Como se que teníais muchas ganas de leerlo ya... aquí tenéis el capitulo 3 de las ladronas celestiales, espero que lo disfruteis... (L) KISSS...
Besitos y abrazos:
D'arc
III. Un grupo poco corriente: Finn, Fann, Jeanne, D’arc y… ¡¿Laura?!
Al día siguiente, Marta M se levantó con una resaca peor que si se hubiera pasado toda la noche empinando el codo.
-¿¡A qué no adivinas qué día es hoy!?- canturreó a gritos Beatriz García apareciendo en su habitación con una bandeja llena de cosas ricas para desayunar.
Marta M le chistó llevándose ambas manos a la cabeza.
-Me está matando la cabeza- se quejó hundiendo la cabeza en la almohada.
-Feliz cumple- le susurró Bea, con una sonrisa de oreja a oreja.
Por la puerta aparecieron su padre y su hermano sonriendo.
-¡Felicidades!- chillaron levantando los brazos.
Las dos mujeres de la casa les chistaron.
-Perdón- dijeron los dos barones rascándose la cabeza, sin saber porque se tenían que disculpar.
-Hombres- susurraron madre e hija sacudiendo la cabeza.
Riiiiiiiing. El teléfono sonaba escandalosamente desde el hall.
-¿Quién será a estas horas?- preguntó su padre, Antonio Martín.
… … … … … … … … …
-¡Buenos días, ¿está Marta Martín?!- dijo risueña Marta G, con buena educación.- soy Marta G, su compañera de casa.
-Si, aunque te aviso de que está de mal humor, y eso que es su cumpleaños- dijo Antonio suspirando- ahora te la paso.
Marta G esperó unos minutos y alguien cogió el teléfono con violencia.
-Diga- gruñó Marta M entre susurros.
-¡Felicidades!- le gritó Marta G al auricular.
Marta M le chistó de muy mal humor.
-Vaya humos- exclamó Marta G- ¿Qué te ocurre, por qué estas de tan mal humor?
-Me va a estallar la cabeza y tú me chillas, como para no estar de mal humor- le contestó mosqueada Marta M.
-¿Por qué?- le preguntó de nuevo Marta G que no se enteraba de nada.
-¡Y yo que se, me ves con cara de saberlo!- le chilló con una mueca de dolor.
-Pues yo dormí genial- dijo Marta G de buen humor.
-¡Qué suerte que tienen algunas!- se quejó Marta M- ¡Morrista!
-También te llamaba para preguntarte si ayer al volver te había pasado algo- le dijo poniéndose seria.
-No te lo puedo decir así, por teléfono, es mejor que te lo diga a la cara- dijo bajando la voz, adoptando un tono confidencial- espera un segundo.
Tapó el auricular con la mano y se dirigió a su madre en tono normal.
-Mami, puede venir Marta a casa- le dijo con voz de niña buena.
-Claro, pero por favor, no hagáis mucho el cafre, yo me voy, tengo un paciente especial- le dijo.
-¿Quién, el señor Takada?- le preguntó con mucha curiosidad, el señor Kiyaki era un hombre que vivía en el manicomio en el que trabajaba Beatriz, era un caso especial de locura transitoria.
-Si, cariño- dijo su madre suspirando- me espera mucho trabajo, si hay alguna urgencia me llamáis, ¿OK?
-OK- le dijo Marta de mala gana- ¿y los demás?
-Tu padre estará en la universidad y tu hermano acaba de salir por ahí con sus amigos- le dijo sabiendo de sobra a lo que se refería su hija- no te preocupes, estaréis solas.
-Toda precaución es poca- le dijo sonriente, volvió a ponerse el auricular en la oreja, destapándolo.
-Ya era hora- le dijo Marta G que había esperado impaciente a su amiga.
-Vía libre- le dijo Marta M- puedes venir cuando quieras, y date prisa, así te lo digo rápidamente.
-Oki- le dijo Marta G de buen humor.
… … … … … … … … …
Ding… dong… ding dong ding dong
Marta M abrió la puerta y Marta G vio que tenía la cara desmejorada y parecía un zombie.
-¡Al fin!- exclamó Marta G y salió disparada al baño, como la última vez.
Marta M se dirigió a la cocina y comenzó a preparar cuatro sándwiches.
-¿Y tú de que quieres los sándwiches, Martita?- le preguntó a gritos, esbozando una mueca de dolor.
