martes, 5 de octubre de 2010

La poesía de Las Ladronas Celestiales

Aquí os dejo una pequeña poesía que me inventé sobre Las Ladronas Celestiales.

Las Ladronas Celestiales son 
y te conquistaran el corazón.
Las cosas desaparecerán
con un simple "Jaque Mate" ¡ya lo verás!
Jeanne, atolondrada e inteligente,
con su gran astucia promete.
D'arc serena y decidida,
al viento invoca enseguida.
Dos demonios las persiguen
pero su objetivo no consiguen
Robar antes que ellas
les da dolor de cabeza.
Simbad, querido y mimado,
por su papi el malvado.
Claw, idiota y apuesto,
D'arc es su tormento.
¿Qué es esto, dos más?
Esto empieza a marear.
Gato negro y Noin,
desaparecen con un boing.
Juana de Arco, ancestral,
ante Jeanne se revelará.
D'arc, convertida en mala,
se perderá a su querida Juana.
Si de risa no quieres morir,
no leas esta historia, te vas a partir.
Al fin, aquí acabo,
¡y a Finn y a Fann no he mencionado.
Dos haditas entre los buenos,
se vuelen malas con tanto vuelo.
Y si esta historia no te ha gustado,
solo te digo... ¡NO HABER ESCUCHADO!


By: D'arc Aqua


Espero que os haya gustado, ya se que hay una parte que no rima mucho, lo siento, pero si no no salía, y tambien que me falta nombrar a la policía y a Laura, pero no os preocupéis, estoy trabajando en ello.

domingo, 29 de agosto de 2010

Transformación de Las Ladronas Celestiales

Para los que os encanta nuestra novela y os gustaría ver como nos transformamos Jeanne y yo, aquí os dejo un video demostrativo:





Espero que lo disfrutéis, no olvideis comentar!!!!!!!!!!!!!!!!!

domingo, 22 de agosto de 2010

Encuesta cerrada

Bueno, la encuesta termino y por lo que parece vuestro capitulo favorito es el 3, veo que compartis mis gustos, jeje, bueno, gracias por votar!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

D'arc

viernes, 6 de agosto de 2010

Nevo blog!!!!!!!!!!!!!!!!

Queridos lectores:
TENEMOS UN NUEVO BLOG!!!!!!!!!!!!!!!!! se lama: paridas en clase y el link es: http://paridas-clase.blogspot.com/
Espero que en este nuevo blog nos visiteis igual que en este y os guste lo mismo. Va a ir sobre paridas ke acemos y decimos en clase.
Besitos y abrazos:
D'arc

martes, 3 de agosto de 2010

Encuesta

Queridos y adorados lectores:
como supongo que habreis notado, he estado haciendo unos arreglilllos en el blog, y ahora tenemos: un contador de visitas y lo mas importante:  ¡¡Una encuesta!! y como se que os encanta el libro de Las Ladronas Celestiales me ustaría anunciaros que el tema de la encuesta es.... ¿Qué capítulo preferís de las Ladronas Celestiales? votad y no olvideis que solo quedan dos días para el fin de la votacion, asi que mejor apresuraos
Os quiere y os adora:
D'arc

P.D. voy a intentar hacer mas cambios para que el blog este mas a vuesro gusto, Kiss

sábado, 17 de julio de 2010

Tercer capitulo de Las Ladronas Celestiales

Querid@s lector@s:
Como se que teníais muchas ganas de leerlo ya... aquí tenéis el capitulo 3 de las ladronas celestiales, espero que lo disfruteis... (L) KISSS...
Besitos y abrazos:
D'arc




