domingo, 27 de junio de 2010

Segundo capítulo de las ladronas celestiales.Jeanne y D'arc

Queridos lectores:
POR FIN, POR FIN, POR FIN!!!!!!
Estamos muy ilusionadas de poder decir esto al fin, pero... aquí os dejamos el esperado segundo capítulo de las ladronas celestiales.Jeanne y D'arc!!! pro que conste que solo es la primera parte ;P




II. Las Ladronas Fantasma
Parte I
Marta M despertó con el pequeño cuerpo cálido de Fann acurrucado en su regazo.
-Buenos días dormilona- Era Beatriz García, su madre, desde una silla cercana a la cama que le hablaba.
-Ma… ma… ¡mamá! ¿Cuánto tiempo llevas ahí?
-Lo suficiente como para saber que mi hija llama a una tal Fann en sueños y también que habla de algo de una reencarnación de Juana de Arco- dijo con una ceja levantada en señal de extrañeza- bueno, a lo que íbamos, te quería decir que te vas a tener que quedar sola ya sabes lo que hacer, te haces la comida y si quieres puedes traer a alguien a casa, bueno, me voy, te quiero.- le besó la frente con dulzura y salió apresuradamente por la puerta principal.
-Te quiero- dijo Marta mientras la puerta se cerraba, una lágrima se escurría por la comisura de sus ojos, normalmente ocurría este tipo de cosas, su familia estaba demasiado ocupada para pasar tiempo con ella.
Se limpió la lágrima y se levantó, dejando a Fann en la almohada.
“No me puedo permitir ser débil ahora que soy la reencarnación de Juana de Arco” pensó mientras se dirigía a la cocina, desperezándose como un gato, al llegar a la cocina se preparó el desayuno.
Con el desayuno en la mano se dirigió al comedor  y encendió la tele, con la mano libre cogió el teléfono marcó un número y lo dejo sonar…
-¿Diga?- respondió una voz dulce.- ¿Con quién hablo?
Marta M se tapó la nariz y comenzó a actuar:
-Buenos días- dijo con voz chillona y gangosa a causa de la nariz taponada- Llamo del IES Isabel de España, puedo hablar con la joven Marta García Herguedas, es sobre cierta expulsión.
-¿Marta?- preguntó la voz identificándola.- ¿¡Cómo que Marta G está expulsada!?- continuó escandalizada.
-¡Perdone! Yo me llamo Emilia Fernández Suárez, no Marta, ¿Quiere pasarme con Marta G?- dijo Marta M todavía actuando, haciendo que su voz sonara escandalizada.
-No, tú eres Marta M y yo soy Finn- dijo el ángel poniendo la voz como si le hablara a una loca, levantando la voz por si la joven no la había escuchado.
-¡Le he dicho que no!-gritó Marta- Se lo repito por última vez, no se quién es, pero como no me pase enseguida a Marta García…
-¡¡Está durmiendo y está gritando el nombre de un chico y diciéndole que no se vaya, que se lo va a comer!!- le gritó Finn ya harta de tanta tontería.
A Marta M se le escapó una carcajada sin poder evitarlo.
-Vale, OK, soy Marta, tírale un vaso de agua encima a la loca de mi parte.
-Si lo he intentado, pero al hacerlo dijo: “Menta, has corrompido al dulce chocolate creando un sabor mentolado”
-¡Para, por favor, que me muero de risa!- exclamó Marta desde el suelo, se había caído del sofá por culpa del ataque de risa que le había entrado.
-No, espera que todavía falta- continuó Finn- después de echarle el agua pensé en echarle leche, pero al hacerlo dijo: “Chocolate con leche, lo siento, te he engañado con tu amigo que engorda menos, el chocolate negro”
-Por favor para, que me muero, dile que he llamado cuando se despierte- dijo Marta M aún muerta de risa.
-OK- le dijo Finn.
Marta M colgó el teléfono y vio a Fann entrando en la habitación,  y desperezándose.
-¿Con quién hablabas?- preguntó bostezando.
-Con Finn, porque Marta G no estaba despierta, ahora, solo nos queda esperar a que llame.
… … … … … … … … …

-Marta, despierta- dijo Beatriz Herguedas, la madre de Marta G, sacudiéndole suavemente el hombro.
-No me apetece- dijo Marta G cubriéndose la cabeza con la manta.
-Vale, pues si no quieres me tendré que comer yo solla las tortitas con chocolate- dijo Beatriz incitándola.
Fiuuuuuu…
Tras decir las palabras tortitas y chocolate en la misma frase, un viento huracanado se arremolinó alrededor de Beatriz, era Marta G, que había recogido la camiseta, los vaqueros y las playeras y se dirigía al baño a toda velocidad.
-Tres, dos, uno…- Beatriz contaba los segundos que pasaban por reloj.
-¡Estoy lista!- exclamó Marta con una sonrisa de oreja a oreja, apareciendo por la puerta del baño a la velocidad del correcaminos.
-Venga, vamos a desayunar, además, te ha llamado tu amiga Marta, pero cuando fui a coger el teléfono, alguien ya lo había cogido, pensando que eras tu me acerqué, aunque lo que me encontré no fue lo que esperaba, sino que el auricular estaba suspendido en el aire- dijo su madre muy extrañada.
