero decidió darse un gusto y tambien golpeó a Simbad.
-¿Qué pasa?- preguntó todavía confusa.
-Calla, ponte esto y dejame hablar a mi.

… … … … … … … … … … …

-Oficiales, ¿qué ocurre aquí?- preguntó el inspector cuando se disipó el humo.
-Las Ladronas Celestiales y Gato Negro han escapado- dijo el oficial- ero hemos atrapado a estos dos.
El otro oficial estaba arrastrando tras de si a Claw y Simbad, ambos incoscientes y además atados.
-Muy bien, agentes, al menos algunos hacemos nuestro trabajo- dijo mirando de reojo a la inspectora.
-¿Perdona? Tu has perdido a tu ladron, ademas, esos dos ladrones los debía atrapar yo- dijo la inspectora mosqueada, a la que, por cierto, se le había curado la gripe.
-Joo, no me lo recuerdes- desde una esquina, marginado.
-Bueno, buen trabajo oficiales, pueden descansar- dijo la agente haciendo el saludo del ejercito.
-Si, señora- dijeron los oficiales devolviéndole saludo.
En ese momento entró Laura en la sala, mientras los oficiales salían y se les quedó mirando extrañada.
-¡Hey, pero si son Jea...- no pudo terminar la frase, por que uno de los oficiales pisó una baldosa a proposito, la cual cedió, atrapando a la joven en una de las miles de redes-trampa preparadas- Mamiii...- se quejó- me he quedado atrapada.
-Nota mental, no volver a traerme a Laura de misión- dijo la agente sacudiendo la cabeza.

… … … … … … … … … … …

Los oficiales esbozaron una amplia sonrisa al salir y se quitaron la ropa, dejando al descubierto su verdadera identidad, Las Ladronas Celestiales Jeanne y D'arc.
-Cada vez es más fácil- suspiró D'arc sonriendo triunfal.
Las jóvenes le sacaron la lengua al edficio a modo de burla y dijeron a la vez:
-Au revoir

… … … … … … … … … … …

La noticia se estuvo retransmitiendo por todas las cadenas de España repetidas veces. Los programas del corazón, los científicos y los telediarios estuvieron hablando de este tema innumerables veces, desde telemadrid hasta la televisión canaria. Los reporteros habían metido una cámara oculta y se había grabado toda la actuación de Gato Negro y las Ladronas Celestiales, con el reto incluido.
-¡Lo que hay que ver!- exclamó Inma indignada- estas dos muchachas se han hecho más famosas que La Macarena, además, menuda incompetencia la de la policia, mira que dejarlas escapar, esto es de locos.
Marta G bostezó, se habían ido a dormir a las cuatro de la mañana y tenían una cara de muertas que daba miedo.
-Os tengo dicho que os acostéis pronto y os dejéis de tanta chachara- les regañó Inma.
-Pero... si nos acostamos pronto...- se lamentó Marta M soltando un bostezo.
-¿En serio?- preguntó Inma alzando una ceja.
-Dejalas mujer- dijo Ginés- son jovenes, estan en la edad de divertirse y pasar hasta altas horas hablando y divirtiéndose.
Las Martas le echaron una mirada agradecida junto a una sonrisa cansada, bostezando de nuevo.
-Si yo no digo que no se diviertan- dijo Inma- lo que no quiero es tener dos muertas vivientes caminando por casa.
-Pues esta muerta viviente se vuelve a la cama- bostezó Marta G dirigiéndose a su cuarto.
-Te sigo- añadió Marta M.