III. Un grupo poco corriente: Finn, Fann, Jeanne, D’arc y… ¡¿Laura?!

Al día siguiente, Marta M se levantó con una resaca peor que si se hubiera pasado toda la noche empinando el codo.
-¿¡A qué no adivinas qué día es hoy!?- canturreó a gritos Beatriz García apareciendo en su habitación con una bandeja llena de cosas ricas para desayunar.
Marta M le chistó llevándose ambas manos a la cabeza.
-Me está matando la cabeza- se quejó hundiendo la cabeza en la almohada.
-Feliz cumple- le susurró Bea, con una sonrisa de oreja a oreja.
Por la puerta aparecieron su padre y su hermano sonriendo.
-¡Felicidades!- chillaron levantando los brazos.
Las dos mujeres de la casa les chistaron.
-Perdón- dijeron los dos barones rascándose la cabeza, sin saber porque se tenían que disculpar.
-Hombres- susurraron madre e hija sacudiendo la cabeza.
Riiiiiiiing. El teléfono sonaba escandalosamente desde el hall.
-¿Quién será a estas horas?- preguntó su padre, Antonio Martín.
… … … … … … … … …
-¡Buenos días, ¿está Marta Martín?!- dijo risueña Marta G, con buena educación.- soy Marta G, su compañera de casa.
-Si, aunque te aviso de que está de mal humor, y eso que es su cumpleaños- dijo Antonio suspirando- ahora te la paso.
Marta G esperó unos minutos y alguien cogió el teléfono con violencia.
-Diga- gruñó Marta M entre susurros.
-¡Felicidades!- le gritó Marta G al auricular.
Marta M le chistó de muy mal humor.
-Vaya humos- exclamó Marta G- ¿Qué te ocurre, por qué estas de tan mal humor?
-Me va a estallar la cabeza y tú me chillas, como para no estar de mal humor- le contestó mosqueada Marta M.
-¿Por qué?- le preguntó de nuevo Marta G que no se enteraba de nada.
-¡Y yo que se, me ves con cara de saberlo!- le chilló con una mueca de dolor.
-Pues yo dormí genial- dijo Marta G de buen humor.
-¡Qué suerte que tienen algunas!- se quejó Marta M- ¡Morrista!
-También te llamaba para preguntarte si ayer al volver te había pasado algo- le dijo poniéndose seria.
-No te lo puedo decir así, por teléfono, es mejor que te lo diga a la cara- dijo bajando la voz, adoptando un tono confidencial- espera un segundo.
Tapó el auricular con la mano y se dirigió a su madre en tono normal.
-Mami, puede venir Marta a casa- le dijo con voz de niña buena.
-Claro, pero por favor, no hagáis mucho el cafre, yo me voy, tengo un paciente especial- le dijo.
-¿Quién, el señor Takada?- le preguntó con mucha curiosidad, el señor Kiyaki era un hombre que vivía en el manicomio en el que trabajaba Beatriz, era un caso especial de locura transitoria.
-Si, cariño- dijo su madre suspirando- me espera mucho trabajo, si hay alguna urgencia me llamáis, ¿OK?
-OK- le dijo Marta de mala gana- ¿y los demás?
-Tu padre estará en la universidad y tu hermano acaba de salir por ahí con sus amigos- le dijo sabiendo de sobra a lo que se refería su hija- no te preocupes, estaréis solas.
-Toda precaución es poca- le dijo sonriente, volvió a ponerse el auricular en la oreja, destapándolo.
-Ya era hora- le dijo Marta G que había esperado impaciente a su amiga.
-Vía libre- le dijo Marta M- puedes venir cuando quieras, y date prisa, así te lo digo rápidamente.
-Oki- le dijo Marta G de buen humor.
… … … … … … … … …
Ding… dong… ding dong ding dong
Marta M abrió la puerta y Marta G vio que tenía la cara desmejorada y parecía un zombie.
-¡Al fin!- exclamó Marta G y salió disparada al baño, como la última vez.
Marta M se dirigió a la cocina y comenzó a preparar cuatro sándwiches.
-¿Y tú de que quieres los sándwiches, Martita?- le preguntó a gritos, esbozando una mueca de dolor.
-Vegetal, please- dijo entrando en la cocina con las manos hundidas en los bolsillos, con aire despreocupado.
-Oki- le contestó Marta M, guiñándole un ojo. Se aplicó y comenzó a preparar los sándwiches con rapidez, casi a la velocidad de la luz y los metió en la sandwichera. Se limpió las manos en el delantal negro que se había puesto y se dio la vuelta, mirando a Marta G con seriedad.
-Ven- dijo agarrando su brazo con firmeza, dirigiéndole hacia el salón con rudeza.
-¿Te pasa algo?- le preguntó esta asustada, con cara de preocupación.
-Un segundo- Marta M levantó un dedo como gesto de espera y comenzó a buscar por toda la casa, como si esperara encontrar un micrófono o algo así. Suspiró. - todo despejado. Finn, Fann, ¿tenéis algo para mi dolor de cabeza?
-Claro- dijo Finn picándole un ojo a Fann con complicidad.
Se acercaron a Marta M con lentitud y le pusieron ambas manos en la cabeza, con delicadeza, y repentinamente las manos se iluminaron, con un leve resplandor verdoso, tras esto, el dolor de cabeza de Marta M desapareció por completo.
-¡Gracias!- les agradeció esta con una amplia sonrisa, la primera que esbozaba en todo el día.
-¡Como mola!- exclamó Marta G- no nos habíais dicho que teníais poderes curativos.
-Es lo bueno de ser un ángel- dijo Fann con una sonrisa de autosuficiencia.
-Bueno, a lo que íbamos,- dijo Marta M yendo al grano- cuando ayer volvíamos a casa, después de la misión, repentinamente dos sombras me interceptaron el paso, una era mas alta y esbelta, y la otra era mas bien de estatura media, y también era delgado, y antes de desaparecer dijeron simplemente: “Te retamos Jeanne”
-¿En serio?- dijo Marta G con los ojos como platos, con la cara teñida de sorpresa- ¿Y tú qué hiciste?
 -No me dieron tiempo a decir ni hacer nada, pero cuando se fueron les chillé algo así como: “De Jeanne nada, bonitos de cara, ¡Yo soy D’arc!- dijo Marta M muy irritada, otra vez de mal humor.
-Típico de ti Marta, como una cabra hasta el final- dijo Marta G sonriendo- No tienes remedio- suspiró- entonces… eso fue lo que sintió Finn, aquellas presencias malignas.
El ángel asintió.
-Estaba preocupada por la dirección que tomaron las presencias, se dirigían a tu casa Marta, menos mal que no pasó nada- dijo aliviada Finn.
Snif, snif. Marta M olfateó el aire y notó un olor a quemado.
-¡Mierda!- chilló levantándose de golpe- ¡los sándwiches!
Corrió hacia la cocina, chocándose contra la mesa del comedor. A los diez minutos, volvió con una bandeja negra en la que había cuatro sándwiches humeantes, un poco chamuscados, dos coca- colas, dos vasos de leche, un algodón de azúcar y un platito con terrones de azúcar y galletas de chocolate.
-Como Marta me dijo que te gustaba el algodón de azúcar, compré el otro día para ti- dijo dirigiéndose a Finn- la leche y las galletas son para Finn y Fann, te lo advierto- dijo mirando inquisitivamente a Marta G.
-Ñam, ñam ¡Qué rico!- dijo Marta G con cara de felicidad, restregándose las manos de anticipación.
-Esta muy bueno- dijo Finn degustando el algodón de azúcar y las galletas con adoración. Mientras, Marta G seguía devorando con ansia sus sándwiches, Finn tomó la palabra:
-Marta… ¿podrías describirnos a las dos personas con las que te encontraste?
-Bueno, pues… eran dos, como creo que ya he dicho, y creo que eran dos chicos, el que habló tenía la voz de tenor, pero la voz era hermosa, un poco siniestra y terrorífica, como a mí me gusta.- dijo Marta M pensativa, jugueteando con su pelo y suspirando.
-Tan pronto y ya los han enviado a fastidiar- dijo Finn sacudiendo la cabeza con cara de preocupación.
-¿A quienes?- preguntó Marta G intrigada.
-A “ellos”, Los Príncipes de las Tinieblas.- dijo Finn con dramatismo. Marta G volvió a intervenir:
-Pero… ¿El Príncipe de las Tinieblas no es el Rey de los Demonios?
-No, él es el Rey de las Tinieblas- le contestó Fann haciendo un gesto negativo con la cabeza.- Los Príncipes son sus hijos.
-Ah, vale… ¿¡Qué!? ¡El Rey de los Demonios tiene hijos, yo me quedo boba!- exclamó Marta G con los ojos abiertos como platos.
Marta M se había quedado callada, con cara pensativa.
-¿Qué piensas, Marta?- le preguntó Fann al descubrir su inusual silencio.
-No se, es como si los dos de ayer los conociera de antes, como si ya les hubiera visto en algún lugar- dijo frunciendo el ceño.
-Ahora que lo pienso- comentó Fann- a mi también me resultan familiares, a lo mejo es que los hemos visto por aquí.
-Es posible- dijeron Marta G y Finn encogiéndose de hombros como gesto de extrañeza.- pero… ¿quiénes pueden ser?
-Ni idea- dijeron Marta M y Fann, haciendo caer a Marta G y Finn.
-No tenéis remedio- dijeron sacudiendo la cabeza.
-Bueno, no pasa nada, ya lo averiguaremos- dijo Marta M, encendiendo la tele.
En la tele, estaban poniendo las noticias de la mañana, en la que contaban una noticia de un príncipe de no se donde, que se había enamorado de una plebeya y ambos habían sido asesinados.
“Esta mañana sangre azul y sangre “roja” ha sido derramado hoy”- decía el presentador en ese momento, con aire dramático.
-Sangre azul y “roja”- murmuró Fann teniendo un Flashback- ¿no es eso lo que dijo Marta ayer durante la excursión?
-¡Qué guay, Marta, tienes visiones, como mola!- exclamó Marta G emocionada.
-No es tan guay si es sobre un asesinato doble, ¿no crees?- le regañó Finn, quitándole la expresión de la cara.
-Tienes razón, perdón, ¿por qué habrá tenido esa visión Marta?
-Ni rematada idea- dijo Finn encogiéndose de hombros.
-Bueno, eso no es lo más grave ahora, ¿verdad Marta?- dijo Marta G lanzándole una mirada a Marta M de: “Como no sepas de lo que hablo te mato”
Pero no recibió una respuesta por parte de Marta M, ya que esta se había quedado mirando fijamente a la pantalla, con los labios temblando.
-¡Marta, tierra llamando a D’arc, Dios llamando a Marta Martín García!- Marta G agitaba una de sus manos delante de la cara de Marta M con insistencia, tratando de hacerla reaccionar.
-No puede ser- murmuraba Marta M con la miraba vacía y la voz al borde del llanto.
-¿El qué no puede ser?- preguntó Finn, que cada vez entendía menos.
-E… E… Esa chica- tartamudeó con los labios todavía temblando.
-¿¿¡¡Cómo!!??- chillaron Marta G, Finn y Fann al unísono con la boca cada vez más abierta.
Pero Marta M no dio señales de vida, lo único que hizo fue subir el volumen y echarse hacia delante.
-Oh, no, lo siento mucho Marta- dijo Marta G. Finn y Fann estaban tan tristes que sus alas se estremecían con violencia.
Pero Marta M seguía sin hablar, mirando la tele con una mueca de horror pintada en la cara.
-Marta- dijo Fann poniéndole una mano en el hombro a Marta M para animarle- lo siento, pero te tienes que reponer, tenemos cosas importantes que hacer.
Marta M apagó la tele, suspiró y dio un largo trago de Coca-Cola.
-De acuerdo- sacudió la cabeza, como si así sacudiera todos sus pesares- vamos a hablar de ese problema que decía Marta.
-Esto es muy serio, Laura Mateos nos a descubierto, y aun no se como- se quejó Marta G chirriando los dientes.
-Esto nunca había pasado, y menos en la primera misión- dijo Finn escandalizada, mirándoles con cara asesina, con mirada de: “Siempre tenéis que meter la pata, so gafes”
-¡Qué quieres que le hagamos!-le chilló Marta M con toda su mala leche (si alguna vez la pilláis así de cabreada, no os lo penséis, ¡huid!)- esa niña es más rara que una pulga verde encima de un perro rosa.
-No, creo que nos ha pillado por la manera de la que nos peleábamos, no hay nadie en el cosmos, ni en el cielo, ni en el infierno que lo haga como nosotras- puntualizó Marta G.
-Y tú te sientes orgullosa- dijo entre dientes Marta M.
-Has dicho algo- le dijo Marta G con aire amenazador, mirándola por el rabillo del ojo.
-Nada, Nada- respondió Marta M levantando las manos en son de paz.
Sin que ellas se hubieran dado cuenta, las horas habían pasado y las Martas, Finn y Fann se tuvieron que despedir, ya que Finn y Marta G tenían que volver a casa, mientras se despedían, sonó el móvil de Marta G.
-Diga… si, ya voy, no puedo que darme un minu… vale, vale, ya me callo, estaré allí en veinte minutos.
-¿Qué pasa?- le preguntó Marta M cuando colgó.
-Era mi madre, y me tengo que ir… lo siento.
Mientras Marta G abría la puerta de la calle de casa de Marta M, Finn le dijo a Fann:
-Mañana hablamos, ¿vale?
Fann asintió y se despidió de su hermana. Cuando se cerró la puerta Fann suspiró y sacudió la cabeza.
-¿Qué pasa, Fann?- le preguntó Marta M, que estaba sentada en el suelo al lado de la puerta.
-Estoy preocupada- dijo acurrucándose en el regazo de Marta.
-¿Quién, tu? ¿La súper ángel en prácticas Fann Fishu?- preguntó Marta con sorna mientras le acariciaba el pelo.
Fann se rió sarcástica- es por los chicos de ayer.
-No te preocupes, ya se arreglará- susurró, todavía acariciándole la cabecita- todo se arreglará.
… … … … … … … … …
Al día siguiente, Marta M se despertó temprano y fue con tranquilidad a clase en guagua, como siempre, escuchando su música favorita en el Ipod.
-Hola Marta- le dijo a Marta G sin ni siquiera mirarla a la cara, bostezando ruidosamente, mientras entraban en el instituto, no se podía creer que ya se hubieran terminado las dos semanas que les habían dado de mas de vacaciones.
-Marta… ¿no has notado que la gente está un poco alterada?- le preguntó Marta G.
-¿Ah, si? Pues vaya… vamos a preguntar que pasa- dijo Marta M acercándose a un grupito que estaba muy revolucionado y que hablaba muy excitado, a gritos.- ¿Qué es lo que pasa, porqué está todo el mundo tan excitado?
-¿No os habéis enterado?- dijo una rubia de bote con los ojos muy abiertos.
-No, ¿de qué nos tendríamos que haber enterado?- preguntó Marta G.
-Es la noticia de la semana- dijo la rubia- si no os habéis enterado es que vivís en las cavernas.
-¡Oye!- le chilló Marta M echando humo por las orejas.
-Perdón, perdón- dijo la chica levantando las manos en señal de disculpa- bueno…
-El otro día entraron dos ladronas en el instituto- le interrumpió un pelirrojo, llevándose una mirada de advertencia por parte de la rubia.
-Eran “Las Ladronas Fantasma”- dijo la rubia dándose importancia- entraron  la robaron a Delia la de mates.
En ese momento a las Martas se les cambió la cara repentinamente de color, primero se pusieron pálidas, después de pálido a rojo y por último de rojo a verde enfermizo.
-¿Os pasa algo?- preguntó una morena muy preocupada.
-No,- dijo Marta M- es solo un pequeño mareo.
Cogió a Marta G del brazo y la arrastró hasta la otra punta de la entrada.
-Tía, ¿Cómo lo han sabido?- dijo Marta M con los ojos desorbitados.
-Creo que fue cuando los alumnos se despertaron y saltamos por la ventana- dijo Marta G pensativa- seguro que ellos extendieron el rumor.
En ese momento Finn salió de la maleta de Marta G y Fann de la de Marta M.
-Esto es genial, ya os habéis hecho famosas- dijo Finn entre dientes.
-De genial nada- le replicó Marta G  sin pillar el segundo sentido de sus palabras.
-Esto solo os pasa a vosotras- dijo Fann sacudiendo la cabeza y poniendo los ojos en blanco.
-Si y esta situación no me gusta- dijo Marta G cada vez mas mosqueadas.
-Bueno, hoy no nos puede pasar nada peor- dijo Finn. Marta G la miró y antes de que pudiera abrir la boca Finn se le adelantó- Cállate Finn.
-Si- dijo Marta G.
-Va a ser lo mejor- completó Marta M mirando hacia otro lado.
Riiiiiiiiiing…
-Ups, es la sirena de comienzo, chicas, a dentro- dijo Marta M abriendo la maleta.
Finn y Fann se metieron en sus respectivas maletas.