-Mamá… ¡estarías cansada y viste visiones!- improvisó Marta echándole una mirada a Finn que se podría traducir como: “Buena las has hecho bonita de cara”.
Cuando terminaron de desayunar, Marta se fue a lavar los dientes, y al acabar, le dijo a su madre:
-Mamá, voy a casa de Marta a hacer los deberes- le dijo mientras cogía el móvil.
-Vale, pero no molestes ni…
-Si mamá, lo se mamá- le cortó Marta mientras salía por la puerta.
Tras un rato caminando, Marta llegó a la parada de guaguas, se encontró con su profesora de matemáticas.
-¡Hola, Delia!- le saludó tocándole el hombro con suavidad. Al ver que no le respondía, que ni siquiera se giraba, decidió ponerse delante de ella para ver si así le hacía caso, pero cuando se puso delante de ella y la volvió a saludar, su fría mirada le produjo un escalofrío que le recorrió la columna vertebral, entonces ella la saludó:
-Hola Marta, disculpa, no te había visto- la voz que salió de su boca no era la misma a la que estaba acostumbrada a oír, era grave y cavernosa. Marta prefirió no dirigirle la palabra y alejarse lo más posible, cuando se sintió segura y se aseguró de que nadie la veía, sacó a Finn de la mochila.
-Finn, ¿no crees que mi profesora de matemáticas se está comportando de manera extraña?
-¡¡Marta, tu colgante está parpadeando!!- exclamó Finn entre susurros, señalando el colgante en forma de caballo de ajedrez blanco, cuyos ojos se habían vuelto rojos repentinamente.
-Si, ¿y qué pasa?- preguntó Marta sin inmutarse.
-Que significa que hay un demonio en las proximidades- continuó Finn entre susurros.
-¿No me digas?- dijo sin poder ocultar su emoción.
-Marta, ¿Estás contenta de que haya un demonio cerca?- le regañó Finn.
-Es que ya ha pasado una semana desde que accedimos a ser las reencarnaciones de Juana de Arco y aún no hemos entrado en acción- dijo uniendo los dos dedos índices unidos por las yemas, poniendo voz tímida.- Bueno, ¿y cómo encuentro al demonio?- preguntó con la voz normal de nuevo.
-Es simple, el colgante reacciona cuando está cerca del demonio en cuestión, y como aquí solo hay tres personas, con levantar el colgante en dirección a cada una de las personas y cuando empiece a parpadear, pues, será esa persona.
-Pero si no hace falta, si yo ya sé quien es el demonio- dijo del todo convencida.
-¿Quién?- preguntó Finn sorprendida por la rápida deducción de Marta.
-Fácil, Delia, mi profesora de mates- dijo poniendo voz de anormal.
-¿Cómo lo sabes?- le preguntó Finn sin poder creerse aún la rápida deducción de Marta.
-Prueba número uno, cuando hablé con ella tenía voz demoníaca, lo cual me causó un escalofrío.
-Tienes razón- le concedió Finn asintiendo.
-Y prueba  número dos, tras haber estado cerca de ella, el colgante comenzó a parpadear- terminó Marta con una sonrisa de oreja a oreja, orgullosa de si misma.
… … … … … … … … …
En otra parte de la ciudad…
Marta M se retorció a causa del escalofrío que le recorrió toda la columna vertebral.
-No es posible, menudo escalofrío me acaba de entrar, Marta G debe de haber dicho algo inteligente, porque sino, no me lo explico.

… … … … … … … … …
-Bueno, ahora tendremos que avisar a Marta M, ¿no?- preguntó Finn.
-Pero… ¡¡Yo no quiero estar en el mismo autobús que ese demonio!!- exclamó Marta entre susurros.
-Pues vete corriendo- dijo Finn como si hablara con una niña pequeña.
-Tengo una resistencia pésima- se quejo Marta con la voz al borde del llanto- en el examen saqué un dos con siete.
-Tranquila, al aceptar ser la reencarnación de Juana de Arco, has adquirido todas sus habilidades y se han aumentado las que ya poseías.
-Pues allá voy…- dijo Marta suspirando, tras esto, echó a correr en dirección a casa de Marta M.
A los cinco minutos, se encontraba en su destino, cuando normalmente habría tardado media hora o más.
-Bueno, ya hemos llegado- dijo tocando el timbre del telefonillo.
Cuando le abrieron, tomó el ascensor y pulsó el número de su piso. Cuando el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron, Marta salió al rellano y se dirigió a la puerta, al llegar se puso a llamar como una loca, ya que con el miedo y las prisas le había entrado ganas de hacer pis.
 Ding… dong… ding dong ding dong…
-¡Ya va, ya va!- gritó Marta M malhumorada, mientras se dirigía a la puerta a toda velocidad- ¡Qué me vas a fundir el timbre!
En el momento que se abrió la puerta, Marta G entró como un spútnik hacia el cuarto de baño.
-¡Se saluda ¿eh?- le gritó antes de asomarse para ver si algún vecino la había visto. Cerró la puerta  tras saludar a Finn, se dirigió al baño, donde la cisterna avisaba que Marta G había terminado.
-¡Ten más cuidado la próxima vez!- le espetó Marta M de mala manera- Recuerda que este es un barrio rico, si alguien te llega a ver corriendo de esa manera…
-Menos lobos, caperucita, que este barrio no es tan rico, solo un poco refinado- le contestó Marta G tratando de bajarle esos humos de superioridad que solía tener, sin llegar a conseguirlo.