-Vegetal, please- dijo entrando en la cocina con las manos hundidas en los bolsillos, con aire despreocupado.
-Oki- le contestó Marta M, guiñándole un ojo. Se aplicó y comenzó a preparar los sándwiches con rapidez, casi a la velocidad de la luz y los metió en la sandwichera. Se limpió las manos en el delantal negro que se había puesto y se dio la vuelta, mirando a Marta G con seriedad.
-Ven- dijo agarrando su brazo con firmeza, dirigiéndole hacia el salón con rudeza.
-¿Te pasa algo?- le preguntó esta asustada, con cara de preocupación.
-Un segundo- Marta M levantó un dedo como gesto de espera y comenzó a buscar por toda la casa, como si esperara encontrar un micrófono o algo así. Suspiró. - todo despejado. Finn, Fann, ¿tenéis algo para mi dolor de cabeza?
-Claro- dijo Finn picándole un ojo a Fann con complicidad.
Se acercaron a Marta M con lentitud y le pusieron ambas manos en la cabeza, con delicadeza, y repentinamente las manos se iluminaron, con un leve resplandor verdoso, tras esto, el dolor de cabeza de Marta M desapareció por completo.
-¡Gracias!- les agradeció esta con una amplia sonrisa, la primera que esbozaba en todo el día.
-¡Como mola!- exclamó Marta G- no nos habíais dicho que teníais poderes curativos.
-Es lo bueno de ser un ángel- dijo Fann con una sonrisa de autosuficiencia.
-Bueno, a lo que íbamos,- dijo Marta M yendo al grano- cuando ayer volvíamos a casa, después de la misión, repentinamente dos sombras me interceptaron el paso, una era mas alta y esbelta, y la otra era mas bien de estatura media, y también era delgado, y antes de desaparecer dijeron simplemente: “Te retamos Jeanne”
-¿En serio?- dijo Marta G con los ojos como platos, con la cara teñida de sorpresa- ¿Y tú qué hiciste?
-No me dieron tiempo a decir ni hacer nada, pero cuando se fueron les chillé algo así como: “De Jeanne nada, bonitos de cara, ¡Yo soy D’arc!- dijo Marta M muy irritada, otra vez de mal humor.
-Típico de ti Marta, como una cabra hasta el final- dijo Marta G sonriendo- No tienes remedio- suspiró- entonces… eso fue lo que sintió Finn, aquellas presencias malignas.
El ángel asintió.
-Estaba preocupada por la dirección que tomaron las presencias, se dirigían a tu casa Marta, menos mal que no pasó nada- dijo aliviada Finn.
Snif, snif. Marta M olfateó el aire y notó un olor a quemado.
-¡Mierda!- chilló levantándose de golpe- ¡los sándwiches!
Corrió hacia la cocina, chocándose contra la mesa del comedor. A los diez minutos, volvió con una bandeja negra en la que había cuatro sándwiches humeantes, un poco chamuscados, dos coca- colas, dos vasos de leche, un algodón de azúcar y un platito con terrones de azúcar y galletas de chocolate.
-Como Marta me dijo que te gustaba el algodón de azúcar, compré el otro día para ti- dijo dirigiéndose a Finn- la leche y las galletas son para Finn y Fann, te lo advierto- dijo mirando inquisitivamente a Marta G.
-Ñam, ñam ¡Qué rico!- dijo Marta G con cara de felicidad, restregándose las manos de anticipación.
-Esta muy bueno- dijo Finn degustando el algodón de azúcar y las galletas con adoración. Mientras, Marta G seguía devorando con ansia sus sándwiches, Finn tomó la palabra:
-Marta… ¿podrías describirnos a las dos personas con las que te encontraste?
-Bueno, pues… eran dos, como creo que ya he dicho, y creo que eran dos chicos, el que habló tenía la voz de tenor, pero la voz era hermosa, un poco siniestra y terrorífica, como a mí me gusta.- dijo Marta M pensativa, jugueteando con su pelo y suspirando.
-Tan pronto y ya los han enviado a fastidiar- dijo Finn sacudiendo la cabeza con cara de preocupación.
-¿A quienes?- preguntó Marta G intrigada.
-A “ellos”, Los Príncipes de las Tinieblas.- dijo Finn con dramatismo. Marta G volvió a intervenir:
-Pero… ¿El Príncipe de las Tinieblas no es el Rey de los Demonios?