-Tengo la sensación de que aún no han terminado los problemas- dijo Marta G. Las chicas fueron a clase mientras seguían escuchando chismes de “Las Ladronas Fantasma” que les ponía los nervios en punta.
… … … … … … … … …
-Marta, ¿qué demonios está diciendo el profe?, no me estoy enterando de nada- le susurró Marta M a Marta G dándole un codazo.
-Eso es por que no atiendes, so burra- le susurró de vuelta Marta G- dice que van a venir dos alumnos nuevos.
Click
La puerta se abrió y entraron dos morenos de muy buen ver, el más alto, tenía los ojos verdes-esmeralda y era esbelto; el otro era un poco más bajo, con los ojos color caramelo, que brillaban una pasada.
-Y hablado de los reyes de Roma- dijo el tutor mirando a los dos jóvenes.
A Marta M se le desorbitaron los ojos y se le abrió un la boca, haciéndola parecer un pez.
Marta G empezó a chasquear los dedos delante de ella, diciendo:
-Jeanne llamando a D’arc…
Marta M siguió embobada hasta que Marta G, sin que el profesor se diera cuenta, le arreó tal bofetada que casi sale volando, sacándola de su ensoñación.
-Tía… ¡son los del sábado!- susurró horrorizada.
-No me habías dicho que no les habías visto las caras- le susurró entre dientes, levantando una ceja con extrañeza.
-Ya, pero ese aura de misterio…- dijo Marta M, derepente se envaró- tía… esos dos… ¡son los dos que se acaban de mudar al piso que está al lado del mío!
-¡Qué!- chilló Marta G levantándose de un salto.
-¡Señorita García, siéntese!- le regañó el profesor.
-Perdone profesor- se disculpó Marta G agachando la cabeza con vergüenza y sentándose con apresuración- ¿Estas segura?- le preguntó a Marta M.
-¡Chicas!- exclamó Fann sin salir de la maleta.- ¡Siento dos presencias malignas, las del sábado para ser más exacta!
-Ya nos hemos enterado, gracias- le dijo Marta G.
-Te imaginas que se sientan en los sitios libres que hay a nuestros lados- dijo Marta G.
-Primero, es poco probable y segundo… ¿no tienes una sensación de Déjà-vu?- le preguntó Marta M.
-Si, y creo que ya se lo que viene a continuación- dijo Marta G suspirando.
-Bueno, como verán solo hay dos sitios libres, al lado de las señoritas Martín y García- dijo el profesor de lengua señalando los dos sitios libres.
Los dos chicos se dirigieron a los sitios que les había dicho el profe, al lado de nuestras protas.
-Hola, me llamo Lived, encantado de conocerte- le dijo a Marta M el de los ojos verdes con una sonrisa preciosa en la cara, ya que se había sentado en el sitio libre a su lado.
 -Hola, yo soy D’a… digo… Marta Martín- corrigió Marta M su error con indiferencia, sin ni siquiera mirarle.
-Y yo soy Sward- dijo el otro guiñándole un ojo a Marta G.
-Y yo tengo ganas de gritar- murmuró Marta G.
-¿Qué?- le preguntó Sward.
-Nada, nada, que yo soy Marta García- dijo ella con una sonrisa forzada. Las Martas se miraron y compartieron la misma mirada de “¡Por qué a nosotras!”
Marta M comenzó a pegarle cabezazos a la pobre mesa que no le había hecho nada, mientras Marta G hundía la cabeza entre los brazos y se quejaba quedamente.
… … … … … … … … …
Durante las siguientes clases, los dos chicos no se separaron de nuestras protagonistas, es decir, que se pegaron como las lapas a las rocas, con la excusa de que eran nuevas y no conocían el instituto y necesitaban una guía.
A la hora de gimnasia, la profesora les mandó ponerse en grupos de cuatro, y las Martas se pusieron a toda leche con Blanca y Laura Mateos, para que no les tocara con Lived y Sward, que cada vez se pegaban mas a las chicas.
-¿Por qué tanta desesperación?- preguntó Blanca al ver la rapidez con la que se les habían unido.
-Nada, cosas nuestras- se apresuró a decir Marta M mirando a Marta G con un suspiro, después miró a los dos chicos que maldecían su mala suerte y les sacó la lengua al estilo comic.
-Pensé que nos tocaría con esos dos- murmuró Marta G suspirando y miró de reojo a Lived y Sward, que se habían puesto en grupo con Alejandro y Jose Luis, los dos chicos más idiotas de la clase, con los que siempre se peleaban las Martas.
-¿No será que les gustáis?- preguntó Blanca con picardía y una sonrisa malvada.
-No- dijo Marta G muy cabreada.
-Oye, Marta… ¿por qué narices está botando tu maleta?- preguntó Laura señalando dicha maleta que curiosamente estaba botando.
-Es por… un nuevo Tamagotchi que ha salido al mercado y si tiene hambre o le pasa algo se pone a saltar- improviso poco convincente y se dirigió hacia la maleta- ¡Maldita Fann!
-Que te pasa- le regañó cuando llegó y abrió las maletas, sus ojos eran exactamente iguales a los de un demonio enfurecido.
-Son esas presencias, me dan escalofríos y no me puedo estar quieta- lloriqueó Fann.
-Pues inténtalo- le regañó Marta M con muy mala leche, se dio la vuelta y se encaró de nuevo a sus compañeras- ¿Por dónde íbamos?
-Diciendo que les gustáis a esos chicos- dijo Blanca con malicia
-¡Qué no!- chillaron las Martas tirando a sus amigas al suelo del grito.
-¡Chicos!- llamó la profesora de gimnasia- ¡Todo el mundo para acá!
-Salvadas por la campana- le susurró Marta M a Marta G.
… … … … … … … … …
-¡Qué mal lo he pasado hoy en clase, y todo por culpa de esos dos payasos- suspiró Marta M, soplando el chocolate caliente que se estaban tomando en su casa.
-Espera un segundo… ¿no nos falta algo?- preguntó Marta G mirando a todos lados, buscando lo que faltaba-¡Ya se lo que nos falta!- exclamó dándose una palmada en la frente- nos falta Finn- dijo levantándose y dirigiéndose a la maleta- ¡Aquí está!- exclamó abriendo la maleta y encontrando a Finn dentro. De la maleta salían unos ruidos muy extraños- ¿Qué son esos ruidos?
-Está roncando, la muy vaga- dijo poniendo los ojos en blanco. Marta M se acercó sigilosamente, inflando una bolsa de papel y cuando estaba al lado…
¡Bang!
Explotó la bolsa en la carita de Finn, asustándola, haciéndole pegar un bote impresionante.
Finn pegó un chillido- ¡Bomba atómica, que todos se refugien, todo el mundo a los búnker!- se metió en la mesa a la velocidad de la luz y se cubrió la cabeza con las manos.
-Este ángel es más tonto…- dijo Fann metiéndose debajo de la mesa y sacando a su hermana de los pelos.
-¡Ay! ¡Hermana, no me tires del pelo, que me duele y lo sabes! ¡So petarda!- le chilló forcejeando con ella, intentando soltarse.
-¡¡A quién narices llamas petarda, so lela!!- le chilló Fann, tirando todavía más del mechón de pelo de su hermana que había agarrado.
Estuvieron así, forcejeando un buen rato, hasta que al final Finn consiguió soltarse, dándole un capón a Fann y lanzándola contra el sofá.
-¡Esperad un minuto!- exclamó Finn con una bombilla encendida encima de su cabeza- ¡Ya sé quienes eran esos dos!
-¡¿Quiénes?!- preguntaron las Martas, Marta M dirigiéndose hacia Fann y ayudándola y Marta G lanzándose encima de Finn con curiosidad.
-¡¡Los hijos del demonio!!- exclamó Finn levantando un brazo.
-Un pregunta… ¿eso no había quedado zanjado ayer?- preguntó Marta M mirando a Finn por el rabillo del ojo.
-¿En serio?- preguntó Finn- no me acordaba, jiji- se rió frotándose la cabeza.
-Este ángel es tonto, lo digo y lo repito- murmuró Fann.
-Pero sigo sin entender una cosa ¿Por qué dijeron “te retamos Jeanne” y no “Os retamos”?- preguntó Marta G pensativa.
-Pensarán que Marta M es la única reencarnación de Juana de Arco- dijo Fann- No se imaginarán que vuestra antecesora fue tan lista.
-Fue tan lista que lo más probable es que solo lo supiera Dios- dijo Finn pensativa.
-Pues jugaremos con eso en su contra- dijo Marta G con cara de complot.
-Seguiremos haciéndoles creer que Marta es la única reencarnación de Juana de Arco- dijo Finn.
-Y voy a tener que hacer todo el trabajo sucio yo- se quejó Marta M- Qué pereza...
-No mujer, que yo seguiré a tu lado desde las sombras- le dijo Marta G intentando calmarla, pero a Marta M le seguía pareciendo demasiado trabajo y con lo vaga que es…
-Pues entonces me da igual, que se enteren de que somos dos, no pienso dejar solo a Martu en todo este berenjenal y como se vuelvan a entrometer les daremos tal patada en el trasero que volverán volando al infierno, y del miedo que nos tendrán no volverán a salir de allí- dijo con los ojos llameantes.
-Bonito discurso Marta pero… ¡¡No me llames Martu!!- le chilló Marta M envuelta en fuego.
-Vale, como queráis, pero es una penita desperdiciar esta gran oportunidad- suspiró Fann, haciendo que la perla de su frente brillara.
-Yo no he dicho eso- dijo Marta G con una sonrisa maliciosa que sugería que tenía un plan brillante (perdonad que lo dude, pero me cuesta mucho creerlo).
-¡Ay mi madre!- exclamó Marta M tapándose la cara con una mano.
-Aunque no me guste reconocerlo- dijo Finn- la cara de Marta G es la misma que ponía Juana de Arco cuando tenía un plan brillante.
-Oye, os quedáis a dormir esta noche y mañana- rogó Marta M con ojitos de cordero degollado- Es que mis padres tienen trabajo hoy y mañana, sin pasar por casa y mi hermano se acaba de mudar.
-De acuerdo, mi madre también está muy ocupada y no quiero estar sola.
-Y menos con esos dos sueltos- dijo Finn estremeciéndose asustada.
-Tienes razón- dijo Marta M- esos dos deberían estar enjaulados.
-Y así os contaré el plan, pero antes…
-Llama a tu madre, so petarda, que luego se cabrea y no te deja quedar conmigo- le interrumpió Marta M con mal talante.
-Equilicua- dijo Marta G sacando el móvil y marcaba el número.- Mami, querida, preciosa… vale, ya corto el rollo- dijo Marta G servicial. Las otras tres se empezaron a reír a rabiar al ver el teatro que se estaba montando Marta G para que la dejaran quedarse, que por cierto, era digno de “En clave de ja”. Al final, tras mucho rogar y mucho prometer portarse bien consiguió que le permitieran quedarse.- Ya pensé que me tendría que poner de rodillas al teléfono- suspiró.
-Te deja y te trae tus cosas ¿no?- le amenazó Marta M entre risas.
-Si, menos mal- suspiró Marta G esbozando una pequeña sonrisa.
Marta M se secó las lágrimas de risa y se dirigió a su cuarto seguida de Marta G.
-Ayúdame a sacar tu cama y hacerla.- y entre risas, caídas estúpidas (que raro) y peleas de almohadas lograron sacar la cama nido de debajo de su cama y hacerla para que Marta G durmiera en ella.
-Menudas reencarnaciones de Juana de Arco que estáis hechas- dijeron Finn y Fann sacudiendo la cabeza.
Las Martas se miraron con complicidad y les lanzaron almohadas con muy mala leche y muy buena puntería (eso si que es raro).
-Con que queréis guerra ¿eh?- exclamó Fann- ¡Pues entonces la tendréis!
Finn y Fann se miraron con picardía y se lanzaron encima de las chicas, haciéndoles cosquillas a las jóvenes que casi se mueren de la risa. Se pasaron casi una hora entera entre cosquillas y almohadas que volaban de aquí para allá.
-Bueno, Marta, nos dices el dichoso plan de una vez- dijo Finn harta.
-Eso, no nos tengas en ascuas- dijo Fann.
-El plan consiste en volverles locos- dijo Marta G con una sonrisa.
Marta M puso cara de extrañeza y dijo:
-Eso no tiene sentido.
-Todavía no- dijo Marta G con una sonrisa maliciosa, haciéndose la misteriosa.- pero a medida que os lo explique lo entenderéis.
Dong, dong, dong…
Las campanas de la catedral sonaban, anunciando el toque de queda, por este motivo las muchachas tuvieron que posponer el plan para el día siguiente.