… … … … … … … … … … …

18:00 horas.
En la puerta de Alcalá dos sombras... ¡que tonterías digo! Todos sabemos perfectamente quienes son las dos sombras. Jeanne y D'arc intentaban ir sigilosamente, pero Jeanne no hacía más que pisar a D'arc, lo de ser sigilosa no es lo suyo.
-Jeanne- susurró D'arc- ¡quieres dejar de pisarme de una puñatera vez!
-Perdona, pero hay que darse prisa- dijo Jeanne acelerando el paso.
-¡Ay, que no me pises!- exclamó D'arc.
A pesar de los múltiples problemas técnicos las jovenes lograron llegar a la puerta de Alcalá, un inmenso arco en medio de la plaza de “La puerta del Sol”
-Ahora a desactivar las kinder sorpresa- dijo Jeanne.
-¿Por que siempre dirás chorradas?- dijo D'arc poniendo los ojos en blanco.
-Tenía que decirlo- dijo Jeanne con una sonrisa bobalicona.
-¿Por qué venimos tan pronto?
-Para desactivar las trampas.
-¿Qué trampas?
-Las que habrá preparado Gato Negro, ese no te reta sin preparar antes trampas en el lugar adecuado- explicó Jeanne.
-Claro... un momento... ¿Quien era Gato Negro?- preguntó D'arc rascándose la cabeza.
-El de blanco...- dijo Jeanne con tono condescendiente.
-¡Ah! El cursi pedorretas, el de la rosa.
-Si, la que aún tengo en el pelo... espera... ¡¿Qué hago yo con esto aún en el pelo?!- chilló Jeanne escandalizada, haciendo movimientos raros para quitarsela.
-A lo mejor es un rastreador- dijo D'arc.
-¿Ya has estado viendo otra vez las pelis de James Bond?- le preguntó Jeanne alzando una ceja.
-Es que me gustan...- respondió D'arc con voz de niña pequeña.
Bip Bip Bip. En la rosa comenzó a parpadear una luz.
-¡Pero si es una cámara!- chilló Jeanne tirando la rosa al suelo- ¡Será pervertido me ha estado espiando, incluso cuando iba al baño!- continuó despotricando mientras D'arc se moría de la risa.
-Me matas- rió D'arc- No puedo más.
-No, al que voy a matar es a esa copia mala de Kaito Kid- gruñó Jeanne verdaderamente cabreada.
-Ya esta, ya tenía que saltar el lado friki de la fuerza digo... de Jeanne- se corrigió D'arc.
-Bueno, dejalo, vamos a trabajar- dijo Jeanne adelantandose.
-¿Qué vamos a hacer?
-Primero esto- dijo Jeanne rompiendo un trozo de la perta de Alcalá, tras esto accionó el botón que había en la cavidad que había quedado y el interior del arco se llenó de corrientes eléctricas.
-¡Joder!- exclamó D'arc- ¡Qué manía tienen todos de intentar convertirnos en pollos a la plancha!
-A que si- le apoyó Jeanne- y deben de haber más, hay que desactivarlas todas y... ¡Quítate ese disfraz de científico!
-Jo... ¿y de que me disfrazo entonces, de maga?- se puso un ropaje idéntico al de Kaito Kid.
-D'arc, quitate eso, ¿Se puede saber de donde lo has sacado?- le preguntó Jeanne extrañada.
-Ni idea- respondió D'arc muerta de la risa.
-¡Se puede saber de que te ríes ahora!- le chilló Jeanne ya un poco irritada.
-De lo ridículo de la situación- respondió Jeanne- es que me recuerda a los comics de Mortadelo y Filemón.
-Siempre acabamos nombrando algo así- Jeanne puso los ojos en blanco- Oye ¿y si hacemos las cosas como él?
-¿Cómo él?
-Si, ya lo verás.

… … … … … … … … … … …

-Todo el mundo en fila- ordenó el inspector Fernandez-Ante todo recordad, esas dos son unas principiantes, con las trampas que hemos puesto caeran como moscas.
-¡Cómo que principiantes!- exclamó la inspectora.
Todos se giraron y vieron como la inspectora avanzaba con un escuadrón de policías de fuertes espaldas, enormes brazos y pieles tostadas por el Sol.
-Por ahí vienen los cubanos- dijo con sorna el inspector.
-¡Qué somos canarios, contra!- chilló la inspectora irritada- ¡¿Cuántas veces te lo tendré que repetir?!
-Cubanos, canarios... ¿Qué diferencia hay?- preguntó el inspector aún con sorna.
-Solo unos...miles de kilómetros, nada más- dijo la inspectora.
-Esas ladronuchas no se pueden comparar a él
-Eso es lo que tú te crees...

… … … … … … … … … … …

-Calculo unos... cien policías, vaya que poco se han esforzado esta vez, bueno, al menos los diez helicópteros lo cmpesan- dijo Gato Negro que observaba la Puerta de Alcalá- ¿Quién iba a pensar que robarte iba a ser tan divertido?
La obra de Las Meninas seguía en su estado original, su energía demoníaca parecía estar dormida.
-Bueno, no quiero llegar tarde a mi cita- Y nada más decir esto saltó del edificio, y en pleno vuelo accionó su ala delta.


