Bloggers, seguidores de Las Ladronas Celestiales y los que no lo son tambien... El capítulo 5 esta por fin terminado y ya lo subo, que, a que no os creíais que lo haría tan rápido?? Gente de mala fe ¬¬ bueno, me dejo de rrolos y... sin más preambulos... que salga a escena el capitulo cinco...
V. De obra en obra y demonito que nos toca
-Alumnos, alumnos... ¡Presten atención, demonios!- el profesor de lengua y tutor de nuestras protagonistas estaba bastante alterado esa mañana.
-¿No le ves un poco irritado?- le susurró Marta M a Marta G.
-No creo que sea nada grave- contestó Marta G quitándole importancia a la cosa.
Bip Bip Bip. Los colgantes comenzaron a parpadear a lo loco. Marta M miró a Marta G con cara de“¿Por qué no te estarás callada?”
-Bah, no creo que sea el profe- se apresuró a decir Marta G.
Marta M arqueó las cejas y dirigió el colgante hacia el profesor, lo que hizo que este parpadeara todavía más.
-¿Sabes que calladita está muchísimo más guapa?
-Si, yo también lo creo.
En ese momento la maleta de Marta M se abrió de golpe y Fann salió disparada gritando:
-¡Demonio, hay un demonio cerca!
-A buenas horas mangas verdes- le recrimnó Marta M.
-¿Y Finn?- preguntó Marta G. Fann señaló al profesor. En su cabeza se encontraba la pobre Fin, en precario equilibrio, al parecer al salir de la maleta Fann lanzó sin querer a Finn hacia allí.
-¡Pero serás bestia!- masculló Marta M dándole un capón al ángel.
-¡Profesor!- chilló Sward haciendo que el profesor se girara.
-¿Ocurre algo señor Demon?- preguntó el profesor con voz respetuosa.
-Tiene un bicho en el hombro- dijo el joven con diligencia.
-Culichichilameculos- masculló Marta M entrecerrando los ojos.
El profesor se sacudió, haciendo que Finn resbalara de su cabeza, rebotando en los hombros de Sward y terminando en manos de Lived.
-Hola, preciosa- le susurró este- profesor, ¿puedo ir al baño?
-¿Y yo?- preguntó rápidamente Sward.
-Claro, claro, vayan, vayan- dijo el profesor sacudiendo las manos.
Los hermanos se levantaron y se fueron, llevándose a Finn con ellos.
Marta G estaba diciendo cosas nada bonitas sobre ellos en su mente, cosas que hemos tenido que censurar por no ser aptas para menores de ochenta años, mientras que Marta M tenía el puño elevado en posición amenazante, mascullando maldiciones.
-¡Mecachis en la porra!- dijo Fann- estos se van a llevar su merecido como que me llamo Fenn Fishu.
-Te llamas Fann, so tonta- le dijo Marta M.
-Eso, Fann, lo que sea- dijo Fann sin darle importancia- Voy a buscarla.
-¡No Fann!- exclamó Marta M, pero era demasiado tarde, Fann ya se había ido.
-Como la pillen también a ella que Dios nos coja confesadas- dijo Marta G en voz demasiado alta.
-¡Las martas, fuera!
-Pero... ¿por qué?
-Por decir palabrotas, ¡fuera!
Marta G salió obediente, mientras que Marta M se levantó tirando la silla y cerró la puerta tras de sí con un portazo.
-¡Estoy más cabreada que una gallina con la cloaca atascada!- gritó Marta M- ¡Como pille a esos dos se enteran de quien soy!
Cuando vio a los chicos se dirigió hacia ellos muy mosqueada y comenzó a golpearles con el dedo en el pecho, diciendo:
-¡Como por vuestra culpa se manche mi impecable registro de amonestaciones os juro que desearéis no haber nacido!
-Es que... como no me devolvíais a Fin... - comenzó Marta G con voz inocente.
-¿Nos vas a hacer algo?- preguntó Sward alzando las cejas, mientras Marta M gritaba a Lived, se había vuelto loca, parecía la niña del exorcista. Marta G, cabreada golpeó con el puño la columna que tenía a su derecha, haciendo un agujero.
-Pues esto haré.