viernes, 2 de julio de 2010

2ª parte del 2º capitulo de... Las ladronas celestiales.

Queridos lector@s:
Aquí os dejamos la segunda parte del segundo que capítulo, que ya sabíamos que estábais deseosos de leerla, sentimos mucho la tardanza, pero hubo que pasar muchas cosas a limpio, pero bueno, os dejo ya con la historia que tendreis muchas ganas de leerla y me estoy enrollando como una persiana XDXD
kiss
Jeanne y D'arc, las ladronas celestiales



II. Las Ladronas Fantasma
Parte II
Cuando ambas jóvenes abrieron los ojos, notaron algo nuevo en su interior, un poder ilimitado que crecía a cada segundo.
-Es una sensación increíble- dijo Marta G sonriendo.
-No encuentro palabras para describirlo- En ese instante, Marta M se miró y soltó un improperio impropio de una dama. Marta G se asustó y le preguntó:
-¿Qué ocurre? ¿Por qué te enfadas?
-Esto no se incluía en el trato- dijo mirando a Fann muy cabreada- habíamos quedado en que mi pelo se quedaba como estaba, se ha vuelto rubio platino, casi blanco, y además, ¿por la cara estas dos ridículas coletas de niña pequeña?- dijo apresurándose en quitárselas.
-Ups- dijo Fann arrepentida- no pensé que esto pudiera pasar.
-¡AAAh!- chilló Marta G- tengo el pelo rubio.
-Lo siento- se disculpó Finn antes de que le echara la bronca.
-¡Me encanta!- dijo contenta, comenzó a mirarse- oye, me veo más alta y con la voz distinta, y mi transformación es exactamente igual a la de Kamikaze Kaitou Jeanne.
-Son los efectos secundarios de la transformación- dijo Fann sonriendo.
-¿Ah, si?- preguntó Marta M seria- ¿y si nos ponemos otros nombres?, yo quiero ser… ¡D’arc!
-¿Ese no es el apellido de Juana de Arco en francés?- preguntó Marta G, Marta M le asintió- pues entonces yo seré Jeanne- añadió Marta G sonriendo.
-Pues entonces, vamos a ocuparnos ya de la misión.- D'arc  saltó del árbol en el que se habían posado y se alejó en dirección al instituto dejando al resto con la palabra en la boca.
-Mejor que la sigas rápido, Jeanne, porque al ritmo que va, se hace la misión ella solita- dijo Fann con una carcajada al ver que D’arc ya casi estaba en el instituto.
-¡Voy!- exclamó Jeanne contenta y saltó del árbol, tratando de alcanzarla .- Espérame- pero D’arc la adelantó y llegó rápidamente al instituto.
Cuando Jeanne llegó, se encontró a D’arc apoyada en la verja de entrada del instituto, con actitud despreocupada, con una rodilla doblada y los brazos cruzados delante del pecho, sonriendo con los ojos cerrados, mientras el viento le mecía el cabello.
-Al fin- dijo abriendo sus nuevos ojos, que eran grises como una mañana nublada- Vamos.
-Si- dijo Jeanne obediente. Las dos chicas se miraron y dijeron a la vez:
-Comienza el juego - y saltaron por encima de la verja y se adentraron en el instituto.
-Entraremos por el tejado,  la puerta está cerrada- dijo D’arc con mirada calculadora, analizando el lugar.
 -Y,  al ser el patio sin tejado, saltaremos dentro.- Terminó Jeanne. 
Gracias a su agilidad llegaron al tejado sin problemas y se internaron en el instituto.
-Esto es demasiado fácil- dijo Jeanne.
-No seas gafe- le dijo una voz desde el rosario.
-¿Fann?
-La súper ángel en prácticas Fann Fishu al habla.
-Menos lobos, caperucita- le soltó D’arc.
-Eso, hay que centrarse, el demonio está en la tercera planta, en el aula trescientos diez.
-¿Qué hará la profesora de matemáticas en el instituto a estas horas y menos si se han suspendido las clases?- se pregunto Jeanne.
Las jóvenes subieron las escaleras hasta la segunda planta, pero se detuvieron en la primera al ver la luz de la jefatura de estudios encendida y varios profesores en su interior, haciendo papeleo.
-¿Qué ocurre, por qué os habéis detenido?- preguntó Finn, temiéndose lo peor.
-¿Por qué hay profesores en la jefatura a estas horas?- se preguntó Jeanne extrañada.- ¡Por supuesto!- exclamó dándose una palmada en la frente- las clases nocturnas del instituto, esas no se anulan, eso ha sido muy astuto por pare del demonio.
-¡Será capulla! Cuanta más gente, más difícil nos resultará hacer el Jaque Mate- soltó Fann con muy mala leche.
-¡Tengo una idea!- exclamó Finn, una bombilla se encendió en su cabeza, pero nadie le hacía caso.
Mientras Fann y D’arc hacían una lista de tacos para soltarle a la profesora de Matemáticas; Jeanne comenzó a mirar su nuevo cuerpo maravillada y la pobre Finn seguía explicando su genial idea.
-Y entonces… cortocircuito… - decía ella sin que le hicieran caso- y esta es mi idea- terminó, haciendo que las jóvenes y Fann dejaran de hacer el tonto y se centraran en lo que debían hacer.
-¿Qué idea?- preguntó Jeanne.
-Pues que provoquemos un cortocircuito- contestó  Finn.
-¿Y eso de qué servirá?- volvió a preguntar Jeanne.
-Cortará la luz, lo que nos permitirá hacer un Jaque Mate con más facilidad- dijo D’arc pensativa.
-Pues… vaya, es cierto- dijo Fann sorprendida.
-Pues manos a la obra- dijo Jeanne risueña.
Las chicas no se habían percatado, sin embargo, de que alguien las observaba escondido entre las sombras, y ese alguien, sonreía triunfante.
… … … … … … … … …