… … … … … … … … … … …

El inspector se mantenía en una actividad frenética, al igual que la inspectora.
-Tenemos trabajo, ¡Aquí no entrará ni una rata!- gritó triunfal el inspector.
-Pues acaba de entar una- dijo la agente señalando el animal.
-¡Qué alguien atrape a ese roedor!- chilló el inspector y empezó a perseguir a la pobre rata.
-Lo que hay que ver- suspiró la agente sacudiendo la cabeza.

… … … … … … … … … … …

Ding Dong
-¡Ladies and Gentleman!- gritó Gato Negro desde una estatua.
-¡Ahí está, rápido, atrapadlo!- gritó triunfal el inspector.
Gato Negro saltó con su ala delta y se alejó de la puerta del Sol.
-¡Siganle, rápido!- siguió vociferando el inspector.Todos los policías y helicópteros siguieron al joven. El bullicio se alejó y la Puerta del Sol se quedó vacía y silenciosa.
-Siempre caen en la misma trampa, que tontos- rio gato Negro- Como pueden confundirme con un muñeco, que verde está aun, inspector- añadió sacudiendo la cabeza.
El muchacho salió de su escondite y se dirigió a la puerta de Alcalá y esperó bajo uno de sus arcos.
-Eres un tardón- le increpó una voz desde las sombras.
-¿Has venido sola?- le preguntó con curiosidad.
De repente alguien le golpeó la cabeza.
-¡Tu estás tonto o que!- exclamó D'arc, que, colgada bocabajo del arco le había golpeado- Jeanne no va a ningún sitio sin su D'arc.
-Por supuesto- dijo Jeanne chocando los cinco con D'arc- Por cierto... ¿Qué haces ahí colgada?
-No se, pensé que molaría mas aparecer así, a lo Spiderman- dijo esta encogiéndose de hombros y bajando al suelo.
-Bueno, habéis caído en mi trampa- dijo Gato Negro sonriendo.
-Que trampa ni que ocho cuartos- dijo D'arc golpeandole con el puño en la cabeza.- ¡Este cada día es más tonto.
Gato Negro alzó una ceja extrañado.
-Haber, Gato Negro, ¿como que no sabíamos todos que esto era una trampa?- dijo Jeanne entrecerrando los ojos.
-¿Ah si?- preguntó desafiante sacando su pistola de cartas.
-Si- D'arc pulsó un aparato que llevaba en la mano.
Gato Negro soltó un alarido de sorpresa, estaba colgado bocabajo agarrado con una cuerda por un tobillo.
-Esto si que no me lo esperaba- masculló cruzándose de brazos.
-Se trataba de eso, tontito- dijo D'arc pellizcandole la mejilla.
-Espera un momento...- Jeanne miró a todos los lados- ¿Dónde está el cuadro?- preguntó mirando al chico con los ojos entrecerrados.
-Guardado, ¿por?- respondió.
-¿No se suponía que ibas a traerlo?- preguntó D'arc alzando una ceja.
-Ya, pero solo si me ganábais, aunque todo estaba planeado para que ganara yo- dijo pensativo.
-Pero será presuntuoso- masculló D'arc.
Jeanne le echó una mirada de complicidad a D'arc. Ambas se acercaron por ambos flancos y...
-¡No vale, no es justo!- gritó él entre risas, las jovenes le estaban haciendo su más famosa y milenaria tortura, el ataque de las cosquillas.
-En la guerra y el amor todo vale- dijo D'arc con sencillez.
Jeanne le dio un puntapie en la cabeza.
-No te imagines cosas raras
-¡Qué nadie se mueva!- chilló la inspectora desde desde un megáfono.
-¡Me cago en...!- exclamó D'arc- ¿pero tu no los estabas distrayendo?
-Solo despiste al inspector- dijo Gato Negro.
-Eso, que yo no soy tan estúpida para caer en eso- dijo la inspectora con altanería.
-ese inspector es más simple que el mecanismo de un chupete- dijo Gato Negro sacudiendo la cabeza.
-Eso es de Super Gals- dijo la inspectora.