En ese momento Marta M le dio un golpe a Lived, haciendo que este soltara a Finn.
-¡Finn!- exclamó Fann abrazándola.
-¡Rápido, vámonos!- apremió Marta G.
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15:30 Casa de Marta G
-Menos mal que te salvamos- dijo Fann suspirando.
-Si te hubiera pasado algo no se que hubiera hecho- dijo Marta G llorando a lágrima viva.
-Llorar, como ahora- dijo Marta M haciendo un mohín- llorica.
-Es que... la echaba de menos- dijo Marta G, secándose los ojos con un pañuelo que le tendió Marta M.
-Si solo habéis estado dos minutos separadas- dijo Marta M poniendo los ojos en blanco.
-Ya pero...- Marta G miró hacia abajo.
-Bueno, centrémonos en lo importante- dijo Marta M- el demonio del profe de lengua, ¿recordáis que ayer estaba extraño en la excursión? Creo que el demonio está en Agüimes.
-Pues mandemos la carta, ¿a qué estamos esperando?- preguntó Marta G.
-Hay un problema- dijo Finn.
-¿El cualo?- preguntó Marta M extrañada.
-Como hay tan pocas estatuas en Agüimes...-dijo Finn sarcástica.
-El sarcasmo sobra- dijo Fann entrecerrando los ojos.
-Tiene razón- dijo Marta G con el ceño fruncido- no sabemos en que estatua estará y eso es una gran desventaja.
-Solo hay una manera de saberlo- dijo Marta M guiñándoles un ojo.
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En el ayuntamiento de Agüimes se encontraba el alcalde de la ciudad, repantigado en su sillón, mientras observaba a través de la gran cristalera el paisaje de su tranquilo pueblo. Suspiró y se giró, preparado para continuar con su trabajo, pero encontró un mensaje encima de su escritorio. Extrañado de no haberlo visto antes lo tomó entre sus manos y un delicado olor a rosas le invadió. Empezó a leerlo y su expresión cambiaba a cada frase. Cuando terminó, saltó del sillón, dejando caer la carta al suelo y salió de su despacho.
Esta noche robaremos las esculturas de Agüimes a las 24:00.
Firmado:
Las ladrona Celestiales, Jeanne y D'arc
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-Cubrid todo el perímetro, quiero a un escuadrón de policías en cada escultura y... ¿se puede saber que demonios hacen hay parados?- la agente de la interpol ladrba ordenes a diestro y siniestro.
-Se nota que es de la interpol- dijo el inspector saliendo del coche de policía.
-No es cuestión de en qué departamento estés lo que no puedo comprender es como no han atrapado a un simple ladrón- dijo ella indiferente.
-Creo que no la han informado bien- dijo triunfante el inspector.
-¿Perdone?
-Son dos ladronas, no una- dijo el inspector- y son unas chicas de unos... diecisiete o dieciocho años.
-Más a mi favor- dijo la agente. Entonces dos agentes uniformados aparecieron con una carta para el inspector.
-Inspector, mire esto- dijeron los dos jóvenes.
-¿Qué ocurre, Tom y Jerry?- dijo mientras abría la carta. Empezó a leerla y gritó- ¿¡Dos más!? Pero que manía habrán cogido.- el inspector estaba al borde de un ataque de nervios.
La agente le echó un vistazo a la carta. Cuando terminó, la dejó caer al suelo y la pisó con una de sus botas negras.
-Esto es un insulto, se están pitorreando de la autoridad- dijo con frialdad.
-¿Y cómo los detendremos?- preguntó el inspector.
-¿Puedo hablar?- preguntó Jerry alzando tímidamente la mano.
-¡Pues claro, que no estamos en el colegio!- exclamó la agente irritada.
-Por lo que he oído estos dos son más bien mediocres- comenzó- una simple trampa serviría para vencerlos.
-Buena observación, se hará como dices, retirense- dijo el inspector.
-No, un momento lo que dice es interesante- dijo la agente- Continúa.
-Creo, que tal vez...- Jerry trataba de aumentar la intriga.
-¡Continua, demonios!- exclamó la agente perdiendo los nervios.