-No, él es el Rey de las Tinieblas- le contestó Fann haciendo un gesto negativo con la cabeza.- Los Príncipes son sus hijos.
-Ah, vale… ¿¡Qué!? ¡El Rey de los Demonios tiene hijos, yo me quedo boba!- exclamó Marta G con los ojos abiertos como platos.
Marta M se había quedado callada, con cara pensativa.
-¿Qué piensas, Marta?- le preguntó Fann al descubrir su inusual silencio.
-No se, es como si los dos de ayer los conociera de antes, como si ya les hubiera visto en algún lugar- dijo frunciendo el ceño.
-Ahora que lo pienso- comentó Fann- a mi también me resultan familiares, a lo mejo es que los hemos visto por aquí.
-Es posible- dijeron Marta G y Finn encogiéndose de hombros como gesto de extrañeza.- pero… ¿quiénes pueden ser?
-Ni idea- dijeron Marta M y Fann, haciendo caer a Marta G y Finn.
-No tenéis remedio- dijeron sacudiendo la cabeza.
-Bueno, no pasa nada, ya lo averiguaremos- dijo Marta M, encendiendo la tele.
En la tele, estaban poniendo las noticias de la mañana, en la que contaban una noticia de un príncipe de no se donde, que se había enamorado de una plebeya y ambos habían sido asesinados.
“Esta mañana sangre azul y sangre “roja” ha sido derramado hoy”- decía el presentador en ese momento, con aire dramático.
-Sangre azul y “roja”- murmuró Fann teniendo un Flashback- ¿no es eso lo que dijo Marta ayer durante la excursión?
-¡Qué guay, Marta, tienes visiones, como mola!- exclamó Marta G emocionada.
-No es tan guay si es sobre un asesinato doble, ¿no crees?- le regañó Finn, quitándole la expresión de la cara.
-Tienes razón, perdón, ¿por qué habrá tenido esa visión Marta?
-Ni rematada idea- dijo Finn encogiéndose de hombros.
-Bueno, eso no es lo más grave ahora, ¿verdad Marta?- dijo Marta G lanzándole una mirada a Marta M de: “Como no sepas de lo que hablo te mato”
Pero no recibió una respuesta por parte de Marta M, ya que esta se había quedado mirando fijamente a la pantalla, con los labios temblando.
-¡Marta, tierra llamando a D’arc, Dios llamando a Marta Martín García!- Marta G agitaba una de sus manos delante de la cara de Marta M con insistencia, tratando de hacerla reaccionar.
-No puede ser- murmuraba Marta M con la miraba vacía y la voz al borde del llanto.
-¿El qué no puede ser?- preguntó Finn, que cada vez entendía menos.
-E… E… Esa chica- tartamudeó con los labios todavía temblando.
-¿¿¡¡Cómo!!??- chillaron Marta G, Finn y Fann al unísono con la boca cada vez más abierta.
Pero Marta M no dio señales de vida, lo único que hizo fue subir el volumen y echarse hacia delante.
-Oh, no, lo siento mucho Marta- dijo Marta G. Finn y Fann estaban tan tristes que sus alas se estremecían con violencia.
Pero Marta M seguía sin hablar, mirando la tele con una mueca de horror pintada en la cara.
-Marta- dijo Fann poniéndole una mano en el hombro a Marta M para animarle- lo siento, pero te tienes que reponer, tenemos cosas importantes que hacer.
Marta M apagó la tele, suspiró y dio un largo trago de Coca-Cola.
-De acuerdo- sacudió la cabeza, como si así sacudiera todos sus pesares- vamos a hablar de ese problema que decía Marta.
-Esto es muy serio, Laura Mateos nos a descubierto, y aun no se como- se quejó Marta G chirriando los dientes.
-Esto nunca había pasado, y menos en la primera misión- dijo Finn escandalizada, mirándoles con cara asesina, con mirada de: “Siempre tenéis que meter la pata, so gafes”
-¡Qué quieres que le hagamos!-le chilló Marta M con toda su mala leche (si alguna vez la pilláis así de cabreada, no os lo penséis, ¡huid!)- esa niña es más rara que una pulga verde encima de un perro rosa.
-No, creo que nos ha pillado por la manera de la que nos peleábamos, no hay nadie en el cosmos, ni en el cielo, ni en el infierno que lo haga como nosotras- puntualizó Marta G.