-¡Eso es lo que tú te crees!- le espetó cabreada- ¡y cómo no tengas más cuidado, aquí no vuelvas!
-Lo siento, pero tenía muchísimas ganas de ir al baño, y no me podía aguantar, es que he venido desde la parada de mi casa hasta aquí corriendo y… ¡ah! Cierto, vine corriendo por que he encontrado a un demonio.
-Cierto, el demonio en el interior de Delia la de matemáticas ¿no?- dijo Marta M.
-¿Cómo lo sabías?- preguntó Finn extrañada.
-¡¡Se veía venir!!- exclamaron las dos jóvenes a voz en grito.
-Es una profesora estricta y además…- comenzó Marta G.
-¡No, de de estricta, es una amargada!- exclamó Marta M muy cabreada- ¿os podéis creer que una vez me puso un cuatro con novecientos noventa y nueve ¡y no le dio la gana de subírmelo a un cinco! ¡Fue humillante!
- Vale, se nota que la odiáis por todo eso, pero lo hizo por que tenía un demonio en su interior, pero tenemos que ayudarla- les rogó Finn- esta será vuestra primera misión- continuó, con intención de calmarlas.
-Si, si, seguro que fue por el demonio, seguro- le interrumpió Marta M sarcástica.
-Venga, Marta, por favor- le rogó Finn- te necesitamos Fann y yo, es más, te necesita el mismísimo Dios- continuó comprobando que no conseguía nada- si no cumplís esta misión, Fann y yo no lograremos ser ángeles puros y el Rey de los demonios se apoderará del mundo y todos desaparecerán- terminó con un tono triste en la voz.
-Te odio- masculló Marta M.
-Tomaré tu respuesta como un si- exclamó Finn alegremente.
-Bueno, y una pregunta más, ¿dónde está Fann?- preguntó Marta G.
-Tranquila, ha ido a mandar el aviso a vuestra profesora, para que cuando le vayáis a robar esté avisada- dijo Finn sin darle mucha importancia.
-Ah, vale… ¡¿cómo?!- gritó Marta M- ¿¡¡estamos locos o que nos pasa!!?
-Siempre se ha hecho así- dijo Finn.
-No me extraña que mataran a Juana de Arco- le dijo en voz baja Marta G a Marta M.
-No me extraña, ¡con esta MIERDA de método!- despotricó Marta M.
-No es verdad, es un método por el cual el demonio sabe que vamos a por él y se pondrá a la defensiva, haciéndonos saber en que objeto se ha escondido- les explicó Finn.
 -Y… ¡¿no conocéis una cosa llamada “factor sorpresa”?!- refunfuñó Marta M con gran sarcasmo.
-Pu puru pu- dijo Fann entrando por la ventana, imitando a una trompeta.- la cartera celestial se presenta ante vosotras.
-La que faltaba,- rumió Marta M al verla- la subnormal de turno.
-¡Subnormal tú!- le gritó Fann.
Marta G, viendo que se avecinaba una pelea, se metió en medio y gritó:
-¡Ni se os ocurra pelearos ahora!
-¡Que os pego!- exclamó Finn, intentando hacerse la dura.
-¡Tú no te metas!- le chillaron Marta M y Fann, sin siquiera mirarla.
Entonces Finn se echó a llorar.
-Buaaaaaaa- Finn sollozaba, pero gracias a eso dejaron de discutir.
-Tranquila Finn- le decía Marta G con voz tranquilizante, acariciándole la cabeza.
-Llorona- murmuraron Marta M y Fann mirando hacia otro lugar. Tras esto, ninguna pudo aguantarse y estallaron en carcajadas.
-Chócala- consiguió decir Marta M entre risas.
Chocaron las palmas y siguieron muertas de risa. En este momento, a Finn se le encendió su amor propio y dijo:
-¡Podéis seguir riéndoos mientras Dios se muere, así que centraos de una vez, hostias!
Marta G se quedó estupefacta, nunca había visto a la dulce Finn de esta manera. Marta M y Fann se miraron y… volvieron a estallar en carcajadas.
-Lo… siento…- dijo Marta M entre risas- ya nos centramos, ya nos centramos.
Respiraron hondo unas veinte veces y trataron de calmarse por todas las maneras, pero no pudieron.
-Me vas a matar de la risa- suspiró Fann- y eso que soy inmortal.
Siguieron así unos veinte minutos, tiradas en el suelo, hasta que consiguieron calmarse, a duras penas. Se levantaron con dificultad y se limpiaron las lágrimas.
-Ya está- dijo Marta M todavía riéndose un poquito.
Finn seguía mosqueada y le dijo a su hermana con un tono enfadado en la voz:
-¿Has averiguado algo? ¿Cuál es la hora a la que vamos a actuar?
Fann, a la que le había vuelto a entrar la risa, se giró y dijo:
-A las doce en el instituto, no habrá nadie.
-Claro que no, porque todo el mundo estará durmiendo a esa hora, cosa que nosotras también deberíamos hacer- dijo Marta M enfurruñada.
-Bueno, lo que haremos será ir a algún lugar para encontrarnos- dijo Marta G.
-¿Qué os parece la plaza del obelisco?- propuso Finn.
-Me parece bien- dijo Marta M con una seriedad poco común en ella.