-De acuerdo, de acuerdo, no nos pongamos nerviosos- dijo Jerry alzando las manos en son de paz.
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23:50 Dos sombras se deslizaron entre los tejados de Agüimes.
-Rápido Claw, con la carta que hemos mandado debe de haber un despliegue policial impresionante- dijo Simbad, aún no había asimilado la derrota de la última vez.
-Venga, hermanito, relájate, que no es tan grave- dijo Claw, que se lo estaba tomando todo con mucha pachorra.
-Es que todavía no me creo que nos hallan engañado de esa manera, sobre todo Marta- dijo Simbad con el orgullo herido.
-¿Cuál de ellas, tu amorcito?- le preguntó Claw, que estaba disfrutando de la situación.
-Claw...- Simbad estaba comenzando a hartarse de las boberías de su hermano.
-¿Te molesta?- le preguntó este, que cada vez se lo pasaba mejor.
-No, solo que como sigamos así se volverán a llevar el objetivo.
-Eso ha sido un golpe bajo- masculló Claw, ahora mosqueado. - La verdad es que a mí también me sorprendió que tu pastelito fuera otra Jeanne- dijo Claw tras un rato en silencio.
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-A... a... achís- D'arc estornudó- creo que alguien ha dicho mal mi nombre.
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Simbad y Claw llegaron a la plaza central de Agüimes y allí se encontraron un espectéculo inesperado.
-Aquí no hay nadie- dijo Simbad revisando el lugar.
-Te dije que no iba a servir para nada, y ¿cómo encontramos ahora al demonio?- preguntó Claw que se había apoyado en una estatua, con posición relajada. De repente, de la estatua comenzó a emanar energía maligna.
-Mira, si antes lo nombramos antes aparece- dijo Simbad con una sonrisa.
-Como se suele decir, menta al demonio y el vendrá a ti- dijo Claw bostezando- Nunca mejor dicho.
Simbad sonrió y se dispuso a sellar el demonio, cuando un montón de focos les enfocaron.
-Poned las manos en alto y no hagáis ningún movimiento- dijo una voz distorsionada por un megáfono.
-Haz me el favor, Claw, haz lo que dicen y no te pongas a bailar como haces siempre- le pidió Simbad entre dientes, levantando las manos.
Pero la advertencia llegó tarde, Claw estaba... ¡¿bailando break?!
-Demasiado tarde- suspiró Simbad, dándose en la cara con la mano. La policía se quedó con la típica gotita de los animes, pensando: “Y hemos hecho el cordón policial para estos peleles”
-¡Que no somos unos peleles, contra!- les gritó Claw con el puño en alto- somos unos peleles malvados
Un aire frío recorrió la calle y hasta la bola de polvo de las pelis del oeste pasó por delante de ellos.
-Vuelvo y repito, levanten las manos, no hagan movimientos y tampoco chistes malos- repitió la voz.
Parabarapampampam... ¿¡Pero que demonios pinta en esta historia la música del oeste?! Lo que nos faltaba... bueno, ¿por donde iba que me perdí? Ah, si...
Los dos ladrones se dirigieron hacia delante, levantando las manos.
“A la de tres saltamos y hacemos Jaque Mate” le mandó telepaticamente Claw a su hermano.
“We are the world” Ahora Simbad era el que hacía el tonto.
“¡Simbad!”
“A que jode”
“ Vale, pero, ¿Te has enterado?”
“Si”
“Venga, uno, dos y...”
Pero entonces pasaron por allí dos tíos bailando break y... ¿para qué voy a continuar? Si todos sabemos lo que pasó, bueno, vale, lo digo, Claw se distrajo y se puso a bailar con aquellos chicos.
-¡Claw!- le gritaron todos los que estaban allí.
-¡No seas pelele y vuelve aquí!- exclamó Simbad.
-Vale...- se resignó Claw- sois unos aburridos, nunca me dejáis hacer nada de lo que me apetece.
Claw siguió mascullando cosas mientras se dirigía a su puesto.
“¿Preparado?” preguntó Simbad a Claw, ahora que este ya se había centrado “una, dos y... ¡tres!”
Los dos ladrones saltaron y sacaron unos boomerangs, el de Simbad era negro con tres helices y adornos plateados en los extremos y el de Claw igual, solo que sus adornos eran dorados.