-Y tú te sientes orgullosa- dijo entre dientes Marta M.
-Has dicho algo- le dijo Marta G con aire amenazador, mirándola por el rabillo del ojo.
-Nada, Nada- respondió Marta M levantando las manos en son de paz.
Sin que ellas se hubieran dado cuenta, las horas habían pasado y las Martas, Finn y Fann se tuvieron que despedir, ya que Finn y Marta G tenían que volver a casa, mientras se despedían, sonó el móvil de Marta G.
-Diga… si, ya voy, no puedo que darme un minu… vale, vale, ya me callo, estaré allí en veinte minutos.
-¿Qué pasa?- le preguntó Marta M cuando colgó.
-Era mi madre, y me tengo que ir… lo siento.
Mientras Marta G abría la puerta de la calle de casa de Marta M, Finn le dijo a Fann:
-Mañana hablamos, ¿vale?
Fann asintió y se despidió de su hermana. Cuando se cerró la puerta Fann suspiró y sacudió la cabeza.
-¿Qué pasa, Fann?- le preguntó Marta M, que estaba sentada en el suelo al lado de la puerta.
-Estoy preocupada- dijo acurrucándose en el regazo de Marta.
-¿Quién, tu? ¿La súper ángel en prácticas Fann Fishu?- preguntó Marta con sorna mientras le acariciaba el pelo.
Fann se rió sarcástica- es por los chicos de ayer.
-No te preocupes, ya se arreglará- susurró, todavía acariciándole la cabecita- todo se arreglará.
… … … … … … … … …
Al día siguiente, Marta M se despertó temprano y fue con tranquilidad a clase en guagua, como siempre, escuchando su música favorita en el Ipod.
-Hola Marta- le dijo a Marta G sin ni siquiera mirarla a la cara, bostezando ruidosamente, mientras entraban en el instituto, no se podía creer que ya se hubieran terminado las dos semanas que les habían dado de mas de vacaciones.
-Marta… ¿no has notado que la gente está un poco alterada?- le preguntó Marta G.
-¿Ah, si? Pues vaya… vamos a preguntar que pasa- dijo Marta M acercándose a un grupito que estaba muy revolucionado y que hablaba muy excitado, a gritos.- ¿Qué es lo que pasa, porqué está todo el mundo tan excitado?
-¿No os habéis enterado?- dijo una rubia de bote con los ojos muy abiertos.
-No, ¿de qué nos tendríamos que haber enterado?- preguntó Marta G.
-Es la noticia de la semana- dijo la rubia- si no os habéis enterado es que vivís en las cavernas.
-¡Oye!- le chilló Marta M echando humo por las orejas.
-Perdón, perdón- dijo la chica levantando las manos en señal de disculpa- bueno…
-El otro día entraron dos ladronas en el instituto- le interrumpió un pelirrojo, llevándose una mirada de advertencia por parte de la rubia.
-Eran “Las Ladronas Fantasma”- dijo la rubia dándose importancia- entraron la robaron a Delia la de mates.
En ese momento a las Martas se les cambió la cara repentinamente de color, primero se pusieron pálidas, después de pálido a rojo y por último de rojo a verde enfermizo.
-¿Os pasa algo?- preguntó una morena muy preocupada.
-No,- dijo Marta M- es solo un pequeño mareo.
Cogió a Marta G del brazo y la arrastró hasta la otra punta de la entrada.
-Tía, ¿Cómo lo han sabido?- dijo Marta M con los ojos desorbitados.
-Creo que fue cuando los alumnos se despertaron y saltamos por la ventana- dijo Marta G pensativa- seguro que ellos extendieron el rumor.
En ese momento Finn salió de la maleta de Marta G y Fann de la de Marta M.
-Esto es genial, ya os habéis hecho famosas- dijo Finn entre dientes.
-De genial nada- le replicó Marta G sin pillar el segundo sentido de sus palabras.
-Esto solo os pasa a vosotras- dijo Fann sacudiendo la cabeza y poniendo los ojos en blanco.
-Si y esta situación no me gusta- dijo Marta G cada vez mas mosqueadas.
-Bueno, hoy no nos puede pasar nada peor- dijo Finn. Marta G la miró y antes de que pudiera abrir la boca Finn se le adelantó- Cállate Finn.
-Si- dijo Marta G.
-Va a ser lo mejor- completó Marta M mirando hacia otro lado.