… … … … … … … … …
24:00. Marta G miró su reloj y dijo:
-Ya es la hora
-Bueno, vamos a ver que tal lo hacéis- dijo Finn.
-Nosotras nos quedamos en la retaguardia y nos comunicamos con un auricular que tendréis cuando os transforméis.- dijo Fann seriamente.
-Bueno, Finn, vamos allá- dijo Marta G guillándole el ojo al ángel.
-OK- sonrió Finn. En ese momento la gema de la frente del ángel se iluminó y el caballo del colgante se convirtió en el rosario blanco, Finn dirigió la luz hacia la gema central del rosario, haciendo que esta comenzara a brillar.
Marta M la miró extrañada por su comportamiento, acostumbrada a una chica torpe, desordenada y muy insegura, que en estos momentos se comportaba de una manera totalmente contraria a la habitual.
Marta G hizo un salto hacia el obelisco y agarró el rosario contra su corazón, y antes de decir nada, alzó la vista al cielo, estaba precioso esa noche, pero como de costumbre, Marta M la sacó de sus ensoñaciones:
-Sube ya, ¡qué te pincho el culo!, so gorda.
-La gorda serás tú- le dijo, pero como no quería discutir con ella, continuó subiendo.
Marta G llegó a la parte alta del obelisco y le dijo a Marta M:
-¡Sube! Hay una vista fantástica desde aquí, además, se ve muy bien el instituto.
Finn subió volando y le dijo:
-Marta, déjate de vistas y no te entretengas.
Marta M subió al obelisco de un gran salto, miró seriamente a Marta G y le dijo:
-Menudas vistas.
Una fría brisa le azotó la cara y le apartó el pelo de la cara, mientras a Marta G le entraba un escalofrío.
“Gracias viento” pensó sonriendo, elevó la cabeza y miró pensativa al cielo.
-¿Por qué sonríes?- le preguntó Marta G.
-El viento me ha hablado- dijo Marta M cerrando los ojos, muy concentrada.
-Ya, pues espero que te haya dicho que estamos encima de un obelisco, a unos… veinte metros de altura- le dijo con los brazos en jarras.
-Nos desea suerte, y dice que va a estar de nuestra parte todo el rato- dijo Marta M como si estuviera en trance, con la sonrisa cada vez más ancha.
Pues espero que su suerte funcione- dijo Marta G y le guiñó el ojo a Fann en señal de “ilumínale el rosario que si no nos quedamos aquí hasta mañana.
Fann iluminó el colgante de Marta M y ocurrió lo mismo que en el de Marta G, Marta M que seguía concentrada no se dio cuenta de lo que había hecho Fann.
-¡Bien!- dijo Marta G entusiasmada, cogió la mano de Marta M y dijo:
Let’s go!- y saltó junto con Marta G.
En mitad de la caída Marta M abrió los ojos, unos ojos serenos, calmados, llenos de una determinación que ni Finn ni Fann habían visto desde la muerte de Juana de Arco. Se giró hacia Marta G y le dijo seriamente:
-No estaría mal que me avisaras antes de saltar.
-Es que… como estabas tan concentrada- dijo Marta G esperando el enfado de Marta M.
Pero Marta M no se enfadó, si no que ladeo la cabeza y la siguió mirando de esta manera. Tras un rato en silencio Marta M le dijo a Marta G:
-Creo que deberíamos transformarnos, o nos espachurraremos contra el suelo.
-Tienes razón- dijo Marta G frotándose la cabeza, cogió el rosario entre las manos- ¡oh, no!, el rosario no reacciona- dijo Marta G mientras agitaba con violencia de un lado a otro al pobre rosario.
-No habrá que decir algo así como… “Juana de Arco, concédenos tus poderes”- dijo seriamente mirando al frente- ¡en serio te digo que en ocasiones parezco yo la friki!
-¡Si es verdad!, me acabo de acordar- dijo Marta G a modo de disculpa.
Marta M suspiró y puso los ojos en blanco.
-Bueno, tenemos que decirlo a la vez- le dijo Marta G.
Marta M agarró a Marta G de la mano y le dijo:
-A la de tres, una, dos y… ¡tres!
-¡Juana de Arco danos tus poderes!- gritaron a la vez, parándose en el aire y comenzando la transformación.
Los dos rosarios brillaron y se transformaron en dos pares de alas de ángel color rosa que se aterieron a las espaldas de ambas muchachas, haciéndose cada vez más grandes, entrelazándose con sus jóvenes cuerpos. Repentinamente, las siluetas de las jóvenes se rodearon de un manto rosado y las alas empequeñecieron. Las muchachas se apoyaron en una rama de un árbol cercano, volvieron a saltar, las pequeñas alas les hicieron volar, y de repente, el manto rosa se empezó a deshacer dejando al descubierto la transformación.
Primero, la cabeza; el cabello de ambas se había vuelto rubio, más rubio en el caso de Marta M; el peinado de Marta G era una coleta alta y a Marta M le salieron dos coletas ridículas y los ojos, los de Marta G de un violeta profundo e inmaculado, y los de Marta M, grises como la bruma matinal.
Después, apareció el cuerpo, que era de unas jóvenes de diecisiete años y con una ropa completamente diferente.
Y por último, se terminó la transformación con la aparición de unos guantes, unos brazaletes, un cordón en la cintura y unos lazos en las botas.