-Este debe de ser el cuadro de luces- dijo Jeanne abriendo un pequeño armario empotrado, que estaba
poblado de pequeños interruptores.
D’arc miró todos  los lados, aguzando el oído, cosa que preocupó a Jeanne.
-¿Qué ocurre?- le preguntó.
-El viento está inquieto, y eso me pone los pelos de punta- susurró- presiento que algo malo va a pasar, el viento me susurra que se avecinan problemas.
-Bueno, de momento vamos a cortar la luz- dijo Jeanne bajando varias palanca.
Click!
Las luces se fueron apagando una a una, lentamente, mientras D’arc murmuraba:
-Problemas, esto nos va a traer problemas.
Jeanne bajó la última palanca apagando la última luz.
-¡Bien!- exclamó Fann, aunque D’arc seguía sintiendo mucho miedo y angustia le oprimía el pecho, que no auguraban nada bueno.
-No cantéis victoria tan pronto- dijo D’arc, solo que esa no era su verdadera voz, si no, una voz profunda y tétrica. Repentinamente, soltó una terrorífica carcajada y las luces se encendieron por si solas.
-¡¿Qué… qué ha pasado?!- exclamó Fann.
-Tienen un generador de repuesto- dijo D’arc en trance, recuperando su voz normal- El demonio nos vio y lo activó.
-¡Mecachis en la mar salada!- exclamó Jeanne- un momento… y… ¡¿tú como sabes todo eso?!- le preguntó alarmada.
-¿Cómo se el qué?- preguntó extrañada D’arc, sin saber que pasaba.
-Lo del generador y lo del demonio y…- tartamudeó Jeanne haciendo gestos extraños.
-No se de qué me hablas- dijo D’arc pensando que Jeanne se había vuelto todavía más loca de lo que ya lo estaba.
-Dejadlo, chicas- dijo Finn previendo aires de pelea.
-Tienes razón- dijo Jeanne tratando evitar la discusión- tenemos que llegar sin que nos pillen- continuó- pero por muy rápidas que seamos, algún profesor nos verá y está es la única vía para llegar arriba - finalizó con preocupación.
De repente sintió un golpe en la nuca y gritó . Se dio la vuelta y vio a D’arc, que rápida como el rayo, le dio otro golpe.
-No hace falta pasar por delante de los profesores ni esta escalera - dijo con calma- ya que… hay algo llamado escaleras traseras.
-Pues, es verdad- dijo Jeanne riéndose.
-D’arc… y… ¿qué hacemos con los alumnos que estén en el aula?, no podemos entrar en la clase con toda esa gente, y menos vestidas así- dijo Jeanne con preocupación.
-Oye, si yo puedo hablar con el viento, tu también podrás hacer algo- dijo D’arc- a lo mejor, puedes dormirlos, quien sabe.
-Tengo una idea, “eso” debería estar por aquí…- dijo rebuscando algo entre la ropa, rebuscando en cada pliegue.
D’arc la miró extrañada frunciendo el entrecejo.
En ese momento, Jeanne sacó “eso”, que era una especie de amuleto.
-¿Qué es eso?- preguntó aún con el entrecejo fruncido.
-Es el “Petit-Claire”- dijo Jeanne limpiando el cristal central del pequeño amuleto.
-¿Para qué sirve?- preguntó D’arc sin dejar de fruncir el ceño.
-Es un amuleto que contiene una cosa que nos ayudará en nuestros robos, pero ahora espero que a dios se le haya ocurrido algo original que usar aparte - dijo Jeanne , en ese momento puso la mano encima de la gema y de repente sus pupilas se dilataron y empezaron a brillar con un tono lila y de su boca brotaron unas palabras imperceptibles.
 Tras estas palabras, surgió una bolsita marrón, que tenía un cordón dorado cerrándola, cuando la bolsa salió del todo, Jeanne guardó el Petit-Claire.
De repente, a D’arc se le pusieron los ojos en blanco de nuevo y se le abrió la boca con una boca de terror.
-¿Qué te pasa?- preguntó Jeanne.
-Algo malo pasará- dijo una voz fantasmal desde la boca de D’arc mientras bajaba la temperatura de la habitación.
-Que frío- dijo Jeanne castañeteando, con un escalofrío.
-Habrá mucha sangre- siguió la voz- sangre roja y azul.
-D’arc, no querrás decir que a alguien se le caerá un bote de pintura encima- dijo Jeanne con guasa.
-Silencio- le cortó con dureza la voz- no oigo nada, el silencio es mortal, hay soledad, tristeza.
-Ya coño…- dijo Jeanne mirando para arriba.
-Veo un terrible accidente- dijo la voz perdiendo fuerza, cada vez más bajo.
Tras esto, Jeanne sintió como que algo salía de D’arc, haciendo que cayera al suelo, sin hacer ruido.
-D’arc, D’arc, despierta que tenemos trabajo… ¡No vale dormirse tras haber sido poseída por algo!- dijo Jeanne zarandeándola y abofeteándola con dureza para despertarla.
D’arc abrió los ojos lentamente y parpadeó varias veces, desorientada, perdida.
-¿Qué ha pasado?- preguntó llevándose una mano a la cabeza, con una mueca de dolor- ¡Qué dolor de cabeza!
-Creo que llevas tres minutos en trance- dijo Jeanne.
-¿Ah, si?,- dijo D’arc con voz cansada- Cuanto te apuestas a que mañana tengo resaca.
-Chicas, os estáis entreteniendo bastante- les regañó Finn a través del rosario.
-Ya nos damos prisa- dijo Jeanne.
D’arc ya estaba recuperada del gran shock que había recibido, así que las jóvenes subieron las escaleras veloces como el viento.
Cuando llegaron a la 3ª planta empezaron a sentir un aura maligna, que aumentaba con cada paso que daban.
-Este debe ser el demonio- dijo Jeanne, refiriéndose a la extraña aura que había a su alrededor, en ese momento, llegaron a la puerta del aula, se miraron y abrieron la puerta suspirando. En el interior, el aula estaba llena de alumnos, unos treinta, más o menos.
Marta G abrió la bolsita y cogió un poco de polvo dorado en la mano.
-Aquí empieza el verdadero espectáculo- dijo Jeanne sonriendo con picardía, y entonces, todos los alumnos del aula se giraron en sus sillas y vieron a las dos jóvenes plantadas en la puerta, con determinación pintada en la cara.
-D’arc, necesito un poco de viento- dijo Jeanne picándole un ojo a su compañera con picardía.
Jeanne y D’arc intercambiaron una corta mirada de complicidad y sonrieron con malicia.
-Viento, compañero poderoso que nos ayudas y nos guías- rezó D’arc cerrando los ojos y bajando la cabeza en señal de sumisión- necesitamos que vengas y nos ayudes a derrotar a este enemigo.
Un viento fuerte entró en la habitación y rodeó a D’arc que susurró algo de forma inaudible, haciendo que el viento se acercara a Jeanne y la rodeara, esperando ordenes.
-Todo tuyo, hermana- dijo D’arc picándole un ojo a Jeanne con una sonrisa picara pintada en la cara.
-"Sands of time" arenas del tiempo, congelad vuestro camino en esta habitación, par realizar nuestra misión en nombre de Dios
Tras estas palabras de Jeanne, ambas miraron hacia la clase, donde todos los alumnos habían caído en un profundo y tranquilo sueño.
-No estoy muy segura de…- comenzó D’arc pensativa D’arc, muy seria- de si se han dormido por los polvos o por lo largas que han sido las frases que hemos usado para cada cosa.
-Por una cosa o por la otra, lo importante es que están por fin dormidos- dijo Jeanne poniendo los ojos en blanco.
-¿Quiénes sois?- preguntó Delia asustada, con la cara pálida como si hubiera visto a un muerto.
-Eso no te va a servir para nada, sabemos perfectamente que has poseído a esta pobre mujer- dijo Jeanne, recibiendo una mirada de D’arc que parecía decir “De pobre nada, será amargada”
Delia soltó una siniestra carcajada y de su interior salió una oscura sombra, dejando que el cuerpo de la profesora cayera inconsciente al suelo, con un ruido sordo.
-Un momento…- el demonio las miró indecisa- ¿Cuál de vosotras es la reencarnación de Juana de Arco?
Las jóvenes se miraron con complicidad, y mordiéndose una uña con picardía dijeron:
-Adivínalo.
El demonio las miró otra vez con indecisión, primero a una y después a la otra, tomó una decisión.
-Pito, pito, demonito, donde vas tu tan bonito, a la era demoniera, pin… pon… pal infierno, ¡tu misma!- tras esta gran demostración del pito, pito ¡¿demonito?! ¿y eso qué será?, bueno, a lo que íbamos, tras esto, comenzó a perseguir a D’arc.
-¡D’arc, aguanta, qué encontraré el foco de su poder !- exclamó Jeanne poniéndose a pensar, entonces, vio el bolso de Delia, del cual salía un aura demoníaca. Jeanne abrió el  bolso con celeridad y encontró el estuche de bolígrafos de colores que la profesora siempre usaba.
-Debería haberlo imaginado desde el principio- dijo Jeanne sacando el estuche del bolso.
-¡Eso es mío!- exclamó el demonio dejando de perseguir a D’arc para comenzar a perseguir a Jeanne.
D’arc suspiró:
-¡Qué alivio!
Jeanne volvió a pasarle el estuche a D’arc, provocando una maldición por parte de esta.
-Lo siento, cariño- le dijo al demonio con guasa- nuestra relación no funcionaría, no me gustan los pegajosos.
Estas palabras enfurecieron al demonio, que casi coge los bolígrafos antes de que D’arc se los pasara a Jeanne, que los cogió al vuelo.