Riiiiiiiiiing…
-Ups, es la sirena de comienzo, chicas, a dentro- dijo Marta M abriendo la maleta.
Finn y Fann se metieron en sus respectivas maletas.
-Tengo la sensación de que aún no han terminado los problemas- dijo Marta G. Las chicas fueron a clase mientras seguían escuchando chismes de “Las Ladronas Fantasma” que les ponía los nervios en punta.
… … … … … … … … …
-Marta, ¿qué demonios está diciendo el profe?, no me estoy enterando de nada- le susurró Marta M a Marta G dándole un codazo.
-Eso es por que no atiendes, so burra- le susurró de vuelta Marta G- dice que van a venir dos alumnos nuevos.
Click
La puerta se abrió y entraron dos morenos de muy buen ver, el más alto, tenía los ojos verdes-esmeralda y era esbelto; el otro era un poco más bajo, con los ojos color caramelo, que brillaban una pasada.
-Y hablado de los reyes de Roma- dijo el tutor mirando a los dos jóvenes.
A Marta M se le desorbitaron los ojos y se le abrió un la boca, haciéndola parecer un pez.
Marta G empezó a chasquear los dedos delante de ella, diciendo:
-Jeanne llamando a D’arc…
Marta M siguió embobada hasta que Marta G, sin que el profesor se diera cuenta, le arreó tal bofetada que casi sale volando, sacándola de su ensoñación.
-Tía… ¡son los del sábado!- susurró horrorizada.
-No me habías dicho que no les habías visto las caras- le susurró entre dientes, levantando una ceja con extrañeza.
-Ya, pero ese aura de misterio…- dijo Marta M, derepente se envaró- tía… esos dos… ¡son los dos que se acaban de mudar al piso que está al lado del mío!
-¡Qué!- chilló Marta G levantándose de un salto.
-¡Señorita García, siéntese!- le regañó el profesor.
-Perdone profesor- se disculpó Marta G agachando la cabeza con vergüenza y sentándose con apresuración- ¿Estas segura?- le preguntó a Marta M.
-¡Chicas!- exclamó Fann sin salir de la maleta.- ¡Siento dos presencias malignas, las del sábado para ser más exacta!
-Ya nos hemos enterado, gracias- le dijo Marta G.
-Te imaginas que se sientan en los sitios libres que hay a nuestros lados- dijo Marta G.
-Primero, es poco probable y segundo… ¿no tienes una sensación de Déjà-vu?- le preguntó Marta M.
-Si, y creo que ya se lo que viene a continuación- dijo Marta G suspirando.
-Bueno, como verán solo hay dos sitios libres, al lado de las señoritas Martín y García- dijo el profesor de lengua señalando los dos sitios libres.
Los dos chicos se dirigieron a los sitios que les había dicho el profe, al lado de nuestras protas.
-Hola, me llamo Lived, encantado de conocerte- le dijo a Marta M el de los ojos verdes con una sonrisa preciosa en la cara, ya que se había sentado en el sitio libre a su lado.
-Hola, yo soy D’a… digo… Marta Martín- corrigió Marta M su error con indiferencia, sin ni siquiera mirarle.
-Y yo soy Sward- dijo el otro guiñándole un ojo a Marta G.
-Y yo tengo ganas de gritar- murmuró Marta G.
-¿Qué?- le preguntó Sward.
-Nada, nada, que yo soy Marta García- dijo ella con una sonrisa forzada. Las Martas se miraron y compartieron la misma mirada de “¡Por qué a nosotras!”
Marta M comenzó a pegarle cabezazos a la pobre mesa que no le había hecho nada, mientras Marta G hundía la cabeza entre los brazos y se quejaba quedamente.
… … … … … … … … …
Durante las siguientes clases, los dos chicos no se separaron de nuestras protagonistas, es decir, que se pegaron como las lapas a las rocas, con la excusa de que eran nuevas y no conocían el instituto y necesitaban una guía.
A la hora de gimnasia, la profesora les mandó ponerse en grupos de cuatro, y las Martas se pusieron a toda leche con Blanca y Laura Mateos, para que no les tocara con Lived y Sward, que cada vez se pegaban mas a las chicas.
-¿Por qué tanta desesperación?- preguntó Blanca al ver la rapidez con la que se les habían unido.
-Nada, cosas nuestras- se apresuró a decir Marta M mirando a Marta G con un suspiro, después miró a los dos chicos que maldecían su mala suerte y les sacó la lengua al estilo comic.