-Fuertes y decididas- dijo Marta G.
-Incomparables y maravillosas- continuó Marta M.
-Enérgicas y valientes- terminaron ambas.
-Somos las ladronas del viento… Enviadas por los dioses- finalizaron las jóvenes



Primer capítulo de las ladronas celestiales. Jeanne D'arc

Les mesdemoiselles de la rosa blanca
-¡¿Cómo que les mademoiselle de la rosa blanca?! ¡Será de la rosa negra!
-De eso nada, ¡blanca!
-¡Negra!
-¡Blanca!
-¡¿Ah, si?! Pues luchemos para ver de que color se queda.
-¿Y cómo, si se puede saber?
-Con una lucha milenaria, el: piedra, papel y tijera.
-Eso está hecho.
-Piedra, papel y tijera, un, dos, tres, piedra las dos; piedra, papel y tijera, un, dos, tres, papel las dos, cachis; piedra, papel y tijera, un, dos, tres, tijeras las dos, contra ya me estoy cabreando; piedra, papel y tijera, un, dos, tres, ¡ja! Te gané se queda con la rosa negra.


I. Les mesdemoiselles de la rosa negra


<< ¿Quién anda ahí? No te escondas te he visto pero, ¡si tienes alas!>>
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-¡Marta despierta que llegas tarde!- era la voz de una madre enfadada.- ¡Como llegues tarde te la vas a cargar!
-Ya, ya voy su sargento-dijo Marta G.
-¡Soldado, a vestirse y a desayunar!... ¡Pero mira las cosas que me haces decir!, venga, rápido, ¡que te voy a dar pal pelo!

… … … … … … … … … … … … … …

<< ¡¿Qué está pasando aquí?! , ¡¿Quién demonios eres?!>>
<< ¡Vigila esa lengua! ¡Que soy un ángel, so tonta!>>
<< ¡Perdona, de tonta nada, que eres tú la entrometida que se ha metido en mi sueño!>>
-¡MARTA! ¡Despierta de una vez y deja de pegar y gritar a la almohada!- Gritaba otra madre enfadada en la otra punta de la ciudad
-¡Señora, si señora!-
-No empecemos…
-Es que parece un sargento mi señora
-¡Anda, déjate de tonterías y ponte a desayunar, que tu padre os está esperando en la mesa.
Mientras Marta M. se dirigía al salón oyó como su madre entraba en la habitación de su hermano y gritaba atacada:
-¡Enrique, despiértate ya y deja de sobar la almohada! ¡¡¡¡¡¡¡¡Y recoge esta habitación, que parece una cochambrera!!!!!!!!
-¿Qué, ya está mamá de sargento?- preguntó su padre con  una sonrisa de oreja a oreja cuando Marta M apareció en el salón.
-Si papá, buenos días papá

… … … … … … … … … … … … … …

-¡Marta, corre!-Pensaba Marta G.
-Corre, Marta, corre; por favor, que no halla llegado el de Sociales-Pensaba Marta M.
En ese momento, llegaron a la entrada.
-Hola Marta- dice Marta G
-Hola Marta- dice Marta M
Muac, Muac
-Corre que llegamos tarde- dice Marta G
-Tarde no, tardísimo-dice Marta M con desesperación.
-¿Te imaginas que al final no haya clase?
-Primero, es imposible y segundo, eso solo ocurre en las novelas cutres
En el momento en el que llegaron, percibieron que en la puerta había un pequeño cartelito que rezaba:
 “Lamentamos las molestias pero el IES Isabel de España va a estar cerrado durante las próximas dos semanas por reparación de daños causados durante las vacaciones de Navidad”
Marta M leyó lo que decía el cartel y… se cayó de culo.
-Esto no es normal, tanta carrera para nada, ¡qué decepción!
-Sin comentarios- dijo Marta G terminando de leer el cartel.
Marta M se levantó frotándose el culo.
-¡Qué daño!- se quejó.
-Bueno, ¿vamos al patio o a la cueva?- propuso Marta G.
- A casa, ¿tal vez? ¡No seas tonta, no hay clase!- le recriminó Marta M.
-Tienes razón- se disculpó Marta G- ¿Vamos a mi casa?
-Si tantas ganas tienes- se hizo la interesante Marta M.
-Si es que mi madre se fue al sur y no volverá hasta la una y si no me aburro venga ven, Abuuuuuuuu…
-Si tanto te apetece, me da lo mismo, espera, que llamo a mi madre y la aviso.- dijo cogiendo el móvil y marcando el número. Tras una corta espera respondieron.
-¿Si?
-Ma, no hay clase y me voy a casa de Marta García ¿vale? OK, ¡ciao!
Colgó el teléfono y continuó caminando.
-¿Qué te dijo?- preguntó Marta G con impaciencia.
-¡Bah!, lo de siempre, que me porte bien, no de mucho la lata y no vuelva más tarde de las diez, lo normal.
-Oye, ¡no te pases!
-No me paso, es lo normal.
-Lo normal en tu casa, mi niña.
Y mientras discutían, no se habían dado cuenta deque casi habían legado a la casa de Marta G.
-¡Mira, tu casa!- trató de finalizar la pelea Marta M, para que no estuvieran así todo el día.
-Si, tú distráeme para que dejemos de discutir, bueno, vamos a entrar, ¡ups!- exclamó Marta G.