-¡Finn, ¿Qué hacemos?!- exclamó Jeanne a voz en cuello, desesperada.
-Lo único que debéis hacer es dejaros guiar por vuestro poder espiritual, el que albergáis como reencarnaciones de Juana de Arco que sois- dijo Finn, sin perder la calma.
-Siento decirte esto, Finn- le gritó D’arc desde la otra esquina de la habitación- pero ahora mismo, mi poder espiritual esta cagado de miedo, y lo único que me dice es que corra- terminó, deteniéndose y girándose para encararse hacia el demonio.
-Pues…, vamos allá- le dijo a D’arc, saltó por encima del demonio y llegó hasta ella.
-¿Qué hacemos Jeanne?- le dijo D’arc- tu eres la experta en estas frikadas.
-Pues… decir algo así como… “En nombre de Dios”… e improvisar algo- dijo Jeanne rascándose la cabeza.
-Por ejemplo… “En nombre de Dios vuelve a la oscuridad ente maligno”- improvisó D’arc pensativa.
-Pues vamos allá- dijo Jeanne entrecerrando los ojos.
Las dos jóvenes dijeron lo que habían improvisado entre las dos, tras esto, el rosario comenzó a brillar con una luz cegadora. Cuando la luz se apagó, en las manos de ambas habían aparecido dos bastones con un caballo de ajedrez en la empuñadura, uno blanco y el otro negro.
Las chicas lanzaron el estuche al aire, y lo señalaron con los bastones.
-¡Jaque!- exclamó Jeanne dibujando una Jota en el aire, delante del demonio.
-¡Mate!- puntualizó D’arc escribiendo una M con una floritura impropia de ella.
Las dos letras comenzaron a brillar con una luz dorada, que hizo retorcerse al demonio, que gritaba con agonía, desapareciendo lentamente.
Cuando el demonio desapareció del todo, en su lugar apareció un peón blanco con una línea negra rodeándolo.
-Extracción completada- dijeron a la vez las jóvenes guiñando un ojo, mientras el peón caía en manos de D’arc.
-Y esto a llevárselo a nuestras dos ángeles favoritos- dijo D’arc metiendo el peón cuidadosamente el peón en una bolsita negra y dorada.
-Lo hicimos, lo hicimos, lo hemos concedido- cantaba Jeanne bailando de forma ridícula, mientras D’arc la miraba con cara de terror.
Sin embargo, a pesar de la gran capacidad auditiva que tenían las dos chicas, ninguna se percató de qué el efecto del Sand of Time  estaba desapareciendo y los alumnos estaban despertándose.
-¿Quiénes sois?- preguntaron todos a la vez, con los ojos desorbitados, las alumnas estaban aterrorizadas, pero los chicos… no tienen remedio, todos, sin exceptuar uno solo se habían echado hacia delante, y estaban babeando con la boca abierta.
-Uppsss…- exclamó D’arc, entonces, Jeanne, rápida como el viento, empujó a D’arc por la ventana que estaba abierta, saltando detrás de ella dijo:
-Adieu
Los alumnos miraron por la ventana.- ¿Dónde están?- al no ver a nadie se extrañaron, pero ambas chicas estaban agarradas a la cornisa, bueno, perdón, Jeanne estaba agarrada a la cornisa.
-¡Cómo te sueltes te mato!- le chilló D’arc, que estaba agarrada a su pie.
-Vale, pero tienes que adelgazar, que lo sepas.- le hizo saber Jeanne, que cada vez le costaba más agarrarse
-¡Mira quién fue a hablar!- le recriminó D’arc a gritos- ¡Culo gordo!
Y ya estaban discutiendo otra vez, como siempre, no tienen remedio.
-No grites, que como miren para abajo se nos va a caer el pelo- le regañó entre susurros.
-Hasta cuando estoy seria y serena me haces discutir- masculló D’arc- esto es increíble, eres de lo que no hay.
Tras decir esto se soltó y cayó al suelo, ligera como una pluma, sin hacerse un solo rasguño.
Jeanne hizo lo mismo, las dos chicas se dirigieron de nuevo al obelisco y cuando ya estaban allí, Jeanne gritó:
-¡Esto ha sido una pasada!
-Psé- dijo D’arc poniendo los ojos en blanco- voy a subir.
Dio un salto y llegó a lo más alto del obelisco, sentándose con los pies colgando.
-¡Vamos Jeanne! ¡O es qué te pesa tanto el culo que no puedes subir de un salto!- le gritó con guasa.
-Mira, que la que estaba agarrada a mi pierna eras tu, D’arc- le dijo Jeanne subiendo de un salto y sentándose a su lado.
-No me habría agarrado a tu pierna si no me hubieras empujado cuando estaba saltando por la ventana- dijo dándole un capón.
-Perdona, quien era la que estaba huyendo del ratón como un demonio asustado, digo… del demonio como un ratón asustado.- dijo Jeanne corrigiendo rápidamente de corregir su error.
-¡¿Perdona?! No soy a la única a la que estaban persiguiendo, si mal no recuerdo- le respondió D’arc con una cara que claramente decía: “¡toma, a ver como superas esa!”
-Chicas…- dijeron Finn y Fann, previendo aires de guerra.
-¡A callar!- les chillaron estas. Sin que ellas se percataran, una sombra sigilosa se había acercado lentamente al obelisco.
-¡Hola Marta, hola Marta! ¡¿Qué demonios hacéis ahí arriba?! ¿Habéis escalado? ¡¿Eso que tenéis en la espalda son alas por casualidad? ¡Jooo…, yo también quiero, malas personas, no habéis pensado en mi.- la silueta; es decir, Laura Mateos, una compañera de su clase, se alejó con tristeza del obelisco con la cabeza gacha y se volvió a montar en la moto de su padre, que se puso en marcha tan rápido, que a las dos jóvenes no les dio tiempo a reaccionar, dejando a D’arc con la cara de estupor de Bob Esponja y a Jeanne diciendo a lo Chona:
-¡Yo me quedo boba! Pero… ¿¡cómo narices nos ha reconocido!?
-Y además con estas pintas- dijo D’arc tirando de sus ropas y mirándose.
-Decidle a vuestra amiga que cuide esa lengua-les reprendió Fann.
D’arc se había quedado alelada, tan estupefacta que no conseguía hablar, abría y cerraba la boca sin articular palabra.
-Como que su amiga, si soy tu hermana- le recriminó Finn sin poderse creer lo que le acababa de decir su propia hermana.
-¡Me refiero a la chica de antes, so tonta!- le chilló Fann, dándole un fuerte capón.
-A, vale… ¡Y no me llames tonta! ¡Tonta!
-Haya paz, haya paz…- dijo D’arc, consiguiendo hablar por fin, poniéndose entre ambas, intentando evitar la pelea.
-No eres la más indicada para decir eso, pero te hacemos caso porque es tarde, que si no…- dijo Finn, la más razonable de las dos.
-¡Ah, es cierto! Tomad- comenzó a rebuscar entre la ropa hasta que encontró la bolsita dorada, y de ella sacó la ficha, entregándosela a los ángeles.
-¡Lo habéis conseguido!- exclamó Finn- aunque…
-¿Qué pasa?- preguntó D’arc levantando una ceja.
-¡Habéis tardado diez minutos más que Juana de Arco!- les regañó Finn.
-¡Tu de qué vas! Ella tenía diecinueve años y nosotras solo trece, aún somos adolescentes- se quejó Jeanne de morros.
-Y ella no tuvo el problema de los alumnos despertándose- dijo D’arc con el ceño fruncido, mirando de reojo a Jeanne con reprobación.
-Ni que su profesora de matemáticas fuera un demonio- añadió Jeanne con el ceño todavía más fruncido, sin darse cuenta de que la mirada de D’arc iba dirigida a ella.
-Pues… ¡eso da igual, lo importante es que habéis vuelto sanas y salvas, y además con el demonio! ¡Os felicito!- les dijo con una sonrisa sincera de oreja a oreja.
-Primero nos tachas de lentas y ahora nos felicitas, ¡no hay quién te entienda!- le recriminó D’arc con los ojos entrecerrados y la boca y el ceño fruncidos.
Finn se rió.
-Bueno, si ya hemos terminado yo me quiero ir a la dormir- dijo Jeanne bostezando y frotándose los ojos.
-De mil amores- le respondió Finn bostezando también- me muero de sueño.
-Bueno, nosotras nos vamos- dijo D’arc, a la que le habían pegado los bostezos.
-Jooo… yo no quiero irme…- se quejó Fann, pero al ver la mirada que le lanzó D’arc se calló y dijo resignada- Vale… nos vamos.
-Adieu- y saltaron en una dirección del obelisco diferente cada una y se alejaron a sus respectivas casas.
Lo que estas cuatro no sabían era que dos personas las vigilaban entre las sombras y que siguieron a D’arc.
… … … … … … … … …
D’arc que ya estaba cerca de su casa y decidió ir caminando, dando un paseo, en vez de ir saltando de tejado en tejado, como si fuera un Ninja.
Se internó en un callejón oscuro de la zona residencial en la que vivía, y aunque hacia un buen rato que había notado que alguien la seguía, no se detuvo, siguió paseando con despreocupación, como si no pasara nada.
Repentinamente, dos sombras se colocaron delante de ella, impidiéndole el paso. El más alto se adelantó t dijo:
-Te retamos, Jeanne.
Tras estas palabras, los dos desaparecieron, dejando tras de sí a una estupefacta D’arc, que no se lo podía creer.
-Cada vez me parece que este día es más sorprendente- dijo sacudiendo la cabeza- y por cierto… ¡Yo soy D’arc!
Tras esto, se apresuro hacia su casa, deseando que no ocurrieran más imprevistos.