Simbad lo lanzó, pero no surtió ningún efecto.
-¡No funciona!- exclamó desesperado, agitándolo, después miró a Claw- Creo que ya se por que no funciona.
Claw se había quedado mirando el boomerang, y de ahí había mirado a Simbad, y al boomerang de nuevo, y a Simbad... y así una docena de veces más.
-¿En serio, un boomerang?- dijo incrédulo- ¿vamos a encerrar a los demonios con un boomerang? ¡no me jodas, Simbad, no mejodas!
Este se dirigió a él y le pegó un capón.
-No es momento de quejarse del estúpido método de atrapar demonios de Papá- le increpó, tras sus palabras hubo un terrible temblor en la tierra- Vale, vale, perdón, perdón, el genial y fabuloso mátodo de nuestro excelentísimo y maravilloso Padre- el suelo terminó de temblar inmediatamente.
-Ahora ya sé porque eres el preferido de papá- dijo Claw entrecerrando los ojos- Culichichilameculos.
Mientras ellos discutían, el demonio, aburrido de tanta tontería, salió de la estatua y desapareció.
-¡Perfecto, ahora le hamos perdido!- se quejó Claw- ¡ahora me enfado y no respiro! Umpf.
-Te juro que lo mato- susurró Simbad retorciendo las manos- vamos tras él, anda.
Claw se dirigió hacia donde se había ido el demoniocon os brazos cruzados y los mofletes hinchados.
-¿Vamos tras ellos, inspector?- sugirió uno de los policías.
-No, eso ya es cosa de la interpol- dijo el inspector.
-Y es nuestra hora de actuar- le susurró Jerry a Tom.
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-¡Puñetero demonio!- gritó Claw frustrado- ¡Quieres estarte quieto de una maldita vez!
Lanzó el boomerang, pero no le sirvió de nada, el demonio habí vuelto a cambiar de estatua.
-Esto no puede seguir así, estamos cansandonos a lo tonto- dijo Simbad deteniéndose un segundo para lanzar el arma de nuevo.
-Este puñetero demonio nos bacila- gruñó Claw, resoplando del esfuerzo.
-Creo que el demonio con el que hemos estado luchando es una ilusión- dijo Simbad pensativo.
-Podias haberlo dicho antes, nos habriamos evitado toda esta locura del demonio- dijo Lived mosqueado.
-Oye, ¿has notado esa presencia maligna de la iglesia?- Simbad señaló la iglesia, de la que emanaba una gran cantidad de energía demoniaca.
-No jodas que me has hecho correr para nada- dijo Claw temblando de la rabia.
-Para que te pusieras en forma, te estas quedando un poco fondón- dijo Simbad con una sonrisa socarrona.
Claw estalló y le dio un puñetazo bien fuerte a su hermano.
-Au- se quejó Simbad- venga, déjalo y vamos a atrapar a ese maldito demonio antes de que lo hagan las Jeanne
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-A... a... atchís- volvió a estornudar D'arc- ¡Queréis decir mu puñetero nombre bien de una maldita vez!
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23:58 Simbad estaba muy nervioso, su plan de llevarse el objetivo antes de que aparecieran las reencarnaciones de Juana de Arco estaba a punto de irse al garete, solo tenían dos minutos para entrar, encerrar al demonio y salir, no sería dificil, pero si había policías dentro estaban perdidos, serían como demonios en una trampa celestial.
-Hermano, no te preocupes tanto- le dijo Claw, que estaba recostado en una estatua, riéndose de él.
-Clau, si no quieres acabar con otra patada giratoria de Jeanne será mejor que te concentres- dijo Simbad bastante mosquado- Rápido, entremos, que ya estoy notando sus presencias puras acercándose.
Los gemelos demoniacos se encontraban ante la casa de Dios, una enorme iglesia del renacimiento a la que no tenían muchas ganas de entrar, el templo sagrado de Dios era una atrocidad de la arquitectura a la que ningún demonio entraría jamás, menos aún los principes de las tinieblas, pero tendrían que aguantarse, sino abrían perdido otro objetivo y su padre estaría furioso.