-¿Qué pasa?- dijo Marta M con cara de: Marta, ¡¿Qué has hecho?!
-Creo que me ha dejado las llaves arriba- dijo con la voz aguda a causa del miedo por la reacción de Marta M.
-¡¿Tu eres tonta o que te pasa?! ¡¿No está tu madre y te dejas las llaves?! ¡¿Cómo pensabas subir?!-gritó Marta M hastiada, tras lo cual, soltó una larga retahíla de tacos, haciendo que Marta G se encogiera.
-Hombre, es que mi madre volvía a la una e hipotéticamente tendríamos que estar en clase de sociales comparando al profe con George Clooney y tendríamos que salir a las dos ¿No crees que no me harían falta las llaves porque mi madre estaría en casa?-trató de argumentar Marta G con Marta M.
-¡Por qué crees que las llevo siempre encima! ¡Por si pasa algo como esto!- gritó Marta M muy cabreada.
Sin darse cuenta se habían enzarzado en otra discusión estúpida, mientras unos seres las observaban discretamente. Uno de ellos con gran agilidad se introdujo en la casa de Marta G, cogió las llaves y al intentar salir, se engancha con el borde de la ventana y se le caen las llaves en la cabeza de Marta G, que se desmaya.
-¡Marta! ¡Despiértate que estamos discutiendo! ¡No te permito que te hagas la dormida para librarte de la discusión! ¡¡Marta!!- le gritó Marta M abofeteándola con mucha dureza.
-¡¡Ah!! ¡Marta, no me pegues!, oye, mira las llaves- exclamó Marta G.
-Sin comentarios- dijo Marta M mirando hacia arriba, hacia la ventana de Marta G- M…M… ¡Marta! ¡¿Qué es eso que hay en tu ventana?!
-Tiene el pelo verde, alas, parece un muñequita… ¡No fastidies…!-dijo Marta G abriendo la puerta de la entrada y corriendo hacia las escaleras como alma que lleva el diablo.
-¡Espérame, so loca!- gritó Marta M saliendo disparada tras ella.
Al llegar a la puerta, Marta G se dio cuenta que Marta M la estaba persiguiendo, se asustó y trató de abrir la puerta con todas las llaves, pero ninguna funcionaba, le dio con el dedo a la puerta y Marta M dijo:
-¡Esta niña es tonta! ¿A quién se le ocurre dejar la puerta abierta? ¡Cómo te hayan robado me río y te pego! ¡¡So tonta!!
Entraron y comprobaron que todo estaba en su sitio, hasta que Marta M entró en un cuarto al lado de la sala de estar y gritó:
-¡Marta, recoge tu cuarto, por el amor de dios! ¡Esto parece una pocilga!
-Ya, es que hoy nos toca la limpieza Jiji- se rió tímidamente- Espera, ¿por qué entramos tan estrepitosamente en mi casa? Es que no me acuerdo.
-¡Ay! Deja que yo te refresque la memoria, ¡¡¡¡¡Estoy a punto de caerme por la ventana!!!!!- dijo en ese momento el ser.
-Marta, ¡cógela, corre!- chilló desesperada Marta G.
-Esta bien, pero…- empezó a decir Marta M.
-¿Qué pasa?- preguntó el ser.
-¡Tienes alas, so tonta! ¡No te vas a caer porque volarías!- le gritó Marta M.
-Es verdad- dijo el ser soltándose sin necesidad de que las Martas la ayudaran.
-¡Oye tú, no grites a Finn que te pego!- dice el otro ser entrando también por la ventana.
-¡Hombre, pero mira quien está aquí, la entrometida!-exclamó Marta M.
-¡De entrometida nada, monada!
-Gracias por el halago.
-¡¡No era a ti, so tonta!!
-¿A no?, ¿entonces a quién era, a tu amigo invisible?
-Hola, estás bien- le preguntó Marta G al ser.
-Si, gracias, me llamo Finn y soy un ángel en prácticas.- dijo el ser dulcemente- y tu eres Marta, ¿verdad?
-Vaya, sabes mucho de mi- dijo Marta G curiosa.- ¿Y quién es ella?
-¡Ah! Ella es Fann mi hermana, también está en prácticas- le explicó Finn.- ¿Quién es ella?
-Es una amiga, bueno….
-Si se la pude llamar así- dijeron a la vez.
-Oye, las peleas de Fann… ¿Cuánto duran?- Preguntó Marta G.
-Depende- le respondió Finn encogiéndose de hombros.
-¿De qué?- se interesó Marta G.
-Del cabreo que tenga, y como la veo le durará unos dos o tres días.- dijo Finn con poco interés.
-¡Anda, cómo a Marta!- exclamó sonriendo Marta G.
-¡Eso no es cierto!- chillaron Marta M y Fann a la vez.
-¡Yo no me parezco a esta estúpida!- volvieron a chillar fulminándose con la mirada.
Siguieron discutiendo una o dos horas más hasta que Marta G y Finn gritaron:
-¡¡Ya basta!!
-Que lleváis dos horas así, contra- gritaron ambas fulminándolas con la mirada.
-¡No es cierto!-Volvieron a coincidir Fann y Marta M.
-Mira,- dijo Marta M cabreada- vamos a dejar de pelear, ¿tregua?
-Tregua- coincidió Fann chocando las manos a modo de pacto de paz.