domingo, 27 de junio de 2010

Segundo capítulo de las ladronas celestiales.Jeanne y D'arc

Queridos lectores:
POR FIN, POR FIN, POR FIN!!!!!!
Estamos muy ilusionadas de poder decir esto al fin, pero... aquí os dejamos el esperado segundo capítulo de las ladronas celestiales.Jeanne y D'arc!!! pro que conste que solo es la primera parte ;P




II. Las Ladronas Fantasma
Parte I
Marta M despertó con el pequeño cuerpo cálido de Fann acurrucado en su regazo.
-Buenos días dormilona- Era Beatriz García, su madre, desde una silla cercana a la cama que le hablaba.
-Ma… ma… ¡mamá! ¿Cuánto tiempo llevas ahí?
-Lo suficiente como para saber que mi hija llama a una tal Fann en sueños y también que habla de algo de una reencarnación de Juana de Arco- dijo con una ceja levantada en señal de extrañeza- bueno, a lo que íbamos, te quería decir que te vas a tener que quedar sola ya sabes lo que hacer, te haces la comida y si quieres puedes traer a alguien a casa, bueno, me voy, te quiero.- le besó la frente con dulzura y salió apresuradamente por la puerta principal.
-Te quiero- dijo Marta mientras la puerta se cerraba, una lágrima se escurría por la comisura de sus ojos, normalmente ocurría este tipo de cosas, su familia estaba demasiado ocupada para pasar tiempo con ella.
Se limpió la lágrima y se levantó, dejando a Fann en la almohada.
“No me puedo permitir ser débil ahora que soy la reencarnación de Juana de Arco” pensó mientras se dirigía a la cocina, desperezándose como un gato, al llegar a la cocina se preparó el desayuno.
Con el desayuno en la mano se dirigió al comedor  y encendió la tele, con la mano libre cogió el teléfono marcó un número y lo dejo sonar…
-¿Diga?- respondió una voz dulce.- ¿Con quién hablo?
Marta M se tapó la nariz y comenzó a actuar:
-Buenos días- dijo con voz chillona y gangosa a causa de la nariz taponada- Llamo del IES Isabel de España, puedo hablar con la joven Marta García Herguedas, es sobre cierta expulsión.
-¿Marta?- preguntó la voz identificándola.- ¿¡Cómo que Marta G está expulsada!?- continuó escandalizada.
-¡Perdone! Yo me llamo Emilia Fernández Suárez, no Marta, ¿Quiere pasarme con Marta G?- dijo Marta M todavía actuando, haciendo que su voz sonara escandalizada.
-No, tú eres Marta M y yo soy Finn- dijo el ángel poniendo la voz como si le hablara a una loca, levantando la voz por si la joven no la había escuchado.
-¡Le he dicho que no!-gritó Marta- Se lo repito por última vez, no se quién es, pero como no me pase enseguida a Marta García…
-¡¡Está durmiendo y está gritando el nombre de un chico y diciéndole que no se vaya, que se lo va a comer!!- le gritó Finn ya harta de tanta tontería.
A Marta M se le escapó una carcajada sin poder evitarlo.
-Vale, OK, soy Marta, tírale un vaso de agua encima a la loca de mi parte.
-Si lo he intentado, pero al hacerlo dijo: “Menta, has corrompido al dulce chocolate creando un sabor mentolado”
-¡Para, por favor, que me muero de risa!- exclamó Marta desde el suelo, se había caído del sofá por culpa del ataque de risa que le había entrado.
-No, espera que todavía falta- continuó Finn- después de echarle el agua pensé en echarle leche, pero al hacerlo dijo: “Chocolate con leche, lo siento, te he engañado con tu amigo que engorda menos, el chocolate negro”
-Por favor para, que me muero, dile que he llamado cuando se despierte- dijo Marta M aún muerta de risa.
-OK- le dijo Finn.
Marta M colgó el teléfono y vio a Fann entrando en la habitación,  y desperezándose.
-¿Con quién hablabas?- preguntó bostezando.
-Con Finn, porque Marta G no estaba despierta, ahora, solo nos queda esperar a que llame.
… … … … … … … … …

-Marta, despierta- dijo Beatriz Herguedas, la madre de Marta G, sacudiéndole suavemente el hombro.
-No me apetece- dijo Marta G cubriéndose la cabeza con la manta.
-Vale, pues si no quieres me tendré que comer yo solla las tortitas con chocolate- dijo Beatriz incitándola.
Fiuuuuuu…
Tras decir las palabras tortitas y chocolate en la misma frase, un viento huracanado se arremolinó alrededor de Beatriz, era Marta G, que había recogido la camiseta, los vaqueros y las playeras y se dirigía al baño a toda velocidad.
-Tres, dos, uno…- Beatriz contaba los segundos que pasaban por reloj.
-¡Estoy lista!- exclamó Marta con una sonrisa de oreja a oreja, apareciendo por la puerta del baño a la velocidad del correcaminos.
-Venga, vamos a desayunar, además, te ha llamado tu amiga Marta, pero cuando fui a coger el teléfono, alguien ya lo había cogido, pensando que eras tu me acerqué, aunque lo que me encontré no fue lo que esperaba, sino que el auricular estaba suspendido en el aire- dijo su madre muy extrañada.
-Mamá… ¡estarías cansada y viste visiones!- improvisó Marta echándole una mirada a Finn que se podría traducir como: “Buena las has hecho bonita de cara”.
Cuando terminaron de desayunar, Marta se fue a lavar los dientes, y al acabar, le dijo a su madre:
-Mamá, voy a casa de Marta a hacer los deberes- le dijo mientras cogía el móvil.
-Vale, pero no molestes ni…
-Si mamá, lo se mamá- le cortó Marta mientras salía por la puerta.
Tras un rato caminando, Marta llegó a la parada de guaguas, se encontró con su profesora de matemáticas.
-¡Hola, Delia!- le saludó tocándole el hombro con suavidad. Al ver que no le respondía, que ni siquiera se giraba, decidió ponerse delante de ella para ver si así le hacía caso, pero cuando se puso delante de ella y la volvió a saludar, su fría mirada le produjo un escalofrío que le recorrió la columna vertebral, entonces ella la saludó:
-Hola Marta, disculpa, no te había visto- la voz que salió de su boca no era la misma a la que estaba acostumbrada a oír, era grave y cavernosa. Marta prefirió no dirigirle la palabra y alejarse lo más posible, cuando se sintió segura y se aseguró de que nadie la veía, sacó a Finn de la mochila.
-Finn, ¿no crees que mi profesora de matemáticas se está comportando de manera extraña?
-¡¡Marta, tu colgante está parpadeando!!- exclamó Finn entre susurros, señalando el colgante en forma de caballo de ajedrez blanco, cuyos ojos se habían vuelto rojos repentinamente.
-Si, ¿y qué pasa?- preguntó Marta sin inmutarse.
-Que significa que hay un demonio en las proximidades- continuó Finn entre susurros.
-¿No me digas?- dijo sin poder ocultar su emoción.
-Marta, ¿Estás contenta de que haya un demonio cerca?- le regañó Finn.
-Es que ya ha pasado una semana desde que accedimos a ser las reencarnaciones de Juana de Arco y aún no hemos entrado en acción- dijo uniendo los dos dedos índices unidos por las yemas, poniendo voz tímida.- Bueno, ¿y cómo encuentro al demonio?- preguntó con la voz normal de nuevo.
-Es simple, el colgante reacciona cuando está cerca del demonio en cuestión, y como aquí solo hay tres personas, con levantar el colgante en dirección a cada una de las personas y cuando empiece a parpadear, pues, será esa persona.
-Pero si no hace falta, si yo ya sé quien es el demonio- dijo del todo convencida.
-¿Quién?- preguntó Finn sorprendida por la rápida deducción de Marta.
-Fácil, Delia, mi profesora de mates- dijo poniendo voz de anormal.
-¿Cómo lo sabes?- le preguntó Finn sin poder creerse aún la rápida deducción de Marta.
-Prueba número uno, cuando hablé con ella tenía voz demoníaca, lo cual me causó un escalofrío.
-Tienes razón- le concedió Finn asintiendo.
-Y prueba  número dos, tras haber estado cerca de ella, el colgante comenzó a parpadear- terminó Marta con una sonrisa de oreja a oreja, orgullosa de si misma.
… … … … … … … … …
En otra parte de la ciudad…
Marta M se retorció a causa del escalofrío que le recorrió toda la columna vertebral.
-No es posible, menudo escalofrío me acaba de entrar, Marta G debe de haber dicho algo inteligente, porque sino, no me lo explico.