-Y tanto que estaría furioso- le dijo Claw a las narradoras.
-No nos hables, que se supone que tu no nos oyes- dijeron las nadadoras escandalizadas.
-Esto va a ser horrible- suspiró Simbad mirando la fachada- este lugar me da ganas de vomitar- dijo cuando hubieron entrado.
La iglesia estaba en penumbra, apenas iluminada por unas pequeñas velas. Ambos sabían que la figura debían robar, la del Apostol Santiago, que se hallaba imponente, sobre un pedestal muy antiguo.
-Me debilito- dijo Claw haciéndo como que se hundía- me derrito, ¡aaaarg!
Un grito de dolor resonó por todos los recovecos de la iglesia, era el grito de Claw tras haber recibido un capón por parte de su hermano.
-Eso, tu mete el dedo en la llaga- se quejó Claw a las narradoras.
-¡Que no nos hables, contra!- exclamaron ellas.
-Claw, centrate en el objetivo, solo nos queda un minuto- exclamó Simbad mirando el reloj. Los hermanos se acercaron al pedestal, y cuando estuvieron a muy pocos centimetros, vieron unos dispositivos a sus pies, con una cuenta atrás de cinco segundos.
-¡Oh, demonios!- exclamó Simbad, pero ya era demasiado tarde, el dispositivo saltó y una bomba de humo se expandió a su alrededor, lo que los hizo toser.
-Cof, cof, ¡mierda!- gritó Claw medio axfixiado.
Unos focos los iluminaron.
-Salid con las manos en alto- dijo una voz dis... ¿esto no os recuerda a un dejá vu- y esta vez hacednos caso, por todos los demonios.
Claw iba a escabullirse, pero oyó una conocida risa femenina que le hizo quedarse claado en el suelo.
-No puede ser...- susurró.
La agente de la interpol soltó una carcajada.
-Habéis caído como ratones en una ratonera- dijo.
-Tom, Jerry, quitad esa falsificación de ahí- terminó el inspector con una sonrisa de satisfacción.
-Enseguida, inspector- los dos policías quitaron la escultura que resultó ser de poliespam.
-Bueno, y ahora os enseñaremos la original, antes de llevaros a comisaría- la agente de la interpol sacó un interruptor y lo accionó.
Plic
El pedestal se abrió y de él surgió con todo su esplendor la escultura del apostol.
-Que preciosidad- murmuró Jerry embelesado, acercando una mano a la escultura.
-¡No la toques!- chilló la agente, lanzando una pequeña piedra a la estatua, un campo electrico saltó y la redució a cenizas.
-Ños, vale- exclamó Jerry con la mano a medio camino, temblando- usted quiere matarme.
-Inspector, desconecte el campo eléctrico- dijo la agente.
-Ahora mismo- el inspector odedeció y en segundos el campo desapareció.
-Nuestro plan ha funcionado- dijo Tom contento- hemos atrapado a esos dos.
-Tenéis razón, y además no aparecieron esos otros dos ladrones- dijo la agente triunfal.
-¡Nas!- le gritaron todos los policías a la agente.
-Ldrones, ladronas, ¿que mas da?- dijo quitándole importancia al asunto.
-A nosotros nos importa- dijo Tom.
-Y mucho- añadió Jerry.
-Creo que yo lo sé...- dijo Claw, pero nadie le hizo caso.
-No pensaras que...- empezó Simbad, temiéndose lo peor.
-Sip- dijo este suspirando- oí su risa.
Tom rió.
Dong dong dong dong dong dong dong dong dong dong dong dong... Eran las campanadas de la medianoche.
-Nosotras siempre llegamos a tiempo- dijo Jerry.
-Las Ladrnas Celestiales, enviadas por los dioses ya están aquí- Terminó Tom.
Los dos se arrancaron la ropa y...
-¡No puede ser!
-¿Qué ocurre D'arc?- le preguntó Jeanne.
-Me han vuelto a salir estas dos estúpidas coletas- gritó indignada.
Mientras D'arc luchaba contra sus dos coletas, Jeanne se puso a dialogar con la policía, que por cierto, no voy a escribir lo que dijo por que resulto aburrido hasta para ella, que ya es decir, bueno, siento la interrupción, continuemos...