-Pensé que nos tocaría con esos dos- murmuró Marta G suspirando y miró de reojo a Lived y Sward, que se habían puesto en grupo con Alejandro y Jose Luis, los dos chicos más idiotas de la clase, con los que siempre se peleaban las Martas.
-¿No será que les gustáis?- preguntó Blanca con picardía y una sonrisa malvada.
-No- dijo Marta G muy cabreada.
-Oye, Marta… ¿por qué narices está botando tu maleta?- preguntó Laura señalando dicha maleta que curiosamente estaba botando.
-Es por… un nuevo Tamagotchi que ha salido al mercado y si tiene hambre o le pasa algo se pone a saltar- improviso poco convincente y se dirigió hacia la maleta- ¡Maldita Fann!
-Que te pasa- le regañó cuando llegó y abrió las maletas, sus ojos eran exactamente iguales a los de un demonio enfurecido.
-Son esas presencias, me dan escalofríos y no me puedo estar quieta- lloriqueó Fann.
-Pues inténtalo- le regañó Marta M con muy mala leche, se dio la vuelta y se encaró de nuevo a sus compañeras- ¿Por dónde íbamos?
-Diciendo que les gustáis a esos chicos- dijo Blanca con malicia
-¡Qué no!- chillaron las Martas tirando a sus amigas al suelo del grito.
-¡Chicos!- llamó la profesora de gimnasia- ¡Todo el mundo para acá!
-Salvadas por la campana- le susurró Marta M a Marta G.
… … … … … … … … …
-¡Qué mal lo he pasado hoy en clase, y todo por culpa de esos dos payasos- suspiró Marta M, soplando el chocolate caliente que se estaban tomando en su casa.
-Espera un segundo… ¿no nos falta algo?- preguntó Marta G mirando a todos lados, buscando lo que faltaba-¡Ya se lo que nos falta!- exclamó dándose una palmada en la frente- nos falta Finn- dijo levantándose y dirigiéndose a la maleta- ¡Aquí está!- exclamó abriendo la maleta y encontrando a Finn dentro. De la maleta salían unos ruidos muy extraños- ¿Qué son esos ruidos?
-Está roncando, la muy vaga- dijo poniendo los ojos en blanco. Marta M se acercó sigilosamente, inflando una bolsa de papel y cuando estaba al lado…
¡Bang!
Explotó la bolsa en la carita de Finn, asustándola, haciéndole pegar un bote impresionante.
Finn pegó un chillido- ¡Bomba atómica, que todos se refugien, todo el mundo a los búnker!- se metió en la mesa a la velocidad de la luz y se cubrió la cabeza con las manos.
-Este ángel es más tonto…- dijo Fann metiéndose debajo de la mesa y sacando a su hermana de los pelos.
-¡Ay! ¡Hermana, no me tires del pelo, que me duele y lo sabes! ¡So petarda!- le chilló forcejeando con ella, intentando soltarse.
-¡¡A quién narices llamas petarda, so lela!!- le chilló Fann, tirando todavía más del mechón de pelo de su hermana que había agarrado.
Estuvieron así, forcejeando un buen rato, hasta que al final Finn consiguió soltarse, dándole un capón a Fann y lanzándola contra el sofá.
-¡Esperad un minuto!- exclamó Finn con una bombilla encendida encima de su cabeza- ¡Ya sé quienes eran esos dos!
-¡¿Quiénes?!- preguntaron las Martas, Marta M dirigiéndose hacia Fann y ayudándola y Marta G lanzándose encima de Finn con curiosidad.
-¡¡Los hijos del demonio!!- exclamó Finn levantando un brazo.
-Un pregunta… ¿eso no había quedado zanjado ayer?- preguntó Marta M mirando a Finn por el rabillo del ojo.
-¿En serio?- preguntó Finn- no me acordaba, jiji- se rió frotándose la cabeza.
-Este ángel es tonto, lo digo y lo repito- murmuró Fann.
-Pero sigo sin entender una cosa ¿Por qué dijeron “te retamos Jeanne” y no “Os retamos”?- preguntó Marta G pensativa.
-Pensarán que Marta M es la única reencarnación de Juana de Arco- dijo Fann- No se imaginarán que vuestra antecesora fue tan lista.
-Fue tan lista que lo más probable es que solo lo supiera Dios- dijo Finn pensativa.