-¡Pero esto que es!- exclamó D'arc- todo el mundo se ha vuelto friki o que.
-No te eches flores que aquí la que veí Super Gals eras tú- le increpó Jeanne.
-Upps... pillada- dijo D'arc frotándose la cabeza.
-¿Me bajáis ya?- preguntó Gato Negro con voz inocente.
-¡No!- le chillaron las otras tres.
-Si lo se no pregunto- masculló este haciendo un mohín.
-Os pillé a los tres- dijo la inspectora con una carcajada triunfal.
-No, no, no lo has pillado a él, a nosotras dejanos en paz- dijo Jeanne señalando al muchacho.
-Exacto, que nosotras no hemos hecho nada...- dijo D'arc- aún.
-Quien robó las Meninas fue el gato pulgoso de marras-dijo Jeanne.
-¡Oye!- se quejó Gato Negro- que yo no tengo pulgas.
-Es una forma de hablar subnormal- Jeanne le dio un nuevo puntapie en la cabeza.
-Cuanto más me odias más me gusta- dijo Gato Negro abriendo mucho los ojos.
-Hola, sigo aquí- dijo la inspectora tratando de llamar la atención de las muchachas.
-Lo sabemos, pero pasamos de ti- dijo D'arc sin siquiera mirarla.
-Bueno, ahora me diras donde dejaste las meninas- dijo agachándose para estar a su altura. Este le indicó que se acercara.
-Te lo diré si sales conmigo
-¡Pero será fresco!- exclamó D'arc poniendo los brazos en jarras- no pienso ir de carabina
-De acuerdo- dijo Jeanne- Yo elijo la hora, tú el lugar
Todos se quedaron boquiabiertos, sin llegar a creerselo.
-Pero... Jeanne... ¿tienes fiebre?- D'arc le puso la mano en la frente con preocupación.
-Tu sigueme el juego, ¿vale?- le gruñó esta en voz baja.
-Vale...- se resignó D'arc- ¡pero que conste que yo no voy a ir de carabina!
En ese momento Simbad salió hecho una furia de un arbusto, arrastrando a Claw, que intentaba desasirse, sin mucho éxito, por cierto.
-¡Claw!- D'arc se lanzó en brazos del ladrón, con felicidad.
-D'arc, que es el enemigo contra, no seas niña chica- dijo Jeanne poniendo los ojos en blanco.
-Osea, que tu si puedes salir con el gatito pulgoso y yo no puedo abrazar a Claw- D'arc se cruzó de brazos, roja como un tomate, a su lado Claw se frotaba la cabeza, tambien ruborizado- Además, en mi defensa diré que fue un impulso, no lo hice queriendo.
-¡Dejalo!- exclamó Jeanne haciendo un gesto despectivo con la mano- Tu me vas a decir donde está el cuadro- añadió dirigiéndose a Gato Negro.
-Pues... vale... esta en ese edificio morado de ahí- dijo señalándolo con desgana- en la azotea.
-No te voy a preguntar como bajaste de allí, porque ya me lo imagino- Jeanne entreceró los ojos.
-Y ahora... ¿me bajáis?- pidió Gato Negro.
Las ladronas se miraron y dijeron a dúo:
-¿Tú que crees?
-Sois unas abusadoras- se quejó Gato Negro.
-Inspectora, ya puede llevárselo- le dijo D'arc a la inspectora, que miraba la escena boquiabierta- ¡Cierre la boca, mujer, que se va a tragar una mosca!
-¡No me deis ordenes, atrapadlas!- gritó indignada la inspectora.
Los agentes corrieron, tratando de atraparlas, pero las muchachas lograron escapar gracias al “bouncing ball”, del cual salió un fino hilo que se alejó en la oscuridad.
-Adieu- dijeron guiñando el ojo.
-¡Que sigo aquí!- se quejó la agente.
-Si, pero como eres un personaje secundario pues no te hacen caso- dijo Gato Negro, que continuaba boca abajo.
-¡Cierra el pico!- le gruñó la inspectora- que tu tambien eres secundario, y ademas llevas media hora boca abajo, asi que chitón.
-Si, pero yo le gusto a una de las protas- se chuleó él.
-¡Y una mierda!- chillaron Jeanne y Simbad.