-¡No me las puedo quitar!- lloró D'arc- ayudame.
Jeanne cogió las coletas y apoyó un pie en el pecho de D'arc.
-A la de tres tiramos las dos a la vez, ¿ok?- le dijo a D'arc, que estaba desesperada- Una, dos y... ¡Tres!
Las jóvenes tiraron a la vezy salieron disparadas cada una hacia un lado.
-Gracias- dijo D'arc dolorida, ahora le caía el pelo como una cascada dorada por la espalda- ¡que daño! Ya hablaré yo con Fann de las coletitas, ya hablaré yo.
-Despues de esta pantomima... ¿podemos continuar?- preguntó Jeanne. Pero D'arc soltó un chillido
-¿Y ahora que?- preguntó mosqueada Jeanne.
-Jeanne, dime que eso que tienes en las manos no es mi pelo- dijo d'arc viendo el mechón de pelo que se había quedado enganchado en los coleteros que sujetaba Jeanne.
-Pues entonces no te lo digo- respondió ella escondiendo la mano detrás del cuerpo.
D'arc se lanzó encima de Jeanne y ambas comenzaron a pegarse.
-D'arc, por Dios, déjalo ya- le girtó Jeanne- discutelo con Fann cuando terminemos, Vigen de las Candelarias.
Se sorbió la nariz y dijo:
-Vale, seré mejor ladrona para vengar a mi pelo.
-Si ya habéis terminado...- dijo la agente aburrida.
-No, aún no- dijo Jeanne- ¡Lánzalas D'arc!
Esta lanzó unas esferas de las que comenzó a salir un humo blanco.
-Esto es tan típico...- dijo poniendo los ojos en blanco.
-Coff coff, ¡proteged la estatua!- la agente era la desesperación en persona.
Pero cuando llegaron a la estatua esta ya había desaparecido y las ladronas desaparecían por una cristalera rota, a través de la cual se veía el cielo estrellado de la noche.
-Au revoir
-¡Mierda! Coff coff- gritó la agente.
-No puede ser coff, coff- gruñeron Claw y Simbad.
… … … … … … … … … … …
-Lo hicimos, lo hicimos, lo hemos conseguido- cantaron a la vez las ladronas
-Ya me lo pegaste- gruñó D'arc- tu locura es contagiosa.
De repente, paso, lo que todos estábamos esperando desde hacía un buen rato, si, los famosos desvanecimientos de D'arc.
-El fuego surgirá de las entrañas de la tierra- comenzó- el cielo se cubrirá de cenizas, volviéndose negro.
-Espera que adivine... un volcan, ¿tal vez?- dijo Jeanne poniendo los ojos en blanco.
-Una gran explosión, muertos, desastres...- su voz comenzó a perder fuerza y...- ¿Qué ha pasado?- preguntó volviendo a la realidad.
-Nada, lo de siempre, trance, profecía... nada importante- dijo Jeanne.
Las jovenes escucharon como los oficiales salían a darles caza, llevando a cuestas a Claw y Simbad.
-Pero serán estúpidos- dijo Jeanne.
-Estupidos, dice...- exclamó D'arc- por si no te diste cuenta casi nos atrapan y nos hacen lo mismo y... ¿Dónde está la estatua, Jeanne?
-Donde siempre estuvo, en la iglesia- dijo encogiéndose de hombros.
La expresión de D'arc parecía decir: “No me digas que hemos roto una cristalera carísima para despistar”
-Vamos a dentro... ¡Y no me mires así, contra!- dijo poniendo los brazos en jarras.
D'arc sacudió la cabeza resignada y comenzó a calcular la distancia, la velocidad necesaria, la fuerza que tenían...
-Si te vas a quedar ahí plantada, entro yo sola, ¡Banzai!- Jeanne se agarró a la cornisa, columpiándosa, saltó e hizo una voltereta en el aire, cayendo con la elegancia del gato.
-Venga, calculadora, baja de una vez, que no hay moros en la costa- le dijo.