Se sonrieron y Marta M dijo:
-Ahora que me fijo, si no fuera por el pelo verde y las alas, vosotras dos seríais iguales-constato Marta M refiriéndose a Marta G y Finn.
-¡Es verdad, qué fuerte!- coincidió Fann.
-Bueno, ya terminada la pelea y echas las paces, ¿nos podríais explicar por qué estáis en mi casa?- preguntó Marta G.
- Es que…- dijo Finn mirando a Fann, la cual le asintió para que siguiera hablando- Dios me ha mandado a buscar a la reencarnación de Juana de Arco.
-¡Eso no es cierto, me lo ha mandado a mi!-gritó Fann escandalizada.
-De eso nada, que Dios me lo dijo personalmente- presumió Finn.
-Y a mí, ¡so estúpida!- dijo Fann con voz burlona.
-Y después eres tu la que dice que no se metan conmigo.- le reprendió Finn.
-¡Mira, no me toques las narices!-dijo Fann cada vez más cabreada- ¡Qué no está el horno para bollos!
-¡Dejaos de peleas!- gritó Marta M más que harta de estas broncas- ¡A ver, Fann explica tu versión de los hechos, luego Finn explicará la suya!
En ese momento, las dos pararon la pelea y respiraron hondo, mientras Fann se preparaba para comenzar su versión de los hechos.
-Era una calurosa y oscura noche de verano…
-¡Fann déjate de estupideces y cuéntanos lo que pasó sin da tantos rodeos!-le reprendió Marta M.
-¡Vale, vale…! Yo solo quería darle algo de emoción a la historia. Bueno me llamaron del despacho de Dios y cuando llegué me pidió que buscara a la reencarnación de Juana de Arco. ¡Contentas!- exclamó Fann sin andarse por las ramas.
-Bueno, ahora te toca a ti, Finn- le dijo Marta G al ángel.
Pero Finn estaba callada, con los parpados cerrados.
Marta G fue a tocarla y de pronto se dio cuenta de que…
-Marta- le dijo a Marta M- creo que se ha quedado dormida.
-¡Finn, so tonta, despierta, no te permito que te duermas mientras explico mi versión de los hechos!- le gritó Fann a Finn al oído- ¡esto es increíble!
-¡Qué ha pasado, yo estaba durmiendo, digo… no estaba dormida- dijo Finn.
-Yo no se a quién se parecerá, pero a mi no- dijo Marta G.
-¡No qué va!- gritaron Marta M y Fann sarcásticas.
-Bueno, voy a contároslo- dijo Finn seria.
-Yo estaba revoloteando por el jardín de jazmines alados, un tipo de flor del cielo, cuando Eve la mano derecha de Dios me mandó a llamar de parte de Dios, el cual me dijo: “Finn el demonio ha estado mandando durante… bla bla bla…- continuó Finn durante los siguientes largos y tediosos veinte minutos.
-Bueno, y eso es todo- finalizó Finn.
-y después nos quejamos de Fann…- dijo Marta G desperezándose.
-¿Qué dices de quedarnos de Fann?- preguntó Marta M entre bostezos, levantándose del suelo, donde había caído dormida.
-Jo, habéis pasado un kilo de mí- dijo Finn con aura marginada.
-¿Pasado un kilo? ¡Que va, solo nos aburrías!- dijo Fann con indiferencia dándose la vuelta.
-Bueno, dejémonos de tonterías- dijo Finn seriamente.
Las otras tres la miraron con cara de “mira quien fue a hablar”.
-La cuestión es- determinó Marta G- si buscáis a la reencarnación de Juana de Arco ¿qué hacéis en mi casa?
-Es que Marta M es la reencarnación de Hanna Montana- dijo Fann medio dormida.
-¡De eso nada!- gritó Marta M sobresaltando a Fann.
-Perdón, perdón, Juana de Arco- se disculpó Fann.
-No, es Marta G- dijo Finn.
Las dos se miraron.
-Para saberlo, hay que sacar  “eso”- dijo Finn.
-Encantada- la retó Fann.
Finn saco “eso” y exclamó escandalizada:
-¿¿¡¡Pero que pasa, aquí solo tengo la mitad!!??
Entonces Fann sacó también su “eso” y  gritó:
-¡¡Ah!! ¡¡Finn ya lo rompiste, el mío también está a la mitad!!
Y empezaron a discutir, y en eso estaban, cuando las Martas se alejaron y Marta G dijo:
-¿No te has dado cuenta de que esas dos cosas son lo mismo?
-Si,- dijo Marta M- creo que hay que unirlas.
Tras decir esto Marta M se hizo con una de las dos mitades y Marta G con la otra.
-Y… las unimos, ¿no?-preguntó Marta G.
Marta M la miró con cara de: “no, si te parece nos lo comemos”
-Indirecta pillada- dijo Marta G un poco asustada.
Las Martas  acercaron las dos mitades y… las dos mitades se unieron con un rayo de luz cegador tirando a las Martas a Finn y a Fann al suelo. Cuando pudieron abrir los ojos se quedaron maravilladas. Las dos mitades se habían convertido en un precioso rosario cuyas mitades eran de diferentes colores, una negra y la otra blanca.
Marta M abrió la boca y la volvió a cerrar sin encontrar nada que decir, los dos ángeles tenían los ojos anegados en lágrimas.