… … … … … … … … … … …

Las muchachas llegaron a la azotea y encontraronel cuadro, tal y como había dicho Gato Negro. Entonces el demonio salió del cuadro. No era como los demás, era más grandre y más oscuro.
Con que vosotras sois las reencarnaciones del de Juana de Arco” dijo el demonio.
-Y tu eres el demonio que se va a convertir en pieza de ajedrez- dijo Jeanne altanera.
-¿En pizza?- preguntó D'arc extrañada, la pobre estaba un poco trompetilla.
-¿Y así es como tu quieres que nos tomen en serio?- replicó Jeanne.
-Jo, es que tengo hambre- se quejó D'arc
-Pues cuando terminemos te invito a pizza ¿hace?
-¡Vale!- exclamó D'arc más animada- lo siento señor demonio, pero vamos a tener que sellarle para que yo pueda comerme mi pizza, si nos permite sellarle ya nos ahorraremos el inutil esfuerzo y su sufrimiento, gracias- dijo sonriente, con voz de niña buena.
¿Creéis que podéis vencerme?” preguntó el demonio con una carcajada.
-Si- dijeron las chicas con sencillez.
Estuvieron diez minutos luchando, pero el demonio se vio desbordado por su poder y calló derrotado.
-Sois... pode... rosas- logró farfullar.
-Que poco nos ha durado- se quejó Jeanne sacando el Stranger
-Que triste- D'arc sacó el suyo, sacudiendo la cabeza.
-Jaque- Jeanne dibujó con fiereza la J en el aire.
-Mate- D'arc dibujó la M con serenidad.
El demonio se convirtió en pieza de ajedrez, la que D'arc se aseguró a guardar.
Boom
En el lugar en el que se encontraba la policíasalió un espeso humo blanco.
-¿Qué paso, Claw se pasó con la polvora?- Jeanne soltó una carcajada.
-¡No te metas con mi futuro marido... digo... con Claw!- exclamó d'arc corrigiéndose a tiempo.
-Te ha dado fuerte, ¿eh D'arc?- dijo Jeanne alzando una ceja.
D'arc miró hacia otro lado, colorada como un pimiento.
-¿No ibamos al telepizza?- soltó abruptamente.
-Si venga, antes de que cierre- suspiró Jeanne.
D'arc se destransformó.
-¿Donde están Finn y Fann?- bostezó Marta M- estoy cansada.
-Fijo que se han ido a dormir, con lo que nos a retrasado el bobo de Gato Negro...- contestó Jeanne, tambien bostezando- Joder, esto de los bostezos es pegadizo.
-¡Oye!- se quejó D'arc escandalizada- ¡que nosotras no dormimos en horas de trabajo.
-Claro que no, dormis el resto de las horas- miró a Jeanne con el ceño fruncido- ¿Te quieres destranformar de una maldita vez?
-Vale- suspiró Jeanne, destransformandose.
Las cuatro amigas se alejaron, pero no sabían que alguien las observaba.
-Conque ese es vuestro objetivo

… … … … … … … … … … …

Las vacaciones terminaron, al igual que el curso, todo normal, encerrando demonios, peleándose con Lived y Sward...
Luego comenzó un nuevo curso para nuestras protagonistas con sorpresas inesperadas.
-¡Esto tiene que ser una broma!- chillaba Marta M.
-Oh, venga, no será para tanto- le dijo Marta G despreocupada.
-¡Nos han cambiado de clase!- chilló Marta M- ¡Nos han sacado del bilingüe! ¡Y para colmo de nuestra clase solo estan Lived y Sward!
-Mierda- masculló Marta G- Esto ya no puede empeorar.
Pero como siempre, todo puede empeorar y Marta G sintió una presencia a su espalda.
-Disculpa, ¿te importa que mire mi lista?- dijo un joven de diecisiete años, pelo negro y ojos verdes.
-S... si- tartamudeó marta G y se apartó.
-Esto es el colmo- gruñó Marta M- tenias que abrir la bocaza- le recriminó a su amiga.
-¿Por?
-¿No te has dado cuenta de quien es?
Marta G negó con la cabeza y Marta M lo dio por perdido.
-Tonta del culo- gruñó- es Gato Negro- añadió en un susurro.
-Pues según mi lista me llamo Sate- dijo el chico giñando el ojo.
-Nos perdonas un momentito- le dijo Marta M a MartaG. Cogió a Sate de la camisa y se lo llevó a rastras- Mira bonito, podrás engañar a la simplona de mi amiga- le dijo una vez se hubieron alejado- pero a mi no me engañas te tengo calao, bacalao, se perfectamente que eres Gato Negro.