-Pues jugaremos con eso en su contra- dijo Marta G con cara de complot.
-Seguiremos haciéndoles creer que Marta es la única reencarnación de Juana de Arco- dijo Finn.
-Y voy a tener que hacer todo el trabajo sucio yo- se quejó Marta M- Qué pereza...
-No mujer, que yo seguiré a tu lado desde las sombras- le dijo Marta G intentando calmarla, pero a Marta M le seguía pareciendo demasiado trabajo y con lo vaga que es…
-Pues entonces me da igual, que se enteren de que somos dos, no pienso dejar solo a Martu en todo este berenjenal y como se vuelvan a entrometer les daremos tal patada en el trasero que volverán volando al infierno, y del miedo que nos tendrán no volverán a salir de allí- dijo con los ojos llameantes.
-Bonito discurso Marta pero… ¡¡No me llames Martu!!- le chilló Marta M envuelta en fuego.
-Vale, como queráis, pero es una penita desperdiciar esta gran oportunidad- suspiró Fann, haciendo que la perla de su frente brillara.
-Yo no he dicho eso- dijo Marta G con una sonrisa maliciosa que sugería que tenía un plan brillante (perdonad que lo dude, pero me cuesta mucho creerlo).
-¡Ay mi madre!- exclamó Marta M tapándose la cara con una mano.
-Aunque no me guste reconocerlo- dijo Finn- la cara de Marta G es la misma que ponía Juana de Arco cuando tenía un plan brillante.
-Oye, os quedáis a dormir esta noche y mañana- rogó Marta M con ojitos de cordero degollado- Es que mis padres tienen trabajo hoy y mañana, sin pasar por casa y mi hermano se acaba de mudar.
-De acuerdo, mi madre también está muy ocupada y no quiero estar sola.
-Y menos con esos dos sueltos- dijo Finn estremeciéndose asustada.
-Tienes razón- dijo Marta M- esos dos deberían estar enjaulados.
-Y así os contaré el plan, pero antes…
-Llama a tu madre, so petarda, que luego se cabrea y no te deja quedar conmigo- le interrumpió Marta M con mal talante.
-Equilicua- dijo Marta G sacando el móvil y marcaba el número.- Mami, querida, preciosa… vale, ya corto el rollo- dijo Marta G servicial. Las otras tres se empezaron a reír a rabiar al ver el teatro que se estaba montando Marta G para que la dejaran quedarse, que por cierto, era digno de “En clave de ja”. Al final, tras mucho rogar y mucho prometer portarse bien consiguió que le permitieran quedarse.- Ya pensé que me tendría que poner de rodillas al teléfono- suspiró.
-Te deja y te trae tus cosas ¿no?- le amenazó Marta M entre risas.
-Si, menos mal- suspiró Marta G esbozando una pequeña sonrisa.
Marta M se secó las lágrimas de risa y se dirigió a su cuarto seguida de Marta G.
-Ayúdame a sacar tu cama y hacerla.- y entre risas, caídas estúpidas (que raro) y peleas de almohadas lograron sacar la cama nido de debajo de su cama y hacerla para que Marta G durmiera en ella.
-Menudas reencarnaciones de Juana de Arco que estáis hechas- dijeron Finn y Fann sacudiendo la cabeza.
Las Martas se miraron con complicidad y les lanzaron almohadas con muy mala leche y muy buena puntería (eso si que es raro).
-Con que queréis guerra ¿eh?- exclamó Fann- ¡Pues entonces la tendréis!
Finn y Fann se miraron con picardía y se lanzaron encima de las chicas, haciéndoles cosquillas a las jóvenes que casi se mueren de la risa. Se pasaron casi una hora entera entre cosquillas y almohadas que volaban de aquí para allá.
-Bueno, Marta, nos dices el dichoso plan de una vez- dijo Finn harta.
-Eso, no nos tengas en ascuas- dijo Fann.
-El plan consiste en volverles locos- dijo Marta G con una sonrisa.
Marta M puso cara de extrañeza y dijo:
-Eso no tiene sentido.
-Todavía no- dijo Marta G con una sonrisa maliciosa, haciéndose la misteriosa.- pero a medida que os lo explique lo entenderéis.
Dong, dong, dong…
Las campanas de la catedral sonaban, anunciando el toque de queda, por este motivo las muchachas tuvieron que posponer el plan para el día siguiente.