Entonces Marta G dijo:
-¡¡Me pido la parte blanca del rosario!!
-Y yo la negra, que significa maldad- dijo con una risa malvada.
-Pero si el rosario no se puede dividir- dijo Finn.
-¡Eso es lo que tu te crees!- exclamó Fann burlona.
Tras decir esto los ángeles notaron que las Martas se habían acercado al rosario como hipnotizadas, lo estaban cogiendo y….
-¡Mira, tengo la parte que quería!- exclamó contenta Marta M
-Y yo, ¡que guay! Oye, hay una notita en mi rosario, voy a leerlo:
“Queridas Finn y Fann: os dije y os expliqué con un gran discurso que no voy a repetir en mi inmortal vida…
-¡Ay va! también hay un nota en el mío, y parece la continuación de la tuya y dice…
“¡¡Cada una de vosotras tenía que buscar a una de las dos reencarnaciones de Juana de Arco, no que buscarais a una sola!!”
-Con cariño y besos de Dios todopoderoso etc…- terminó Marta G.
-Eso no lo pone- dijo Finn examinando las notas de las Martas.
-Ya, pero se sobreentiende- dijo con sarcasmo Marta G.
-Osea, que hay dos reencarnaciones de Juana de Arco- dijo Fann analizando la nota de Marta M con el ceño fruncido y la voz grave.
-Si- coincidió Finn pensativa.
-Vale, somos la reencarnación de Juana de Arco pero…- dijo Marta G.- ¿Qué tenemos que hacer?
-Robar- dijo sencillamente Fann con indiferencia.
-Ah, bueno, si solo es robar…¡¡robar!!- exclamó Marta M- ¡Estamos locos! ¿y qué tenemos que robar?
Mientras terminaba de decir esto sonrió y se restregó las manos maliciosamente asustando a Finn, Fann y Marta G.
-Una cosa, ¿qué tiene que ver robar con derrotar demonios?- replicó Marta M.
-A ver, no me diréis que tenemos que robar obras famosas porque ahí están los demonios- dijo Marta G con sarcasmo, poniendo los brazos en jarras.
Fann silbó mirando a otro lado y dijo:
-Finn, tenemos que hablar.
Los ángeles se alejaron y comenzaron a hablar entre rápidos susurros.
-Me da que has dado en el martillo- dijo Marta M con una risilla tonta.
-Mira, sin comentarios, ¡Y se dice en el clavo!- le gritó, dejándole restos de saliva en la cara.
-Estaba diciendo una de nuestras patadas al diccionario, so babosa- dijo Marta M sacando un pañuelo de seda y limpiándose la saliva de la cara- ahora voy a tener que volver a lavarme la cara y además desinfectármela.
En esos momentos Finn y Fann dejaron de cuchichear y volvieron al lugar en el que las chicas habían vuelto a comenzar una pelea, ¡qué raro!, tenían el semblante serio y se les estremecían las alas.
-¿Qué ocurre?- preguntó Marta G al ver el semblante tan serio de  ambos ángeles.
-Lo que pasa es que…- comenzó Fann- ¡Finn tiene diarrea!
-Nos tomáis el pelo, ¿verdad?- preguntó Marta M sin creerse la chorrada que acababa de soltar Fann.
-¡Pues claro!- dijo Fann burlona.
-El problema es que aun no sabemos como habéis podido averiguar lo del demonio y las obras- explicó Finn.
Entonces Marta G se dirigió a su cuarto y resolvió el misterio de esa adivinación.
-Es por esto- dijo mostrándoles la portada de un Manga.
-¡Ya contra!- exclamó Finn al ver el argumento.
-¡Friki!- le recriminó Marta M a Marta G.
-Mira, esto es o que Dios se ha copiado o la dibujante se enteró del plan celestial, cosa muy poco probable.
-¡Dios es un copión de primera y el demonio de segunda!- exclamó Marta M escandalizada.
-Sabes que Dios está en todas partes, ¿verdad?- le preguntó Finn.
-Lo sabe y le da igual- dijo Marta G.
-No es eso, solo constato hechos y el lo sabe- le dijo Marta M poniendo los ojos en blanco.
-Bueno, volviendo a lo de robar- redirigió Finn la conversación- No es robar propiamente dicho, solo tenéis que sellar a los demonios en piezas de ajedrez y al hacerlo las obras desaparecen, por eso la mejor tapadera es la de ladronas- determinó con convicción.
-¿Y para hacerlas desaparecer usamos bolis que salen de unos bastones y escribimos Jaque Mate?- preguntó Marta M burlona.
-¡Queréis dejar de hacerlo!- gritó Fann cabreada.
-¿Hacer el qué?- preguntó Marta  extrañada.
-Adivinar las cosas que vamos a deciros a continuación, además, lo de los bolis no venía en el Manga, aquí pone que los sellan con chinchetas.
-Es que se veía venir- dijo Mata M.
-Entonces, ¿aceptáis?- preguntó Finn seriamente, tendiéndole el rosario blanco a Marta G, en señal de pacto. Fann hizo lo propio con el rosario negro, enseñándole a Marta M cara de desafío.
-Jaque Mate- dijo Marta M agarrando el rosario.
-Yo no voy a ser menos- dijo Marta G tomando el rosario blanco, sellando de esta manera un pacto que las uniría durante muchos años.