-Presuntuosa- murmuró D'arc molesta. Se deslizó por el techo, dio un mortal en el aire y cayó con la elgancia de una bailarina, demostrando los ocho años que había pasado en sincro. Cuando pisó el suelo hizo una reverencia digna de una reina.
-Mira quien fue a hablar de presuntuosa- gruñó jeanne.
-Si tu lo haces, yo no voy a ser menos- replicó D'arc sacándole la lengua. Jeanne le devolvió el gesto, a lo que su amiga contestó levantándole el dedo corazón.
-Dejadlo ya, niñas chicas, que no tenemos toda la noche- dijo Finn a través del rosario.
-Bueno...- refunfuñó Jeanne.
D'arc le sacó la lengua una vez más y se dirigió a la estatua.
-Por cierto...- dijo sin darse la vuelta- ¿dónde está la estatua?
-Delante de tus narices- contestó Jeanne.
-Ah... sácala tú, que estoy cansada- dijo sentándose en el suelo.
Jeanne hizo una patada de giro inverso al aire y...
-Se supone que tengo que ver algo- dijo D'arc sarcástica.
Jeanne se limitó a chasquear los dedos. El altar se comenzó a resquebrajar hasta que se deshizo en ínfimas partes. Detrás apareció la estatua.
-Vale, tu ganas- gruñó D'arc- pero que conste que a mi la idea no me gustaba.
Las jóvenes tocaron la gema central de sus rosarios y de estos emergieron los Strangers.
-Jaque- Jeanne escribió una J.
-Mate- D'arc eescribió una M.
El demonio trató de resistirse, pero el poder de las chicas le sobrepasaba y acabó por rendirse, convirtiéndose en un peón.
-Extracción completada.
D'arc suspiró y recogió la pieza, guardándola entre los pliegues de su falda.
-¿Nos vamos?- preguntó bostezando.
-Vale- respondió Jeanne- misión cumplida, Finn.
-Bien hecho chicas- las felicitaron los ángeles.
Jeanne y D'arc salieron por el ventanal roto, pero cuando se dispusieron a salir de Agüimes divisaron una sombra muy familiar.
… … … … … … … … … … …
-¡Me han dejado en ridículo!- se desgañitó la agente de la interpol.
-Lo siento por ti, mamá- respondió Laura Mateos, su hija- Pero... ¿Quién se te ha escapado?
-Esas ladronas, Jeanne y D'arc- respondió la agente con desprecio.
-Ah, ¿quienes, Mart...?
Pum
-Au, au, au- gritó de dolor Laura- ¿por qué me habéis pisado?
-¿Te pisamos? Lo sentimos, no vimos tu pie- dijeron las Martas, que acababan de llegar.
-Hola Marta, hola Marta, ¿Qué hacéis aquí, no estábais ro...?
Pum
-Au, au, au- chilló de nuevo Laura, saltando con el pie bueno- ¿otra vez?
-Upps, perdona, es que como esta oscuro...- dijo Marta G.
-No sabía que estábais con ella, bueno, esto se ha acabado por hoy, pero... me las pagareis Jeanne y D'arc- dijo la agente levantando el puño en posición amenazadora.
-A... a... atchís- estornudaron las Martas.
-Salud- dijo la agente- venid, que os llevo en coche a casa.
-Gracias- exclamaron las Martas.
… … … … … … … … … … …
-¿Qué pasó con los otros ladrones?- preguntó Laura ya en el coche.
-Se los dimos a la policía y esos incompetentes los dejaron escapar- dijo la agente apretando las manos en el volante.
-Tranquila, con lo patosos que son fijo que los vuelven a pillar- dijo Marta G, provocando una risilla sofocada por parte de Marta M.
-Por cierto, muy bueno el truco del altar- le dijó al oído Marta M a Marta G.
-La verdad es que lo saqué del primer comic de Kaito Kid- reconoció Marta G.
-Friki- murmuró Marta M.
-Tu calla, oye, mañana comienzan las vacaciones de semana santa y tu, yo, Finn y Fann nos vamos a Madrid.- dijo Marta G.
-¿Y eso?- preguntó Marta M.
-Que gané un concurso y el premio eran dos billetes a Madrid y visitas al Museo del Prado incluidas- sonrió Marta G. El coche se alejó entre las luces de la carretera.