… … … … … … … … …
-Bueno, ahora tendremos que avisar a Marta M, ¿no?- preguntó Finn.
-Pero… ¡¡Yo no quiero estar en el mismo autobús que ese demonio!!- exclamó Marta entre susurros.
-Pues vete corriendo- dijo Finn como si hablara con una niña pequeña.
-Tengo una resistencia pésima- se quejo Marta con la voz al borde del llanto- en el examen saqué un dos con siete.
-Tranquila, al aceptar ser la reencarnación de Juana de Arco, has adquirido todas sus habilidades y se han aumentado las que ya poseías.
-Pues allá voy…- dijo Marta suspirando, tras esto, echó a correr en dirección a casa de Marta M.
A los cinco minutos, se encontraba en su destino, cuando normalmente habría tardado media hora o más.
-Bueno, ya hemos llegado- dijo tocando el timbre del telefonillo.
Cuando le abrieron, tomó el ascensor y pulsó el número de su piso. Cuando el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron, Marta salió al rellano y se dirigió a la puerta, al llegar se puso a llamar como una loca, ya que con el miedo y las prisas le había entrado ganas de hacer pis.
 Ding… dong… ding dong ding dong…
-¡Ya va, ya va!- gritó Marta M malhumorada, mientras se dirigía a la puerta a toda velocidad- ¡Qué me vas a fundir el timbre!
En el momento que se abrió la puerta, Marta G entró como un spútnik hacia el cuarto de baño.
-¡Se saluda ¿eh?- le gritó antes de asomarse para ver si algún vecino la había visto. Cerró la puerta  tras saludar a Finn, se dirigió al baño, donde la cisterna avisaba que Marta G había terminado.
-¡Ten más cuidado la próxima vez!- le espetó Marta M de mala manera- Recuerda que este es un barrio rico, si alguien te llega a ver corriendo de esa manera…
-Menos lobos, caperucita, que este barrio no es tan rico, solo un poco refinado- le contestó Marta G tratando de bajarle esos humos de superioridad que solía tener, sin llegar a conseguirlo.
-¡Eso es lo que tú te crees!- le espetó cabreada- ¡y cómo no tengas más cuidado, aquí no vuelvas!
-Lo siento, pero tenía muchísimas ganas de ir al baño, y no me podía aguantar, es que he venido desde la parada de mi casa hasta aquí corriendo y… ¡ah! Cierto, vine corriendo por que he encontrado a un demonio.
-Cierto, el demonio en el interior de Delia la de matemáticas ¿no?- dijo Marta M.
-¿Cómo lo sabías?- preguntó Finn extrañada.
-¡¡Se veía venir!!- exclamaron las dos jóvenes a voz en grito.
-Es una profesora estricta y además…- comenzó Marta G.
-¡No, de de estricta, es una amargada!- exclamó Marta M muy cabreada- ¿os podéis creer que una vez me puso un cuatro con novecientos noventa y nueve ¡y no le dio la gana de subírmelo a un cinco! ¡Fue humillante!
- Vale, se nota que la odiáis por todo eso, pero lo hizo por que tenía un demonio en su interior, pero tenemos que ayudarla- les rogó Finn- esta será vuestra primera misión- continuó, con intención de calmarlas.
-Si, si, seguro que fue por el demonio, seguro- le interrumpió Marta M sarcástica.
-Venga, Marta, por favor- le rogó Finn- te necesitamos Fann y yo, es más, te necesita el mismísimo Dios- continuó comprobando que no conseguía nada- si no cumplís esta misión, Fann y yo no lograremos ser ángeles puros y el Rey de los demonios se apoderará del mundo y todos desaparecerán- terminó con un tono triste en la voz.
-Te odio- masculló Marta M.
-Tomaré tu respuesta como un si- exclamó Finn alegremente.
-Bueno, y una pregunta más, ¿dónde está Fann?- preguntó Marta G.
-Tranquila, ha ido a mandar el aviso a vuestra profesora, para que cuando le vayáis a robar esté avisada- dijo Finn sin darle mucha importancia.
-Ah, vale… ¡¿cómo?!- gritó Marta M- ¿¡¡estamos locos o que nos pasa!!?
-Siempre se ha hecho así- dijo Finn.
-No me extraña que mataran a Juana de Arco- le dijo en voz baja Marta G a Marta M.
-No me extraña, ¡con esta MIERDA de método!- despotricó Marta M.
-No es verdad, es un método por el cual el demonio sabe que vamos a por él y se pondrá a la defensiva, haciéndonos saber en que objeto se ha escondido- les explicó Finn.
 -Y… ¡¿no conocéis una cosa llamada “factor sorpresa”?!- refunfuñó Marta M con gran sarcasmo.
-Pu puru pu- dijo Fann entrando por la ventana, imitando a una trompeta.- la cartera celestial se presenta ante vosotras.
-La que faltaba,- rumió Marta M al verla- la subnormal de turno.
-¡Subnormal tú!- le gritó Fann.
Marta G, viendo que se avecinaba una pelea, se metió en medio y gritó:
-¡Ni se os ocurra pelearos ahora!
-¡Que os pego!- exclamó Finn, intentando hacerse la dura.
-¡Tú no te metas!- le chillaron Marta M y Fann, sin siquiera mirarla.
Entonces Finn se echó a llorar.
-Buaaaaaaa- Finn sollozaba, pero gracias a eso dejaron de discutir.
-Tranquila Finn- le decía Marta G con voz tranquilizante, acariciándole la cabeza.
-Llorona- murmuraron Marta M y Fann mirando hacia otro lugar. Tras esto, ninguna pudo aguantarse y estallaron en carcajadas.
-Chócala- consiguió decir Marta M entre risas.
Chocaron las palmas y siguieron muertas de risa. En este momento, a Finn se le encendió su amor propio y dijo:
-¡Podéis seguir riéndoos mientras Dios se muere, así que centraos de una vez, hostias!
Marta G se quedó estupefacta, nunca había visto a la dulce Finn de esta manera. Marta M y Fann se miraron y… volvieron a estallar en carcajadas.
-Lo… siento…- dijo Marta M entre risas- ya nos centramos, ya nos centramos.
Respiraron hondo unas veinte veces y trataron de calmarse por todas las maneras, pero no pudieron.
-Me vas a matar de la risa- suspiró Fann- y eso que soy inmortal.
Siguieron así unos veinte minutos, tiradas en el suelo, hasta que consiguieron calmarse, a duras penas. Se levantaron con dificultad y se limpiaron las lágrimas.
-Ya está- dijo Marta M todavía riéndose un poquito.
Finn seguía mosqueada y le dijo a su hermana con un tono enfadado en la voz:
-¿Has averiguado algo? ¿Cuál es la hora a la que vamos a actuar?
Fann, a la que le había vuelto a entrar la risa, se giró y dijo:
-A las doce en el instituto, no habrá nadie.
-Claro que no, porque todo el mundo estará durmiendo a esa hora, cosa que nosotras también deberíamos hacer- dijo Marta M enfurruñada.
-Bueno, lo que haremos será ir a algún lugar para encontrarnos- dijo Marta G.
-¿Qué os parece la plaza del obelisco?- propuso Finn.
-Me parece bien- dijo Marta M con una seriedad poco común en ella.
… … … … … … … … …
24:00. Marta G miró su reloj y dijo:
-Ya es la hora
-Bueno, vamos a ver que tal lo hacéis- dijo Finn.
-Nosotras nos quedamos en la retaguardia y nos comunicamos con un auricular que tendréis cuando os transforméis.- dijo Fann seriamente.
-Bueno, Finn, vamos allá- dijo Marta G guillándole el ojo al ángel.
-OK- sonrió Finn. En ese momento la gema de la frente del ángel se iluminó y el caballo del colgante se convirtió en el rosario blanco, Finn dirigió la luz hacia la gema central del rosario, haciendo que esta comenzara a brillar.
Marta M la miró extrañada por su comportamiento, acostumbrada a una chica torpe, desordenada y muy insegura, que en estos momentos se comportaba de una manera totalmente contraria a la habitual.
Marta G hizo un salto hacia el obelisco y agarró el rosario contra su corazón, y antes de decir nada, alzó la vista al cielo, estaba precioso esa noche, pero como de costumbre, Marta M la sacó de sus ensoñaciones:
-Sube ya, ¡qué te pincho el culo!, so gorda.
-La gorda serás tú- le dijo, pero como no quería discutir con ella, continuó subiendo.
Marta G llegó a la parte alta del obelisco y le dijo a Marta M:
-¡Sube! Hay una vista fantástica desde aquí, además, se ve muy bien el instituto.
Finn subió volando y le dijo:
-Marta, déjate de vistas y no te entretengas.
Marta M subió al obelisco de un gran salto, miró seriamente a Marta G y le dijo:
-Menudas vistas.
Una fría brisa le azotó la cara y le apartó el pelo de la cara, mientras a Marta G le entraba un escalofrío.
“Gracias viento” pensó sonriendo, elevó la cabeza y miró pensativa al cielo.
-¿Por qué sonríes?- le preguntó Marta G.
-El viento me ha hablado- dijo Marta M cerrando los ojos, muy concentrada.
-Ya, pues espero que te haya dicho que estamos encima de un obelisco, a unos… veinte metros de altura- le dijo con los brazos en jarras.
-Nos desea suerte, y dice que va a estar de nuestra parte todo el rato- dijo Marta M como si estuviera en trance, con la sonrisa cada vez más ancha.
Pues espero que su suerte funcione- dijo Marta G y le guiñó el ojo a Fann en señal de “ilumínale el rosario que si no nos quedamos aquí hasta mañana.
Fann iluminó el colgante de Marta M y ocurrió lo mismo que en el de Marta G, Marta M que seguía concentrada no se dio cuenta de lo que había hecho Fann.
-¡Bien!- dijo Marta G entusiasmada, cogió la mano de Marta M y dijo:
Let’s go!- y saltó junto con Marta G.
En mitad de la caída Marta M abrió los ojos, unos ojos serenos, calmados, llenos de una determinación que ni Finn ni Fann habían visto desde la muerte de Juana de Arco. Se giró hacia Marta G y le dijo seriamente:
-No estaría mal que me avisaras antes de saltar.
-Es que… como estabas tan concentrada- dijo Marta G esperando el enfado de Marta M.
Pero Marta M no se enfadó, si no que ladeo la cabeza y la siguió mirando de esta manera. Tras un rato en silencio Marta M le dijo a Marta G:
-Creo que deberíamos transformarnos, o nos espachurraremos contra el suelo.
-Tienes razón- dijo Marta G frotándose la cabeza, cogió el rosario entre las manos- ¡oh, no!, el rosario no reacciona- dijo Marta G mientras agitaba con violencia de un lado a otro al pobre rosario.
-No habrá que decir algo así como… “Juana de Arco, concédenos tus poderes”- dijo seriamente mirando al frente- ¡en serio te digo que en ocasiones parezco yo la friki!
-¡Si es verdad!, me acabo de acordar- dijo Marta G a modo de disculpa.
Marta M suspiró y puso los ojos en blanco.
-Bueno, tenemos que decirlo a la vez- le dijo Marta G.
Marta M agarró a Marta G de la mano y le dijo:
-A la de tres, una, dos y… ¡tres!
-¡Juana de Arco danos tus poderes!- gritaron a la vez, parándose en el aire y comenzando la transformación.
Los dos rosarios brillaron y se transformaron en dos pares de alas de ángel color rosa que se aterieron a las espaldas de ambas muchachas, haciéndose cada vez más grandes, entrelazándose con sus jóvenes cuerpos. Repentinamente, las siluetas de las jóvenes se rodearon de un manto rosado y las alas empequeñecieron. Las muchachas se apoyaron en una rama de un árbol cercano, volvieron a saltar, las pequeñas alas les hicieron volar, y de repente, el manto rosa se empezó a deshacer dejando al descubierto la transformación.
Primero, la cabeza; el cabello de ambas se había vuelto rubio, más rubio en el caso de Marta M; el peinado de Marta G era una coleta alta y a Marta M le salieron dos coletas ridículas y los ojos, los de Marta G de un violeta profundo e inmaculado, y los de Marta M, grises como la bruma matinal.
Después, apareció el cuerpo, que era de unas jóvenes de diecisiete años y con una ropa completamente diferente.
Y por último, se terminó la transformación con la aparición de unos guantes, unos brazaletes, un cordón en la cintura y unos lazos en las botas.
-Fuertes y decididas- dijo Marta G.
-Incomparables y maravillosas- continuó Marta M.
-Enérgicas y valientes- terminaron ambas.
-Somos las ladronas del viento… Enviadas por los dioses- finalizaron las jóvenes